Trump se inclina por obligar a los ucranianos a hacer concesiones

Donald Trump estrecha la mano de Keith Kellogg (d) tras anunciarle como jefe de gabinete del asesor de seguridad nacional – afp

Donald Trump ha dejado claro cómo planea cumplir su promesa de poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania en tan solo veinticuatro horas tras asumir el poder: congelar las líneas de combate y obligar a ambas partes a negociar, lo que implicaría concesiones, incluso por parte de Ucrania. Esta estrategia ya fue explicada en el pasado por el general retirado Keith Kellogg, designado por el presidente electo como enviado especial de la Casa Blanca para este conflicto.

Kellogg, de 80 años y que fue asesor de seguridad nacional en funciones de Trump, ha detallado su plan de paz en varias ocasiones, incluyendo un artículo que escribió en abril para el instituto America First Policy Institute. Desde su posición como copresidente del Centro de Seguridad Estadounidense de este instituto, un ‘think tank’ conservador, Kellogg publicó como coautor un informe en el que abogaba por una política formal de EE.UU. para buscar un alto el fuego y un acuerdo negociado en el conflicto de Ucrania.

Rusia inició la guerra en 2022, con el argumento de que la orientación prooccidental de Ucrania y su intención de unirse a la Unión Europea y la OTAN representaban una amenaza para su seguridad. Zelenski cifró, el pasado febrero, en 31.000 las bajas en su ejército; el 14 de noviembre, según cifras oficiales de Kiev, los civiles muertos ascendían a 13.574. ‘The Economist’ ha estimado este mes que los muertos en Ucrania estarían entre los 60.000 y los 100.000. Por otra parte, ‘The Wall Street Journal’ sitúa en 600.000 las bajas rusas, mientras que Ucrania las eleva, entre muertos y heridos, a 722.440. Zelenski ha defendido que no puede sentarse a negociar si las tropas rusas siguen invadiendo su país y e intentando tomar Kiev.

La designación del general Kellogg representa un cambio significativo en la política de EE.UU. Durante la Administración de Biden, la Casa Blanca ha proporcionado sustanciales ayudas económicas y militares a Ucrania. Recientemente, se ha autorizado el uso de misiles de largo alcance suministrados por EE.UU. en ataques dentro de Rusia. Hasta el 30 de septiembre de 2024, la financiación de la respuesta de EE.UU. a la situación en Ucrania asciende a casi 183.000 millones de dólares, con 130.100 millones comprometidos y 86.700 millones desembolsados, según el Council on Foreign Relations. Kellogg firmó hace poco una carta con otros analistas y asesores que recomendaba al Capitolio pausar envíos para forzar una salida negociada al conflicto.

Tampoco es que Kellogg haya planteado concederle a Putin todo lo que solicita sin condiciones. De hecho, el general también ha propuesto el uso de armas estadounidenses como herramienta de presión para llevar a Moscú a la mesa de negociaciones. En una entrevista con Reuters en junio, donde explicó posibles estrategias diplomáticas hacia Rusia, Kellogg advirtió que si Putin rechazara la oportunidad de negociar, EE.UU. podría proporcionar a Ucrania «todo lo que necesiten para matarte en el campo de batalla».

Horas después de que Trump anunciara la designación del general, el régimen en Moscú lanzó un ataque masivo contra la infraestructura energética ucraniana, dejando sin electricidad a más de un millón de personas. Putin justificó los bombardeos como represalia por los ataques ucranianos con misiles suministrados por EE.UU. y advirtió de una ofensiva de mayor envergadura. Al hilo de este ataque, el presidente ucraniano dijo que «Putin no tiene interés en poner fin a esta guerra». En un mensaje en Telegram, Zelenski afirmó que «la escalada actual de Putin es una forma de presión destinada a forzar eventualmente al presidente de EE.UU. a aceptar los términos de Rusia».

En Washington se ha especulado sobre la supuesta cercanía de Trump a Rusia, especialmente después de que el fiscal especial Robert Mueller concluyera que, aunque el Kremlin interfirió en las elecciones de 2016, no hubo coordinación consciente por parte de Trump con Moscú. Trump ha negado consistentemente estas acusaciones, calificándolas de caza de brujas. Durante su campaña, el presidente electo atribuyó gran parte de la responsabilidad de la guerra en Ucrania al presidente saliente, Joe Biden, por no haber evitado la invasión. Aunque Biden alertó sobre los planes de Putin en 2021 y 2022, el general Kellogg ha expresado opiniones similares a las de Trump, responsabilizando a Biden por una supuesta debilidad.

El vicepresidente electo, J. D. Vance, ha abogado por un cese inmediato de las ayudas a Ucrania, argumentando que esos fondos deberían destinarse a necesidades internas de EE.UU. Esta postura contrasta con la de otros miembros de la Administración Trump, como el senador Marco Rubio, designado secretario de Estado, quien ha manifestado su apoyo a Ucrania. Rubio, sin embargo, ha votado en contra de paquetes de ayuda militar a Ucrania y ha señalado que el conflicto ha llegado a un «punto muerto» que requiere una solución pragmática.