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La amarga noche del exilio venezolano: «Se robaron la elección»

La oposición al chavismo en Washington denuncia fraude y prepara estrategias de apoyo internacional

Pasada la medianoche, la ilusión se esfumó del todo. Elvis Amoroso, del Consejo Nacional Electoral, compareció para anunciar los resultados de las elecciones en Venezuela y proclamar a Nicolás Maduro ganador. La diferencia era de casi 700.000 votos, para el régimen, incontestable. En el hotel en que se había reunido la dirigencia de la oposición al chavismo en Washington, la desazón no impidió que se comenzaran a hacer planes de futuro, ver cómo se podía implicar a la comunidad internacional, pensar ya en el día después. De «podemos ganar» se pasó a «nunca un dictador se fue por su propio pie».

Fueron seis largas horas de incertidumbre desde que cerraron las urnas. Cuanto más tiempo pasaba, más temían estos opositores despertar del sueño de cambio y democratización con una sacudida como la que en efecto les tenía guardada el régimen. Celebraban en unas grandes pantallas cada discurso opositor, cada mensaje proyectado que mostraba un acta donde Edmundo González se imponía a Maduro.

El Consejo Nacional Electoral, sin embargo, no se conducía con discursos o mensajes en redes sociales. Se reunió en estricto silencio, justificó la demora en un supuesto ataque cibernético y acabó con el trámite de dar por vencedor a Maduro. Maduro habló de «hackeo masivo», dijo que el fraude no era el suyo, sino el de otro país enemigo, al que no quiso nombrar. (No le hizo falta para apuntar a EE.UU. y a los opositores en el exilio).

«El gobierno decidió robarse las elecciones», dijo el economista y profesor venezolano Ricardo Hausmann, que enseña en la prestigiosa Universidad de Harvard. «Nos queda a nosotros probar que se las robaron y al mundo reconocer que este ha sido un robo escandaloso y que va a venir un período de profunda incertidumbre política», añadió.

Según el profesor Hausmann, «hay una narrativa madurista del problema de Venezuela, y esta noche las fuerzas armadas han asumido la narrativa madurista; esa no es la narrativa que tiene el pueblo que fue a las urnas, sino la que ellos quieren imponer, pero hay una inmensa mayoría de los venezolanos que no están de acuerdo y va a ser muy difícil para el gobierno mantener una mínima gobernabilidad con esta pérdida tan catastrófica de legitimidad».

Ese fue el momento, a las 20:40, más de dos horas después del cierre de los colegios, en que estos opositores intuyeron que la elección les podía ser robada. Cuando el ministro de la Defensa, Vladímir Padrino, compareció ante las cámaras, rodeado de uniformados, a proclamar que el «pueblo de Venezuela se ha levantado con mucha fuerza para rechazar y exigir el cese de las sanciones».

Padrino, haciéndose eco de las habituales críticas del chavismo a EE.UU., ridiculizó al «funesto interinato», en referencia al Gobierno transicional que comandaba Juan Guaidó con el apoyo de la Casa Blanca. Para estos opositores, quedaba claro que el aparato militar del régimen mandaba el mensaje de que estaba con Maduro para perpetuarse en el poder.

Guaidó estaba en este hotel de Washington, el Westin, con la camiseta de la selección nacional venezolana, hoy un ciudadano privado que vive en Miami, atrás los días en que era presidente interino, recibido en la Casa Blanca y el Capitolio. También estaban otros opositores: Leopoldo López, Carlos Vecchio, David Smolanski. Aguardaban por si había que celebrar.

Pero poco se celebró. Hubo una euforia inicial por algunas encuestas a pie de urna, como la de la prestigiosa casa Edison Research, que vaticinaba una contundente victoria de los opositores. Pero a medida que pasaban las horas, la certeza del anuncio de victoria de la dictadura se fue imponiendo, y todo acabó quedando como estaba antes de la votación.

«Las dictaduras no se caracterizan por reconocer sus derrotas», asegura Rafael de la Cruz, coordinador de la campaña opositora de Con Venezuela en Washington y organizador de este evento.

Dijo De la Cruz que los opositores van a tener que mostrar la fuerza que tienen en la calle, «no de forma violenta, de forma pacífica». «La energía que todos han visto, esa energía popular que se ha creado en todos estos meses está ahí, presente en las calles, de manera que no nos vamos a dejar quitar el triunfo, vamos a estar en la calle pidiendo que se respete el derecho de los venezolanos a elegir y apoyándonos mucho en la comunidad democrática internacional que respalde los resultados reales», añadió.

Los opositores aseguran que un 25% de la población venezolana ha salido de su país durante la dictadura de Maduro, huyendo de la pobreza y la escasez. Creen ahora que muchos más pueden salir rumbo al norte. Ese, dicen, es un argumento para que los países vecinos de Venezuela tomen medidas: la presión migratoria sólo va a aumentar.

La estrategia de estos dirigentes va a ser presionar a la Casa Blanca y sus socios a que fuercen a Maduro a que demuestre su victoria, que permita una auditoría. El dictador ya ha rechazado esa idea: Maduro en persona dijo que él no se metió cuando Trump denunció fraude electoral, que eso son asuntos internos de otros países.

 

 

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