De la “tortura blanca” a la muerte de Abrantes: Detalles del caso Ochoa
El relato de Ileana de la Guardia, testigo presencial del juicio de su padre, sigue arrojando luz sobre un proceso que paralizó a Cuba.
SAN LUIS POTOSÍ, México.- Unos 35 años después de que Arnaldo Ochoa, el coronel Antonio de la Guardia, el mayor Amado Padrón Trujillo y el capitán Jorge Martínez Valdés, acusados por el régimen cubano de narcotráfico internacional, fueran fusilados tras juicios sumarios, el caso continúa dando de qué hablar.
Paulatinamente, van saliendo a la luz detalles de las circunstancias en que los acusados en la Causa No.1 fueron incriminados por un hecho codificado dentro de los delitos contra la seguridad del Estado
Otras seis personas del grupo de Ochoa, entre los que se encontraban Patricio de la Guardia o Diocles Torralba fueron condenados a penas de prisión.
Más adelante, en la Causa No. 2, el exministro del Interior José Abrantes, jefe de la escolta de Fidel Castro por 30 años, fue señalado por corrupción y tolerancia en el caso Ochoa.
El caso conllevó el arresto y condena del entonces funcionario y sus más cercanos colaboradores, quienes fueron sentenciados a largos años de cárcel.
Una entrevista concedida al cineasta Ian Padrón para su programa Derecho a Réplica, por la hija de Antonio de la Guardia y sobrina de Patricio de la Guardia, Ileana, ha expuesto detalles del juicio que pudo presenciar y las contradicciones que afloraron en el proceso contra sus familiares.
Otras revelaciones han arrojado luz sobre un largo proceso que demostró hasta dónde Fidel Castro estuvo dispuesto a llegar para mantener su imagen intacta.
Presiones y torturas: la manipulación a los implicados
Antonio de la Guardia, “Tony”, y hermano gemelo de Patricio, fue un general de brigada, considerado hombre de confianza del dictador Fidel Castro, a quien se le asignaban operaciones muy especiales: realizó los nexos para la entrada de divisas a Cuba por varias vías.
Con el objetivo de sacar de Estados Unidos material de alta tecnología: computadoras, equipos médicos, se creó, a instancias de sus superiores, el Departamento MC (Moneda Convertible) y empezó a tener contacto con cubanoamericanos que estaban en EE.UU. radicados y que, supuestamente, estaban en contacto con traficantes de América Latina.
Un tribunal de honor militar juzgó a los hermanos y una vez degradados, el tribunal supremo, en sesión extraordinaria y presidido por el propio Fidel Castro, aprobó sus condenas.
Ileana de la Guardia expuso en el programa de Ian Padrón que cuando se produjeron los arrestos de su padre y su tío, fueron retenidos durante 15 días en Villa Marista, el centro de torturas de la Seguridad del Estado.
Otras seis personas del grupo de Ochoa, entre los que se encontraban Patricio de la Guardia o Diocles Torralba fueron condenados a penas de prisión.
Más adelante, en la Causa No. 2, el exministro del Interior José Abrantes, jefe de la escolta de Fidel Castro por 30 años, fue señalado por corrupción y tolerancia en el caso Ochoa.
El caso conllevó el arresto y condena del entonces funcionario y sus más cercanos colaboradores, quienes fueron sentenciados a largos años de cárcel.
Una entrevista concedida al cineasta Ian Padrón para su programa Derecho a Réplica, por la hija de Antonio de la Guardia y sobrina de Patricio de la Guardia, Ileana, ha expuesto detalles del juicio que pudo presenciar y las contradicciones que afloraron en el proceso contra sus familiares.
Otras revelaciones han arrojado luz sobre un largo proceso que demostró hasta dónde Fidel Castro estuvo dispuesto a llegar para mantener su imagen intacta.
Presiones y torturas: la manipulación a los implicados
Antonio de la Guardia, “Tony”, y hermano gemelo de Patricio, fue un general de brigada, considerado hombre de confianza del dictador Fidel Castro, a quien se le asignaban operaciones muy especiales: realizó los nexos para la entrada de divisas a Cuba por varias vías.
Con el objetivo de sacar de Estados Unidos material de alta tecnología: computadoras, equipos médicos, se creó, a instancias de sus superiores, el Departamento MC (Moneda Convertible) y empezó a tener contacto con cubanoamericanos que estaban en EE.UU. radicados y que, supuestamente, estaban en contacto con traficantes de América Latina.
Un tribunal de honor militar juzgó a los hermanos y una vez degradados, el tribunal supremo, en sesión extraordinaria y presidido por el propio Fidel Castro, aprobó sus condenas.
Ileana de la Guardia expuso en el programa de Ian Padrón que cuando se produjeron los arrestos de su padre y su tío, fueron retenidos durante 15 días en Villa Marista, el centro de torturas de la Seguridad del Estado.
Allí, fueron sometidos a un tipo de tortura llamada “tortura blanca”, que era aplicada por los rusos y que se continúa empleando en Cuba.
“Te hace lo que se llama la desorientación circadiana, te mantienen despierto durante mucho tiempo en un lugar donde no ves la luz natural, te cambian completamente los horarios y no te dejan dormir”, contó De la Guardia.
Con la alteración de los ritmos circadianos, precisó Ileana, “la persona empieza a perder las facultades para poder coordinar y reflexionar claramente, y empieza a querer salir de esa situación como sea. Entonces es cuando le piden, en un momento dado: ‘¿vas a colaborar, vas a decir esto?’”
“La persona pierde todas las facultades de defensa durante 15 días, la persona no duerme y no le dan comida, incluso eso puede provocar en muchos casos hasta paros cardíacos. Es conocido que le dicen la tortura blanca porque no se ve físicamente, a diferencia de la tortura física”, refirió.
Con esos elementos, según argumentó, chantajearon a su padre y su tío durante las detenciones, y podría haberlos llevado a seguir las órdenes de sus superiores.
“Yo pienso que eso contribuyó a que ellos tuvieran esta actitud, diciendo, ‘bueno, si seguimos un poco lo que nos han dicho, vamos a por lo menos escapar de la pena de muerte’”, agregó.
Sin asesoría legal y sin ayuda de algún tipo
Ni en los momentos previos ni durante el proceso judicial los hermanos De la Guardia tuvieron asistencia jurídica de un abogado.
No les proveyeron uno y tampoco lo habrían requerido si no hubieran sido los “chivos expiatorios” del caso.
Antes de ser detenidos, reveló Ileana de la Guardia en Derecho a Réplica, su padre “ya sentía o tenía cierta información de que a lo mejor iba preso”. Sin embargo, “quizás no esperaba que la condena fuera la pena de muerte, y que ante los juicios le dijeran, ‘si no haces esto vas a ser fusilado’”.
Los hermanos Castro “fuera de control”
En un proceso de interrogatorio lleno de inconsistencias, el fiscal Juan Escalona hacía las preguntas a partir de un libreto.
Los va acusando de una manera “muy agresiva y muy precisa” y “cuando ellos empiezan a explicar en algunos casos hacia dónde iba la información, hacia dónde iba el dinero, lo que ellos sabían, Escalona los cortaba y no los dejaba seguir hablando”, precisó.
Fidel Castro, en sus palabras durante el juicio, arremetió contra la figura de Ochoa, en un ataque que tiene tintes “narcisistas”, en opinión de la hija de uno de los condenados por el régimen.
“Hay como un ataque narcisista de Fidel Castro. Uno tiene la impresión de que él tiene una gran crisis narcisista, que no ha soportado que un oficial del Ejército lo haya criticado de la manera que Ochoa lo criticaba”, dijo.
“La manera de vengarse de ellos, de estos oficiales que habían tenido el coraje de criticar al régimen y finalmente pagar con su vida es lo que a Fidel Castro y a Raúl Castro los pone fuera de lugar”.
Del silencio sobre Abrantes a su muerte
Durante el juicio que ha trascendido como la Causa No.1, no salió a relucir el nombre del por entonces ministro del Interior José Abrantes.
A los juzgados se les habría pedido no hablar de quiénes era sus superiores directos en el caso, el ministro del Interior José Abrantes, acusado unos meses después y defenestrado.
“El objetivo de Fidel Castro con el juicio a Ochoa y a mi padre y a los otros acusados es utilizarlos como chivo expiatorio frente a las acusaciones de Estados Unidos (sobre narcotráfico) y no dar a conocer ningún otro oficial superior, porque todo oficial superior, sobre todo a muy alto nivel como un ministro, ya podría dar más información a las autoridades americanas de que Fidel Castro también estaba al tanto. Entonces por eso se concentran en el caso Ochoa”, señaló De la Guardia.
La figura de Abrantes está envuelta en un manto de silencio y oscuridad: su proceso no va a ser nunca publicado y lo que sucedió en el transcurso de su causa no se da a conocer nunca.
De la Guardia menciona que el propio Abrantes, cuando está preso en la cárcel de Guanajay, recordó a Fidel Castro que él (el dictador) sabía lo que pasaba y que “eso estaba autorizado”.
“A partir de este momento, un tiempo después Abrantes se muere en la cárcel de una manera muy extraña”, precisó.
José Abrantes falleció de un ataque al corazón en enero de 1991, mientras se encontraba cumpliendo una condena de 20 años por “negligencia” y “mal uso de fondos gubernamentales”.
El exministro también había criticado la situación del régimen, como expuso un artículo en la revista Moncada, donde Abrantes habla de la necesidad de libertad.
“Imagínese usted un ministro hablando de la necesidad de libertad en Cuba y escrito en blanco y negro porque hace alusión a los cambios que se están dando en la Unión Soviética, hace alusión al tema de los burócratas que son funcionarios que no permiten la libertad y hace alusión a los artistas diciendo que los artistas en Cuba tendrían que empezar a tener libertad para expresarse porque la revolución necesita de esa libertad”, apuntó.
¿El cierre de un caso?
Luego de cumplir la condena, Patricio de la Guardia se mantiene en la casa de sus padres.
“Se ha dedicado a hacer lo que más le ha gustado a él, que es la pintura, y por supuesto que le han dicho que no puede salir”.
Su sobrina, exiliada en Francia, no puede entrar al país. Desde 2010 trabaja como neuropsicóloga en un hospital, pero sueña con algún día ver a su tío.
“No he regresado a Cuba hace más de 30 años, es una pena porque tengo la familia todavía allí. Quisiera poder alguna vez ver a mi tío, poder estar con mi madre en Cuba, aunque fuera de visita, y sobre todo también poder visitar la tumba familiar donde está enterrado mi padre, ¿no? Pero bueno, hay ciertas personas en el exilio como yo que no podemos regresar”.