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Aristeguieta: El mensaje del Consejo de DD HH de la ONU

Volker Türk, alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos

 

La semana de informe y debate sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela terminó con una certeza en el ambiente: estamos todos presionando juntos.

La Oficina del Alto Comisionado había preparado un informe bastante gris, complaciente, según comentamos entre algunos amigos de la sociedad civil en privado. Sin embargo, la presentación hecha por el propio alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, en la sala del Consejo el día 3 de julio fue una pieza oratoria impecable, con una claridad prístina de los asuntos más urgentes para la población venezolana. Al centro de su intervención destacó la falta de acceso que tiene la población a la alimentación, la salud y otros servicios básicos, derechos sociales fundamentales e inalienables que han sido vulnerados a lo largo de estos años por la ausencia de políticas públicas, por la corrupción y por la desidia de quienes se han enquistado en el poder.

En su intervención, el alto comisionado también se refirió en detalle a todos los temas relativos a los derechos políticos, al aumento de las amenazas, represión, desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias, al cierre del espacio cívico, a los ataques a la libertad de expresión y, por supuesto a la expulsión de sus funcionarios del país. En un intento por abarcar el compendio de violaciones documentadas en el período contenido en la investigación, Volker Türk reflejó su frustración ante la falta de progreso, pero también su determinación para seguir avanzando y frenar el espiral de odio que acompaña el ejercicio de poder sin contrapesos. Dejó entender que a pesar de que los vanos esfuerzos de cooperación técnica ofrecida por su oficina al régimen para alcanzar los estándares internacionales en derechos humanos, el hecho de que el régimen no quiera cumplirlos, lo critique o lo ataque a él personalmente y a sus funcionarios, no amilanará su labor por la promoción y defensa de los derechos fundamentales en nuestro país.

Para cerrar, el alto comisionado hizo un llamado a la liberación de todos los presos políticos, al cese de la práctica de desaparición forzada que se ha instalado en los últimos meses, al pleno respeto a las elecciones presidenciales del 28 de julio y a que se cumplan con los compromisos contraídos en el Acuerdo de Barbados, alentando a quienes están en el poder a la creación de espacios de confianza y para reconstruir el contrato social entre los venezolanos.

Por otra parte, una vez finalizada la lectura de su informe, unas cuarenta delegaciones diplomáticas presentes se enfocaron en comentar fundamentalmente sobre los derechos políticos y civiles, así como acerca del tema electoral enmarcado en el respeto al Acuerdo de Barbados, en particular la observación de la Unión Europea, las inhabilitaciones de representantes de la oposición y las irregularidades que el régimen ha venido cometiendo para entorpecer la participación de los votantes. Varias delegaciones advirtieron que sólo con elecciones libres y participativas donde se respete la voluntad de los venezolanos se podrá restablecer la confianza en el sistema político de Venezuela, en una clara alusión a lo que sucederá después, de continuar el camino que ha decidido transitar el régimen.

La comunidad internacional nos acompaña en esta última milla. No sólo en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, sino en las instituciones de la Unión Europea en Bruselas o las instituciones en Washington. Todos ellos están informados de la clarísima ventaja con la que cuenta la oposición en la intención del voto, aunque mantienen una enorme cautela sobre el resultado que vaya a publicar el poder electoral. Esa cautela viene acompañada de dos o tres sugerencias para mantener cohesionada la coalición de partidos de la oposición y la necesidad de concretar en votos la energía y la esperanza que se respira en las calles de Venezuela. También viene invariablemente acompañada de una frase que va más o menos así: vemos una oportunidad real para el cambio y la transición, aunque sabemos que Maduro y su entorno sigue sopesando recurrir a la violencia y a su carácter autoritario, a pesar del costo y las consecuencias.

También ellos han aprendido a leer al régimen.

 

 

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