Joan Subirats: ¿Puede ayudar la ciencia a la democracia?
En la actualidad, disponemos de una cantidad sin precedentes de información y conocimiento acumulado. Sin embargo, las democracias enfrentan una significativa falta de consenso sobre los diagnósticos de los problemas que las afectan. Esta dificultad para llegar a un acuerdo sobre las causas y efectos de los desafíos contemporáneos se manifiesta en la incapacidad para diseñar políticas públicas efectivas.
Jorge Wagensberg, en sus célebres aforismos, distinguía entre la historia de la ciencia como la historia de las buenas preguntas y la historia de las creencias como la historia de las buenas respuestas. Esta distinción nos permite entender por qué ciencia y política, aunque interrelacionadas, persiguen objetivos distintos. Los científicos acumulan evidencias y estudios que señalan puntos críticos, pero los políticos deben navegar entre diversas dificultades, intereses y presiones para encontrar soluciones que puedan ser aprobadas democráticamente.
En el escenario actual, las decisiones políticas no solo enfrentan la oposición de aquellos que dudan de la validez científica de los diagnósticos, sino también la resistencia de quienes ven en las propuestas soluciones poco realistas o incluso conspiraciones internacionales. Esta dinámica genera maniobras de distracción que desvían la atención de los problemas fundamentales.
En Europa, la politización creciente de la escena política, agravada por la crisis de 2008 y el uso de la identidad nacional por parte de la extrema derecha, ha dificultado aún más la formulación de políticas a largo plazo. La situación de “policrisis” es extremadamente compleja, con cada componente interactuando con otros y afectando a múltiples intereses y actores a todas las escalas posibles, desde lo global hasta lo local.
El conocimiento puede aportar matices a la realidad, pero no necesariamente facilita la elaboración de políticas concretas. No se trata de establecer una conexión directa entre ciencia y decisiones políticas, ya que esto podría socavar los fundamentos democráticos. Más bien, se debe entender que la ciencia tiene importancia para modular las decisiones políticas, sin que esto signifique prohibir la opinión de aquellos que dudan.
Para fortalecer la relación entre evidencias científicas, conocimiento y decisiones políticas, es esencial que las políticas públicas busquen articularse en el complejo mundo de las ideas, intereses y efectos. Este enfoque debería ser un objetivo prioritario de las democracias avanzadas, permitiendo un libre debate sobre problemas y soluciones basado en la falsabilidad científica y la elaboración de conocimiento robusto.
Joan Subirats (Barcelona, 1951) es catedrático de Ciencias Políticas y fue ministro de Universidades (2021-2023).