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Electoralmente bien, políticamente mal

No dejemos que los ciudadanos lleguen al convencimiento de que no hay en juego verdaderas opciones, porque todos están unidos en la defensa mezquina y desembozada de sus intereses. Así está la derecha: electoralmente bien, políticamente mal.

EVELYN MATTHEI

Con el triunfo en la puerta del horno

En pocos días más la derecha en su conjunto estará de festejo porque los resultados de las elecciones del 26 y 27 la va a favorecer ampliamente. Es el efecto de que se produzca una sintonía entre el peso electoral que se tiene y la representación que se consigue. La corrección de esta diferencia ya implica un triunfo.

La base de comparación, los resultados anteriores en idénticos comicios muestran que la derecha en la ocasión pasada obtuvo su peor resultado histórico, lo que  hace que el avance se pueda presentar como un gran salto, así que lo que es recuperación parecerá éxito absoluto.

Es posible que los resultados se encuentren en el borde superior de las expectativas de la oposición. Nuevamente el electorado de centroderecha saldrá al rescate de la dirigencia política del sector, limpiando con aire fresco el ambiente particularmente nocivo del último tiempo.

Pero los partidos de la centroderecha no pueden vivir del permanente subsidio que le entrega su fiel base de apoyo. Tienen que aportar con méritos propios si es que quieren triunfar el próximo año en la contienda principal.

Existe el arte de saber ganar y existe el arte de saber aprovechar las victorias. No hay que confundir ambas cosas.

Para aprovechar el impulso que le darán los resultados que vienen, la oposición tiene que superar pronto la crisis de credibilidad que envuelve a todos, pero dentro de la cual se ha conseguido un rol destacado. Es algo que está lejos de pasar.

Importa saber si va de salida de una zona de desgaste continuo. Si así no fuera, Chile Vamos sería un colectivo que instalaría un ambiente de incertidumbre. Esta es la condición ideal para perder posiciones en beneficio de quienes hayan experimentado menos desgaste en este proceso.

Nos encontramos ante un equilibrio inestable que no puede perdurar mucho tiempo. Por el momento, quién está mejor perfilado para ganar la elección presidencial es, al mismo tiempo, el sector con mayor cuestionamiento por la actuación de algunos de sus miembros más destacados.

Según las encuestas, el caso Audio desprestigio a todos, pero tuvo por epicentro a la derecha y así lo consignan todas las mediciones conocidas. Es esta circunstancia la que le impide transformar descontento en adhesión.

Esto terminó por impactar en la imagen de Evelyn Matthei, que es la única que ha mostrado un descenso en su valoración positiva entre los presidenciables.

Con el vuelo de la codorniz: bajo y rasante

Este era el momento para que Evelyn Matthei tomara la iniciativa y sacara a su coalición del marasmo. Lo que se constata es que no ha sabido cómo hacerlo y esto ya se está volviendo una costumbre.

La candidata ha intervenido en algunas oportunidades respecto del caso Audio y de la actuación de la Universidad San Sebastián. Sus partidarios debieran simplemente pensar en qué recuerdan de esas intervenciones y si no les dejó huella alguna, entonces ya saben a qué atenerse. Porque, luego de sus intervenciones, con razón, las cosas quedaron igual que antes.

Su error básico consiste en inmiscuirse aún más en la refriega verbal en vez de remontarla y proponer alternativas de solución aceptables para moros y cristianos.

En su última declaración cuestiona la imparcialidad de Ciper, respaldó a la Universidad San Sebastián y dejó caer a Chadwick (“no sabemos en qué cosas está involucrado o no está involucrado”).

En una intervención anterior, referida al sueldo de Marcela Cubillos, el problema de enfoque fue mayor, al comparar las cifras con las remuneraciones de las estrellas del deporte. Una figura deportiva gana mucho, todos saben cuánto y nadie lo cuestiona. No es lo mismo que madrugarse con un hecho, sorprender con el monto y no ser justificado debidamente por nadie. Una alcaldesa sabe de sobra que lo que más importa es cómo lo evalúan los electores y eso no lo consideró al hablar.

Repartir premios y castigos no es orientar. Con todo esto ¿qué se gana?, ¿hacia dónde se dirigen quienes la apoyan? Los seguidores quedan donde mismo estaban antes. Este tipo de conclusiones no se saca solo en esta coyuntura, sino que ya es un patrón de conducta.

Quien quiera encontrar un duro en los debates no podrá encontrar un mejor representante que Kast. Y este juego tiene un ganador seguro. El imitador es siempre el que pierde porque nadie escoge el sucedáneo teniendo el original al lado.

No se dirime una elección, sino el sistema de convivencia

Se reconocerá pronto que la dedicación preferente de la oposición a las acusaciones constitucionales la instalaron fuera de su posición más favorable.

La derecha tenía que estar públicamente en la campaña electoral y ésta desapareció del foco de atención; tendría que haber perfilado sus propuestas y sólo se conoce lo que le desagrada; tenía que alejarse de los ambientes enrarecidos y las acusaciones la sumergieron en el sector más contaminado.

Lo que hay que preguntarse es si hoy los sectores indecisos y los moderados tienen más o menos razones para optar por la centroderecha, ya sea como primera opción o como alternativa por descarte. Hasta ahora el mensaje que se transmite es uno y simple: “No voten por mí” cuando se trate de dirigir al país.

Como se puede constatar este sector ha mantenido sus fallos políticos y ha tenido una particular preocupación por hacerlo lo más notorio posible.

La centroderecha es constructiva, no sólo contestataria, ese es su diferencia específica, pero si no la expresa bajo un liderazgo inclusivo, orientador y respetado está cediendo la conducción antes de que nadie alcance a votar.

Encontrar acuerdos implica que las convicciones se imponen por sobre las conveniencias del momento, porque es cierto que en un acuerdo también el otro gana, pero de otro modo no vamos a fortalecer la institucionalidad en su conjunto. El juego dejará de tener respaldo y sentido para la gran mayoría ciudadana.

Si ésta es la sensación que se transmite al país se estará pidiendo el relevo del elenco disponible. Quienes hayan visto la actuación del Senado en la votación de las acusaciones constitucionales habrá presenciado la caída de un baluarte. Los temas no se cierran, las polémicas quedan abiertas y los acuerdos se alejan.

No dejemos que los ciudadanos lleguen al convencimiento de que no hay en juego verdaderas opciones, porque todos están unidos en la defensa mezquina y desembozada de sus intereses. Así está la derecha: electoralmente bien, políticamente mal.

 

 

ENLACE A LA NOTA EN «EL LÍBERO«:  https://ellibero.cl/columnas-de-opinion/electoralmente-bien-politicamente-mal/

 

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