Joaquín Pérez Rodríguez: Carta de un hijo orgulloso
Ayer en horas de la tarde, el 22 de noviembre de 2024, falleció mi padre Joaquín Alberto Pérez Rodríguez. Aunque tengo una gran tristeza, tu recuerdo y enseñanzas me llenan de alegría. Fueron 61 años de matrimonio con mi mamá, Iraida Beatriz Barrios de Pérez, tu fiel compañera y tu amor eterno, somos 7 hijos, 20 nietos y dos bisnietos que te amamos y tenemos el placer de ser tus descendientes.
Mi papá es, era un ser muy especial.
A muy temprana edad, a tus 15 años, asumiste la lucha ante un gobierno y un régimen totalitario en busca de la democracia, libertad y algo que era innato en ti, que creció con tu formación católica con los jesuitas, la lucha social, el ayudar al más débil, desamparado, al que no tiene voz y no se puede defender de las injusticias.
Se me hace imposible resumir tu vida en un párrafo, tu lucha, ese amor ejemplar a mi mamá y demás familiares. Quienes te conocieron saben de lo que hablo. Una persona integra, honesta, amigo, compañero… ese que da su mano franca.
Fuiste dirigente estudiantil, realizaste lucha activa, formaste parte de los Comandos rurales en Cuba, fuiste parte importante de la manifestación en La Habana del Parque Central, trabajaste como agricultor en Portuguesa, peleaste en contra de las injusticias de los campesinos de Venezuela y fuiste su voz como presidentes de Fedeagro. Llegaste a ser gobierno como presidente de los Centrales azucareros de Venezuela (Cenazuca), y fuiste vice ministro de Información y Turismo con la queja de mi mamá que el ministerio era: “Mucha información y poco turismo”. Esto te convirtió en el primer miembro de un gabinete presidencial no nacido en Venezuela. A tu salida del Ministerio, viajamos a Bruselas, tú como ministro consejero de la legación venezolana ante la Comunidad Económica Europea. Luego de Bruselas estudiaste un MBA en Boston y un MPA en Harvard. Esa vida fuera de Venezuela fue de gran valor para la familia, y en estos días te pregunté cual había sido la época de tu vida que considerabas la más feliz, y de dijiste que fue esta, cuando nos tenías a todos los hijos juntos, compartiendo y aprendiendo.
Esa vida fuera de Venezuela fue de gran valor para la familia y nos recalcaste que a veces se pueden perder todos los bienes materiales, pero nunca se pierde nuestra formación, y parte de ella era importante aprender diferentes idiomas y conocer diferentes culturas. Palabras sabias y qué razón tenías, lo que te agradezco enormemente.
Al regresar a Venezuela tomaste el cargo de Secretario Nacional de Organización del Partido Social Cristiano, COPEI. En este momento aplicaste el uno por diez (método, que tú creaste, de movilización de votantes, apoyado por análisis de computación) aplicado en las campañas de Gobernaciones y Alcaldías donde COPEI ganó la mayoría. En 1987 creaste la empresa CAMPOL para campañas electorales.
Has trabajado como asesor en Venezuela, Aruba, Bonaire, Ecuador, República Dominicana, El Salvador, México y en los Estados Unidos has asesorado en campañas en California, New Jersey y la Florida. Durante el mes de marzo del 2014 coordinaste la primera encuesta política que se ha realizado en Cuba durante la dictadura comunista.
Te mantuviste activo hasta hace muy poco en campañas, charlas y como articulista. Has conocidos a presidentes, primeros ministros, alcaldes, gobernadores. Algunos pasaron por la casa y siempre aprecié que saludabas, con cariño y respeto, desde el portero hasta el más alto ejecutivo de la empresa o ministerio en el que has trabajado.
Eras una enciclopedia, sabías de todo y con profundidad del tema, te mantenías al día en todo: economía, política, arte, música, tecnología, deportes, computación, hasta la farándula, y lograbas comunicarte a diario con todos tus nietos, que se encuentran regados por el mundo. Te vi leer novelas de Vargas Llosa, poemas de Antonio Machado y José Martí, leer la serie completa de Will Durant. No sé cuántos libros leíste, pero recuerdo que me decías, “deberías leer este libro, es muy interesante” y me dabas una breve reseña para animarme a leerlo.
Tu carisma y agradable carácter se compensaba con la disciplina que imponías, y más en casa con 7 hijos. Todos tus hijos somos profesionales, lo que te llenó de orgullo, todos somos trabajadores y honestos con los principios inculcados en casa. Sin temor a equivocarme, creo que todos somos gente de bien, sé que eso te enorgullecía más que los títulos que hemos logrado. Siempre te gustó compartir en familia, reunirte con familiares, en especial con tus primos y hermana, donde eras el primo mayor.
Fueron muchos tus logros, condecoraciones, medallas y diplomas, de los que nunca diste alarde. Y siendo como tú realmente eres, buscaste tu esencia, ese espíritu de lucha social cristiano al asumir el directorio del Instituto Jesuita Pedro Arrupe, donde te llenó mucho el poder ayudar y contribuir una vez más con los más pobres, los inmigrantes, y fortalecer en los jóvenes la fe católica, como ya habías hecho muchos años atrás en los comandos rurales de la Sierra Maestra ayudando y alfabetizando a los campesinos. Institución de la cual te retiraste por tu enfermedad.
Con los años te vi ayudar a muchos sin esperar nada a cambio. Te vi pelear en el tatami y en las calles de Caracas, contra maleantes y gobiernos totalitarios. Te vi caer y levantarte, te vi recomenzar y ayer te vi partir.
Te extraño y extrañaré siempre, esas llamadas, ese: ¡July! al atender el teléfono, las conversaciones, tu apoyo incondicional y tu positividad ante los problemas, incluso tus silbidos melodiosos en la comida, cuando buscabas algo u ocurría una pausa en la conversación.
Con lágrimas en los ojos te digo que: Te quiero mucho y te agradezco todo. Te agradezco el amor, el tiempo y el ejemplo que nos diste, tu cariño a mis hijos y a Auri, a quien siempre trataste como una hija más.
Cuando era inminente lo que te esperaba, te reuniste con todos tus hijos, nietos y familiares más cercanos, nos hablaste de lo que venía, nos diste fortaleza y la confianza de que estabas preparado para esta nueva etapa, que te ibas tranquilo y en Paz, y así lo hiciste.
Tu profunda fe católica y el aprendizaje jesuita te acompañó toda tu vida, nos enseñaste lo que creías firmemente en las palabras de Teilhard de Chardin: «En la eternidad éramos; al nacer comenzamos a existir. Existir es ser en el tiempo. Y al morir dejamos de existir, pero no dejamos de ser. Somos seres espirituales que vivimos una aventura terrenal».
Descansa en Paz.