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Duelo de extremos en la segunda vuelta de Francia: Bardella reta a Mélenchon a un debate

El delfín de Le Pen y el líder de la Francia Insumisa plantean el voto final en las elecciones como una contienda entre extrema izquierda y extrema derecha

                   Jordan Bardella y Jean-Luc Mélenchon protagonizarán el duelo en la segunda vuelta REUTERS

 

 

El futuro de Francia y el futuro de Europa, en cierta medida, han quedado hipotecados al duelo de la segunda vuelta de las elecciones anticipadas, el domingo que viene, entre La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda) y la Agrupación Nacional (AN, extrema derecha) de Marine Le Pen, gran triunfadora de la primera vuelta, con Jordan Bardella como posible primer ministro, jefe de Gobierno de Emmanuel Macron, quien ha sido el gran derrotado y calificado de Nerón del incendio en curso de propagarse.

A última hora de la mañana de ayer, Bardella propuso un duelo personal con Mélenchon alegando que «los franceses deben elegir entre una ruptura responsable con Macron, la nuestra, y una ruptura irresponsable de la extrema izquierda liderada por Mélenchon».

LFI es el partido líder del Nuevo Frente Popular (NFP), una alianza electoral sin unión política entre todas las izquierdas –extrema, socialista, comunista y ecologista–. Mélenchon se ha autoproclamado líder supremo de LFI y NFP, pero su personalidad, entre ultra demagógica y apocalíptica, causa pavor entre los socialdemócratas y socialistas moderados, que intentan «neutralizarlo».

Fuertes divisiones

A la espera de ese debate cara a cara con su principal adversario –poco probable a día de hoy–, Bardella se vio forzado a volver a discutir con Gabriel Attal, primer ministro saliente; Raphaël Glucksmann, estrella ascendente del socialismo europeísta; y Xavier Bertrand, conservador histórico, adversario de la extrema derecha. Debate en forma de ‘fuego de artificios’, cuando el paisaje político francés ha vuelto a convertirse en un campo de minas ante la la segunda y decisiva vuelta.

En el ElíseoEmmanuel Macron volvió a introducir un factor de peligrosa confusión, declarando a un grupito de ministros, diputados y consejeros que «la extrema derecha está llegando a las más altas funciones del Estado. Debemos conseguir la unión de demócratas y republicanos para la segunda vuelta». Dicho de manera más directa, Macron pide a sus amigos políticos que estén dispuestos a «cualquier alianza» contra Le Pen. Decisión que abre una nueva brecha entre las ruinas de la macronía.

Macron pide a sus amigos políticos que estén dispuestos a «cualquier alianza» contra Le Pen

Ante la segunda vuelta, el partido del presidente (Renacimiento) y Juntos por la República, que agrupa a todos sus amigos políticos, se han dividido profundamente pues para unos hay que «impedir» el triunfo de los candidatos de extrema derecha; mientras que para otros es preferible «abstenerse». Esa división solo puede favorecer a los amigos de Le Pen.

En el seno del Nuevo Frente Popular (NFP) se produce una división muy semejante. Para Mélenchon y sus fieles, en la dirección de LFI, «Macron y Le Pen son dos caras de la misma moneda». Para algunos socialistas y socialdemócratas, como Olivier Faure, por el contrario, es preferible favorecer a una exjefa de gobierno de Macron, Élisabeth Borne, antes que aceptar el triunfo de un candidato de extrema derecha.

Acuerdos y desacuerdos

Los Republicanos (LR, derecha tradicional), el partido de Nicolas Sarkozy, viven el duelo final entre Bardella y Mélenchon como otro capítulo de su agonía histórica. Un líder emergente de la derecha tradicional, Laurent Wauquiez, tiene como principal adversario a un líder regional de la extrema derecha, Alexandre Heuzey. Sin embargo, Éric Ciotti, presidente en funciones de LR, ha negociado un acuerdo electoral con Le Pen. La familia política que fundó la V República, con el general Charles de Gaulle, se hunde irremisiblemente con el gran triunfo de Marine Le Pen, cuyo padre fue el primer adversario de los fundadores del régimen.

A cinco días del voto decisivo, esa guerra de posiciones, en un campo de minas inflamable, continuará avanzando peones imprevisibles. Marine Le Pen se presenta como «guardiana del templo de las esencias» de la extrema derecha fundada por su padre. Jordan Bardella, por el contrario, modera y modera su lenguaje, viéndose a las puertas del palacio de Matignon, residencia oficial del primer ministro francés.

Ese espectáculo, entre el esperpento de Valle Inclán y las tragedias de Shakespeare, se sigue con interesada atención en toda Europa.

Prudencia y alarma en Europa

En Budapest, Viktor Orbán contempla entusiasmado los riesgos de crisis continental, que coincide con el inicio de de la presidencia húngara de la Unión Europea. Por su parte, en Roma, Giorgia Meloni declaró este lunes a la agencia ADN Kronos que «la demonización, la diabolización, de quienes no voten a la izquierda ha dejado de funcionar». «Non funziona più», subrayó la primera ministra italiana.

En Berlín, con mucha prudencia verbal, Annalena Baerbock, ministra federal de Asuntos Exteriores, planteó un problema diplomático de gran calado: «Alemania y Francia tienen una responsabilidad particular para nuestra Europa común. Nadie puede quedar indiferente ante lo que está pasando en Francia. Si en el país que es nuestro principal aliado y mejor amigo gobierna un partido que ve a Europa como un problema y no como una solución se plantea un dilema de fondo que afecta a nuestro futuro», señaló; mientra que en Varsovia, el primer ministro polaco, Donald Tusk, lanzó un grito de alarma: «Lo que está ocurriendo en Francia comienza a ser un gran problema. No solo por el resultado de la primera vuelta electoral. También nos alarman las informaciones sobre el comportamiento de los servicios de Inteligencia rusos. Francia puede convertirse en el hombre enfermo de Europa. Fuerzas nacionales francesas y fuerzas extranjeras, enemigas de Europa, pueden estar influyendo y aspiran a influir en otros países y en el Parlamento Europeo».

Confirmando indirectamente esa advertencia de Tusk, un portavoz oficial del Kremlin señaló este lunes desde Moscú que seguían «muy atentamente lo que ocurre en Francia. Esperamos la segunda vuelta, pero la tendencia electoral parece bastante clara…». Desde hace días, toda la prensa francesa ha insistido en este punto central: «El partido de Le Pen es un peón de la Rusia de Putin». Entre los consejeros de Bardella, en el terreno diplomático, ocupa un puesto importante Thierry Mariani, un eurodiputado bien conocido por su defensa de posiciones tradicionalmente favorables al presidente Vladímir Putin.

 

 

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