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Kamala se corona como candidata: llama a la unidad de EE.UU. y a «no volver atrás» con Trump

La candidata buscó ir más allá de la euforia y trató de hablar a los votantes moderados e independientes que necesita para ganar a Trump

 

 

Kamala Harris cerró el jueves por la noche en Chicago una de las transformaciones más radicales de la historia política de EE.UU.: en pocas semanas, ha pasado de ser una vicepresidenta impopular y segundona de una candidatura poco ilusionante a ser aclamada como nominada demócrata, envuelta en una energía desconocida en el partido desde la llegada de Barack Obama.

Harris se coronó en el cierre de la convención demócrata, en el que aceptó la nominación del partido poco más de un mes después de la renuncia de Joe Biden, el actual presidente, a la reelección. Lo hizo tras una ovación de locura del United Center, el estadio de los Bulls de la NBA y escenario de la convención, que no sonaba así desde los títulos de Michael Jordan en los noventa.

Harris ha demostrado en las últimas semanas que ha unificado su partido y que lo ha llenado de entusiasmo. En su discurso, buscó ir más allá de la euforia que se ha vivido en Chicago y trató de hablar a los votantes moderados e independientes que necesita para ganar a Donald Trump en noviembre.

«Sé que hay gente con visiones políticas diferentes que estarán viendo esto hoy. Y quiero que sepáis algo: prometo ser una presidenta para todos los estadounidenses», dijo en su intervención. «En esta elección, nuestra nación tiene una oportunidad preciosa pero efímera de dejar atrás el rencor, el cinismo y las batallas divisivas del pasado. Y una oportunidad para ir hacia delante. No como miembros de un partido o una facción, sino como estadounidenses».

Harris advirtió del peligro de que su rival vuelva a la Casa Blanca. «Sabemos cómo será un segundo mandato de Trump, está explicado en Proyecto 2025», dijo sobre una agenda impulsada por un grupo republicano conservador, que incluye restricciones al aborto a nivel nacional y de la que el expresidente republicano ha buscado distanciarse en las últimas semanas. «Trump quiere devolvernos al pasado», dijo en un momento en el que recitó avances sociales de los demócratas. «Pero, América, no vamos a volver atrás», proclamó y la parroquia coreó ese «no volver atrás» que se ha convertido en uno de los lemas de su campaña.

«En muchos aspectos, Donald Trump es un hombre poco serio. Pero las consecuencias de que regrese a la Casa Blanca son extremadamente serias», alertó. «Pensad en el poder que tendrá, especialmente después de que el Tribunal Supremo haya decidido que será inmune en sus causas penales», añadió de forma equívoca, ya que el alto tribunal no se pronunció de forma completa al respecto. Acusó al expresidente de «enviar una turba armada» al Capitolio en el episodio bochornoso y trágico del 6 de enero de 2021 y dijo que tiene la «intención explícita» de liberar a los condenados por ello, de perseguir a la empresa y de desplegar el ejército en ciudades con altos niveles de criminalidad.

Techo de cristal

Harris buscará este noviembre una cita con la historia: convertirse en la primera mujer en llegar a la presidencia de EE.UU., algo que ya evitó el propio Trump en 2016 con su victoria frente a Hillary Clinton, la primera mujer nominada por uno de los grandes partidos.

Para romper ese techo de cristal, Harris dejó claro que tendrá que apelar a la clase media que fue clave en aquella elección para la victoria del multimillonario neoyorquino. «Sabemos que la clase media siempre ha sido decisiva para el éxito de EE.UU. Construir esa clase media será un objetivo central de mi Presidencia», prometió. «Esto es algo personal para mí. La clase media es de donde vengo».

El discurso también era una oportunidad de Harris para volver a presentarse ante EE.UU., para impugnar el retrato que construyen los republicanos de una vicepresidenta intrascendente e ineficaz, elegida por Biden por ser mujer, negra y asiática (como relató en su discurso, su madre es de India y su padre, de Jamaica) y de una candidata con políticas extremistas. «Seré una presidenta que lidera y que escucha, realista y práctica, con sentido común y que siempre luchará por el pueblo de EE.UU.», prometió.

Defendió que en su carrera como fiscal y en sus responsabilidades políticas «mi único cliente ha sido el pueblo». Más tarde, dijo de Trump que «su único cliente es él mismo».

El discurso fue un intento evidente de Harris de ocupar el centro del electorado, el que tanto ella como Trump se disputan y que, con probabilidad, será el elemento más decisivo para la victoria electoral. La vicepresidenta puso mucho énfasis en el aborto, un asunto importante para los votantes moderados e independientes, y que es una de sus principales fortalezas.

Pero no dejó de lado lo que se perciben sus debilidades. Como la economía, donde arrastra una sensación que ha calado en EE.UU. que con Trump se vivía mejor que con la Administración Biden-Harris. O en inmigración, donde carga con las acusaciones de los republicanos de haber sido la responsable de entradas récord de inmigrantes, prometió conseguir «seguridad y protección» en la frontera. O la gestión de la guerra en Gaza, su talón de Aquiles, fuente de protestas por parte de los izquierdistas del partido, donde buscó neutralizar el problema haciendo malabarismos para contentar a todos: dijo que trabajaría sin descanso para conseguir acuerdos para liberar a los rehenes de Hamás y un alto el fuego y se puso de lado de Israel y de los palestinos.

Remontada

El cierre de la convención es el último espaldarazo a Harris para obrara una remontada frente a Trump, después de que Biden se desplomara en los sondeos tras su desastroso desempeño en el debate de candidatos del mes de junio. Cuando renunció el presidente, Trump le sacaba tres puntos en el acumulado de RealClearPolitics. Ahora, la nominada demócrata está 1,5 puntos por delante de Trump y sueña con conseguir una victoria histórica. Como dijo ella en medio del clímax entre los miles de delegados y altos cargos demócratas, «en este país todo es posible, nada está fuera de alcance».

«Siento alegría, respeto por ella, alivio, felicidad», decía a este periódico Nicki Antonio, líder de los demócratas en la asamblea legislativa de Ohio y una entre los miles de demócratas que ovacionaban a Harris en su despedida. «Hay una sensación de que venimos de un momento de oscuridad y Kamala nos está iluminando. Esta convención ha dejado claro lo diferente que es de Trump y espero que esto nos impulse a la victoria en noviembre», añadía mientras caía una lluvia de globos azules, rojos y blancos desde el cielo del United Center. La cuestión con Harris es si esa transformación milagrosa culminada en Chicago es solo como uno de esos globos. Y si se pinchará en algún momento en los dos meses y medio de campaña dura que le quedan por delante.

 

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