“Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción.”
Simón Bolívar
Las sociedades progresan no solo elevando su producción, sino esforzándose por optimar a su gente. Y el camino para mejorarlos es aquel que les faculta para crear para ellos y para los otros bienestar y respeto por sí mismos.
Desde la antigüedad, se preocupó el zoon politikon o animal socialis como traducían los latinos, por dotarse de habilidades y destrezas con las cuales encarar sus necesidades y producir para satisfacerlas.
En simultáneo, los seres humanos conscientes de la importancia de la sociabilidad advirtieron que una de las fases de ese avance estribaba en la transmisión de conocimientos. Preparar a los demás está en el programa que se cumple naturalmente en la intersubjetividad.
En efecto; el cachorro humano es puro instinto y recibe de su entorno una instrucción permanente para espiritualizarse. La educación son todos esos hábitos, usos, capacitaciones que se le van mostrando y trasladando al infante para que pueda desarrollarse en su doble perspectiva como individuo y como miembro de la colectividad.
De un lado entonces, la educación es redención y del otro, es una instrucción social y sistemática para que pueda cada uno y cada cual, tallarse un espacio vital, pacífico y sustentable en la comunidad.
La empresa mas importante de la sociedad y por esa vía del Estado, será pues la de proporcionar, un marco político, jurídico e institucional para esa misión que, además, tiene repercusiones en todos los ámbitos de la experiencia social, especialmente, en lo relativo a la convivencia y a la praxis compartida que atiende lo relativo a la procura existencial.
Lamentablemente; Venezuela ha sido víctima de la peor gestión en materia educativa desde los tiempos del benemérito Juan Vicente Gómez y hasta la fecha. El desastre de la instrucción pública nos ha hecho retroceder un siglo y ello, se patentiza en el producto que reciben las universidades públicas y en menor grado las privadas, lleno de lagunas, deficiencias elementales, tales como la lectura y la escritura del idioma.
Baja la matricula escolar y la universitaria lo que sumado a la estampida de profesionales que se cuenta por promociones enteras de ingenieros y especialistas, médicos, técnicos, nos augura hacia el futuro inevitables carencias y gravosas falencias.
Lo peor es haber desacreditado completamente el oficio de enseñar, convirtiendo a los maestros en misérrimos trabajadores y haber reducido al mínimo la jornada docente. El resultado es, como antes dijimos y, sin exageración alguna, la masiva mediocrización de lo que otrora fue y, al contrario, motivo de orgullo republicano.
En paralelo, se compromete el porvenir nacional, al ver pasar el desarrollo, la tecnología, la ciencia, la digitalización que exhibe el mundo, a nuestro lado sin poder ni siquiera ir a la cola. Nos quedamos estancados y sin esperanza de progreso alguno por las razones arriba expuestas.
Venezuela es hoy, un país lleno de pobres, condenado a vivir en un pobre país, sin instituciones, constitución, derechos humanos, justicia, salud, educación ni dignidad, ni agua, ni electricidad, ni transporte, ni seguridad, ni siquiera arraigo de los jóvenes que prefieren jugarse la vida en el Darién que languidecer en su terruño.
Empero; este averno puede y debe ser superado, si pudiéramos levantar esta lápida, este lastre que nos hunde a diario, esta revolución de todos los fracasos, para lo cual, es menester cambiar la clase política que nos arruinó en este horrido cuarto de siglo, con ese régimen, éste Frankenstein del chavomadurismomilitarismocastrismoideologismo que además cual metástasis pretende quedarse a ultimar a la república y a la nación.
Saliendo del atolladero deletéreo que representan los kakistócratas, podemos recuperar, rehacer, reconstruir nuestra patria y entre muchos retos a encarar, será prioridad la educación, con la base que mencionó el sacerdote jesuita Luis Ugalde, Estado, Sociedad y Familia como soporte orgánico.
Vayamos por el rescate de la educación y por ende del destino de la nación, con todos los hierros a votar el 28 de julio próximo por Edmundo, que no quede nadie en casa y luego a defender ese acto soberano como el pueblo soberano.
Nelson Chitty La Roche, nchittylaroche@gmail.com