El partido que más se parece a España
«Felipe González y Alfonso Guerra lograron transformar un partido exiliado, pequeño y viejo en el principal partido político del país, un partido-nación»
Alejandra Svriz
Recuerdan ustedes aquel adagio que entonaban constantemente Felipe González y Alfonso Guerra durante todos los años que pasaron al frente de los destinos de su partido y de su país y que rezaba que el PSOE era el partido que más se parecía a España. ¿verdad?
De una forma sencilla y comprensible, Felipe y Alfonso hablaban de que en pocos años, los que van desde el 12 octubre de 1974, fecha el congreso de Suresnes cuyo 50 aniversario se celebrará la próxima semana, hasta el 28 de octubre de 1982, el día en el que el PSOE obtuvo 202 diputados en elecciones generales, el equipo capitaneado por ellos dos habían logrado transformar un partido exiliado, pequeño, radicalizado y viejo en el principal partido político del país. El Partido España. Un partido-nación.
Un partido capaz de hablarle a toda la sociedad española independientemente de su ideología de forma transversal para proponer a la misma las acciones política que nos llevarían en pocos años a convertirnos en una democracia plena, un actor económico y político de primer orden internacional y un miembro de la sociedad de naciones más exclusiva del planeta: la Unión Europea.
Una operación nada sencilla en periodo de paz y solo comparable a lo realizado primero en la derecha francesa por Charles de Gaulle e inmediatamente por la izquierda del mismo país de la mano de François Mitterrand, que desde planteamientos ideológicos casi antitéticos también lograron ampliar tanto las fronteras de sus partidos que los convirtieron en partidos-nación, capaces representar y sobre todo, simbolizar un proyecto de país capaz de trascender a las siglas y a las ideológías.
«El PP de Feijóo podría haber comenzado a andar por el camino de transformarse en un ‘partido nación’ con sus propuestas sobre conciliación y vivienda»
Les hablo de todo esto porque hace cosa de dos semanas, el Partido Popular liderado por Alberto Núñez Feijóo podría haber comenzado a andar por el siempre complejo camino de transformarse en un «partido nación» con sus propuestas de ley sobre conciliación y vivienda.
Dos proposiciones que además de triangular al PSOE en su agenda social, aprovechando la fijación sanchiana por conceder al independentismo lo que este le exija, lo que ha dejado un enorme territorio político en barbecho, permitirían a los populares disputar a los socialistas el mismo concepto del «Estado del bienestar«, logrando (si se explica correctamente) ampliar su base social hasta convertirlo en un partido-nación de tal suerte que si la operación tiene éxito, los populares podrían apropiarse de ella como ya hicieron antes con la libertad, solo que mientras la libertad no es un driver electoral mayoritario, los temas contenidos en las propuestas del PP sí lo son, al menos fuera de la M-30 madrileña.
Y lo cierto es que no lo tienen tan complicado ya que al menos desde el punto de vista histórico, a veces se olvida que el estado del bienestar europeo construido a partir de la segunda guerra mundial, no es una obra exclusiva de los partidos socialdemócratas, sino que debe su éxito al concurso de democristianos y liberales, dos de las familias que en España hoy componen al Partido Popular.