El difícil escenario en política exterior que se avecina para el presidente Petro
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No luce despejado el horizonte para el presidente Gustavo Petro en política exterior. Al contrario, en las últimas horas se han anunciado dos hechos que, en caso de confirmarse, auguran días difíciles por venir en dos de sus frentes más cruciales: Estados Unidos y Venezuela. Según informa The New York Times, Marco Rubio podría ser el próximo secretario de Estado de Estados Unidos.
Rubio es un dirigente republicano que ha tenido duros enfrentamientos con el mandatario colombiano y que, de ser nombrado, estaría a cargo de las relaciones internacionales de la superpotencia.
El senador por Florida, que ha adoptado posturas de línea dura respecto a Cuba, Venezuela, China e Irán, parece ser el elegido del presidente electo Donald Trump para fungir como máximo diplomático de la nación, dijo el rotativo neoyorquino.
El cruce de agresiones verbales entre ambos está sobre la mesa. Petro ha dicho de él: “Así no le guste decirlo a nuestra prensa, el senador Rubio es expresión de los sectores más retardatarios de la política estadounidense y ha ayudado a construir una política exterior violenta. Esa política ha asesinado a millones de personas en el siglo XXI”.
Petro y Rubio, dos adversarios implacables
Desde la otra orilla, los mensajes también han sido severos. Por ejemplo, cuando Petro rompió relaciones con Israel, Rubio aseguró: “Es muy triste ver que un país tan increíble, de personas que tanto han sufrido a manos de los narcoterroristas, esté actualmente gobernado por un simpatizante terrorista que quiere ser la versión colombiana de Hugo Chávez”.
Maduro y Petro
“No hace mucho que el Gobierno de Colombia estaba controlado por líderes que apoyaban la democracia y se enfrentaban a dictadores y narcoterroristas. Esta semana reveló que sus nuevos líderes son izquierdistas dispuestos a perseguir opositores de Maduro y apaciguar a narcoguerrillas”, dijo también Rubio.
Y cuando el presidente Petro pidió a sus seguidores salir a la calle a defender las reformas sociales, mientras la vicepresidenta Francia Márquez destacaba el papel de la primera línea en las protestas, Rubio escribió: “El presidente de Colombia amenazó con una revolución si el Congreso no cedía a su demanda y la vicepresidenta marxista expresó su apoyo a un grupo terrorista con un historial de asesinatos e incendios de estaciones de policía”.
Aunque aún falta la confirmación oficial de su designación como encargado de las relaciones exteriores de Washington, el medio estadounidense lo da como un hecho: “Se espera que el presidente electo Donald Trump nombre al senador Marco Rubio de Florida como su secretario de Estado, dijeron el lunes tres personas familiarizadas con sus planes, cuando Trump avanza rápidamente para completar su equipo de política exterior y seguridad nacional”, aseguró el medio.
Trump con la mirada puesta en Venezuela
El diario recuerda que en 2019 Rubio ayudó a persuadir a Trump para que adoptara una política de sanciones contra Venezuela con el objetivo de desbancar a su autoritario presidente de izquierda, Nicolás Maduro. “Ha elegido una batalla que no puede ganar”, dijo Rubio sobre Maduro en ese momento. “Es solo cuestión de tiempo. Lo único que no sabemos es cuánto tiempo tomará, y si será pacífica o sangrienta”.
Los presidentes de México y Colombia
En fechas más recientes, Rubio expresó su apoyo incondicional a la guerra de Israel en Gaza. Cuando una activista por la paz le preguntó a finales del año pasado qué pensaba de las numerosas muertes de civiles palestinos, dijo: “Creo que Hamás es culpable al ciento por ciento”.
Es decir, una postura que va en absoluta contraposición al presidente Petro, quien no solo rompió relaciones con Israel, sino que lo acusa de ser un Estado genocida.
Petro calificó de “criminal” al primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, por lo que describió como el “genocidio en Gaza”, durante su discurso, en septiembre, ante la Asamblea General de la ONU.
En ese foro, Petro afirmó que en el mundo existe una lógica “de destrucción masiva, desatada en la crisis climática y la lógica de las bombas que suelta un criminal como Netanyahu sobre Gaza”.
El mandatario colombiano añadió que “cuando muera Gaza, morirá la humanidad toda”. Y sentenció que “el pueblo de Dios no era el pueblo de Israel, ni el pueblo de Estados Unidos de Norteamérica, sino que el pueblo de Dios es la humanidad toda y los niños de Gaza son humanidad. Están matando al pueblo elegido de Dios: los niños de la humanidad”.
En esa cumbre internacional, Petro también calificó a Cuba y Venezuela como países rebeldes, precisamente las dos naciones de América Latina que Rubio critica con mayor dureza por lo que llama las dictaduras comunistas de los Castro y de Nicolás Maduro.
Venezuela, un dolor de cabeza para Colombia
Pero las dificultades para Petro van en aumento. Todo esto ocurre en momentos en que, en la práctica, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dejó en soledad al presidente de Colombia en su intento de mediar en la crisis de Venezuela tras el fraude en las elecciones.
Lula, Maduro y Petro
En una fase de pragmatismo político, Lula dijo que su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, es un “problema” de Venezuela y no de Brasil, y que no puede continuar preocupándose por la política del país vecino.
“Tenemos que tener mucho cuidado cuando lidiamos con otros países y otros presidentes. Yo creo que Maduro es un problema de Venezuela, no es un problema de Brasil”, declaró en entrevista con la cadena de televisión RedeTV.
Lula afirmó que quiere que Venezuela “viva bien” y que sus autoridades cuiden de los ciudadanos “con dignidad”.
Y es que el bloque de los tres países de línea progresista –México, Brasil y Colombia– que venían haciendo esfuerzos para lograr una salida a la crisis política de Venezuela se ha desintegrado. Ante este nuevo escenario, el presidente Gustavo Petro tiene poco margen de maniobra para obtener resultados positivos.
La situación es muy compleja porque Colombia es el país que más sufre los efectos de lo que ocurre en Venezuela. Comparte una frontera de 2.219 kilómetros, con poblaciones a ambos lados que se desplazan a diario en sus actividades cotidianas.
Además, en Venezuela se encuentran protegidos los jefes de la disidencia de la Segunda Marquetalia y del Ejército de Liberación Nacional (ELN); y Colombia ha recibido un éxodo de 3 millones de venezolanos.
No existe una fórmula para solucionar el problema. Ni el cerco diplomático de Iván Duque ni la invitación a una transición democrática propuesta por Petro han dado resultados. Maduro no solo responde cada vez con más dureza, sino que se atrinchera sin importarle el llamado de la comunidad internacional.
El primero en tomar distancia fue el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien justificó el cambio de gobierno en su país para anunciar que no seguiría en el trío de países.
Tras la posesión de la presidenta, Claudia Sheinbaum, la situación ha seguido en la misma línea y, al menos públicamente, ella no ha mostrado gestos para exigirle a Maduro que respete la voluntad de los ciudadanos expresada en las urnas.
Según las actas presentadas por el Centro Carter, “Edmundo González ganó con más del 67 por ciento” de los votos, mientras que el presidente chavista Nicolás Maduro obtuvo el 31 por ciento.
González ganó las elecciones
El presidente Petro comentó en una entrevista con CNN la complejidad de la situación: “Tienes una oposición que se siente gobierno, pero no está en el gobierno, y a un gobierno que no dejó ver las actas. No pueden legitimar las elecciones, pero están en el poder. Son dos posiciones absolutamente polarizadas y distanciadas”.
Petro y Trump
Petro también declaró que la sociedad venezolana, “de todos los bandos”, no tuvo libertad para participar en las elecciones presidenciales del 28 de julio. El comentario aludía tanto a la decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela de impedir la participación de María Corina Machado, ganadora de las primarias de la oposición, como a la situación del gobierno, ya que “un país bajo sanciones económicas no es libre para votar” en alusión a las decisiones tomadas por Estados Unidos.
“El proceso previo a los comicios fue erróneo”, precisó Petro. “Todo lo que se había hablado en México, Colombia y Barbados para que pudieran ocurrir elecciones libres no se cumplió”.
En esta dinámica, el presidente Lula da Silva también subió el tono contra Maduro, exigiéndole que respetara la voluntad de las urnas.
En los últimos días, la distancia entre Lula y Maduro aumentó a niveles críticos. Maduro aprovechó la reunión del bloque BRICS –una alianza económica, política y social integrada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica– para irrumpir en la cita realizada en Kazán, Rusia.
Su intención era demostrar que su gobierno aún cuenta con apoyos internacionales importantes y obtener una foto con los líderes de esas naciones para presentarla como un logro político. Sin embargo, fracasó.
El asesor especial de la presidencia de Brasil, Celso Amorim, explicó que la exclusión de Venezuela del grupo BRICS no se debió a razones políticas, sino a un “quiebre de confianza” con el régimen de Maduro.
“La cuestión con Venezuela no tiene que ver con democracia, sino con una ruptura de confianza. Nos dijeron una cosa y no fue hecha”, manifestó Amorim en una entrevista con O Globo.
La respuesta de Maduro fue severa: “El pueblo venezolano siente indignación y vergüenza por esta agresión inexplicable e inmoral de la cancillería brasileña (Itamaraty), que mantiene lo peor de las políticas de Jair Bolsonaro contra la Revolución Bolivariana fundada por el comandante Hugo Chávez”. Una auténtica bofetada.
Comparar a Lula con Bolsonaro es un insulto que seguramente aumentará el abismo existente entre Brasil y Venezuela.
En este punto, Colombia queda a la deriva. Y en una situación más difícil ahora, cuando en Estados Unidos soplan otros vientos tras las elecciones en las que Trump obtuvo un triunfo incuestionable.