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¿Cuánto le queda a Sánchez?

Este jueves, en los Premios Cavia, un diplomático extranjero reconocía que a su Gobierno le genera interés la estabilidad de Pedro Sánchez. Era la manera de decir muy finamente que su país le pide informes sobre cuánto tiempo puede aguantar el socialista como presidente del Ejecutivo o, dicho de otro modo, que fuera de nuestras fronteras han calado dos ideas. La primera, que por mucha campaña que el Gobierno haga contra la ultraderecha, la prensa y los jueces, la realidad es tozuda y Sánchez cabalga sobre una arriesgada amalgama de alianzas que no le garantizan llevarle ni a la vuelta de la esquina. La segunda, que el líder socialista es absolutamente imprevisible y puede convocar elecciones en cualquier momento o aguantar tres años más en Moncloa sin aprobar ninguna ley.

A los gobiernos extranjeros no les preocupa España más allá de cómo afecta a sus intereses patrios. Es decir, quieren saber si van a tener que seguir tratando problemas y cuestiones bilaterales con Sánchez, o si les conviene reforzar su relación con el PP porque el socialista haya llegado al final de su etapa. Y, en este último caso, quieren saber si deben centrarse en sembrar únicamente en Alberto Núñez Feijóo o si también deben poner huevos en otras cestas, como las de Isabel Díaz Ayuso o Juanma Moreno. La imagen que proyecta la política española es de una estabilidad absolutamente precaria.

Intentar responder a la pregunta de cuánto puede durar Sánchez en el Gobierno es un ejercicio de alto riesgo, pero esta semana el Ejecutivo ha puesto en marcha un proceso que ayudará a deshojar la margarita. Me refiero a la presentación del techo de gasto, tradicionalmente considerada la primera piedra de los Presupuestos del año siguiente. En la tesitura política en la que estamos no hay garantía alguna de que esta vez tenga esa categoría, pero lo que sí está claro es que lo que suceda con las cuentas anuales será una clave para evaluar el futuro que el PSOE tiene en el Gobierno. Una cosa es no tener Presupuestos por circunstancias sobrevenidas, y otra muy distinta es ser incapaz de aprobarlos. Sin leyes, sin cuentas… ¿realmente puede Sánchez seguir gobernando tres años más? Por poder, puede, porque sólo él tiene el botón para adelantar las elecciones. Cuestión distinta es que, sin Presupuestos, estaremos ante una legislatura zombi en la que el Gobierno no tendrá capacidad para ejecutar su programa político. Y eso, querido lector, haría muy difícil que pudiera ganar las siguientes elecciones.

¿De qué depende entonces que se aprueben los próximos Presupuestos? La respuesta está en Cataluña y en cómo responderá Puigdemont si Illa logra convertirse en presidente de la Generalitat gracias a ERC. ¿Se enfadará sólo un poco y pactará las cuentas del PSOE tan solo dos meses después? ¿O se enfadará mucho y se lo hará pagar a Sánchez debilitándolo durante el resto de la legislatura?

Si algo aprendimos en ‘The Walking Dead’ sobre los escenarios zombis es que lo más probable es que los supervivientes intenten matarse entre ellos.

 

 

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