Beatriz Pineda Sansone: Dos inteligencias en pugna
Giovanni Boccaccio fue un escritor italiano del siglo XIV, nació el 16 de junio de 1313 y falleció el 21 de diciembre de 1375, en Certaldo, Italia. Considerado uno de los padres de la literatura italiana moderna junto con Dante Alighieri y Francesco Petrarca. Es famoso principalmente por su obra maestra, “El Decamerón”, una colección de relatos que narran las historias de un grupo de jóvenes que se refugian en una villa para escapar de la peste negra, una pandemia que asoló Europa y, por supuesto a Italia. Esta catástrofe sanitaria causó una mortandad masiva y generó un profundo impac to psicológico y social. La peste es el telón de fondo del ”Decamerón”.
En uno de los relatos titulado “Un palafrenero se acuesta con la esposa del rey Agilulfo”, Boccaccio nos cuenta la historia de un cuidador de caballos, que se enamora perdidamente de la reina y decide aprovechar una oportunidad para acostarse con ella. Esa misma noche, el rey decide ir a visitar a su esposa la reina, quien acababa de despedir al palafrenero, creyendo que era el rey. Asombrada la reina le dijo: -¡Oh, mi señor! ¿Qué novedad es la de esta noche? Vos acabáis de marcharos y habéis tomado más placer de mí de lo acostumbrado, ¿y ahora regresáis tan pronto? Tened cuidado con lo que hacéis.
Al oír estas palabras, el rey supuso de inmediato que la reina había sido engañada por la semejanza de costumbres y de apariencia, pero como sabio que era, al ver que ni la reina ni nadie se había dado cuenta, pensó de inmediato no advertirle de ello, lo que muchos necios no habrían hecho. Así que el rey, más turbado por dentro que en el gesto o en las palabras, le respondió: -Señora, ¡no os parezco hombre para poder haber estado y volver después de nuevo?
-Sí, mi señor; pero no obstante os ruego que miréis por vuestra salud.
Y el rey dijo: -Pues me complace seguir vuestro consejo, y esta vez voy a marcharme sin daros más molestia.
Y con el ánimo lleno de ira y desdén por lo que veía que se le había hecho, volviendo a tomar su manto, salió de la alcoba y pensó que tenía que encontrar en secreto a quien había perpetrado la acción, imaginando que tenía que ser de la casa, y que quienquiera que fuese no había podido salir de ella. Así que, tomando una pequeñísima luz se fue a una larga habitación que había en su palacio sobre los establos de los caballos, donde casi toda la servidumbre dormía en distinto lecho; y estimando que, quienquiera que fuese el que había hecho lo que la señora decía, no se le habría podido calmar aún el pulso y el latido del corazón. Así que fue tocándoles el pecho a todos para saber si les palpitaba. Como todos los demás descansaban profundamente, el que había estado con la reina no dormía aún; por lo que, al ver venir al rey y sabiendo lo que iba buscando, comenzó a temblar y supo firmemente que, si el rey lo advertía, sin tardanza lo mandaría a matar. No obstante, como vio al rey sin arma alguna, decidió fingir que dormía y esperar a ver qué hacía. Habiendo buscado el rey en muchos sin encontrar ningún indicio, al llegar a este y ver que le latía fuertemente el corazón, dijo para sí: “Este es”.
En lugar de ejecutar al palafrenero, o hacer pública la afrenta, le cortó un mechón de pelo, que entonces se llevaba muy largo, con un par de tijeritas, para distinguirlo del resto a la mañana siguiente. Y hecho esto, se marchó a su alcoba. Una vez ejecutado este acto, el palafrenero se levantó en medio de la noche y encontrando un par de tijeras de las que se usan para el servicio de los caballos, silenciosamente, les fue cortando, al resto de los palafreneros, el mismo mechón de pelo. De forma que, al día siguiente, el rey mandó a llamar a todos los palafreneros y cuál fue su sorpresa al ver a la mayor parte de ellos con el pelo cortado de la misma forma. No pudiendo distinguir entre tantos cuál era el culpable, se asombró y dijo para sí: “Ése, al que voy buscando, aunque sea de baja condición, demuestra perfectamente tener buen juicio”. Luego, al ver que sin escándalo no podía hallar al que buscaba, dispuesto a evitar procurarse una gran vergüenza por una pequeña venganza, quiso amonestarlo con una sola frase y demostrarle que se había dado cuenta; y dirigiéndose a todos dijo: Quien lo ha hecho no lo haga más, e id con Dios.
Quienes oyeron aquella frase se asombraron y durante mucho tiempo se preguntaron qué había querido decir el rey, pero no hubo nadie que la entendiese salvo aquel a quien iba dirigida, quien como sabio, jamás en vida del rey lo descubrió, ni jamás aventuró su vida con una acción semejante.
Esta historia, como muchas otras en “El Decamerón”, tiene múltiples interpretaciones. Algunos de los posibles sentidos que se le atribuyen son:
El acto de la suplantación: el palafrenero utilizó el manto, la antorcha y la vara que constituyen los atributos externos que connotan la personalidad del rey, y sobre ellos se apoyó para suplantar al soberano. Mientras que el mal olor es el atributo externo de la condición social-laboral del palafrenero, su ocultamiento resulta decisivo en un encuentro amoroso como este, donde van a contar, sobre todo, los sentidos. Estas acciones nos demuestran una gran inteligencia por parte del palafrenero.
La ironía de la venganza: el rey, en lugar de recurrir a una venganza violenta y evidente, evita un escándalo mayor y opta por una humillación pública que marca al palafrenero. Esto revela una indiscutible inteligencia y control de la situación por parte del rey.
La fragilidad del poder: a pesar de ser el rey Agilulfo, de los lombardos, no está exento de sufrir traiciones y humillaciones. Esto nos muestra que el poder no es una garantía de felicidad ni de invulnerabilidad.
La importancia de la reputación: el rey evitó un escándalo público, a toda costa, para preservar su propia imagen y la de su reino. Esto refleja la importancia que se le daba a la reputación en la sociedad medieval. Por su parte, el palafrenero salvo su vida acometiendo el acto de cortar el mechón de pelo a la mayoría de sus compañeros con el fin de confundir al rey.
El relato también nos habla de la naturaleza humana: de la ambición, la traición, la venganza y la capacidad de las personas para engañar y ser engañadas.
La historia del palafrenero es una muestra de la habilidad de Boccaccio para narrar historias entretenidas y al mismo tiempo reflexionar sobre temas universales como el amor, el poder, la traición y la condición humana.
Mi nombre es Beatriz Pineda Sansone. Nací en la ciudad de Maracaibo, Venezuela. De niña era inquieta, llena de arrojo. Admiraba a nuestro Arturo Uslar Pietri, quien conducía el programa televisivo Valores Humanos. Su ejemplo ha sido mi norte. Gracias a mis hijas he realizado grandes aventuras a favor de los niños. Creé el Taller Literario Infantil Manzanita que devino en Fundación en 1985. Más tarde, con motivo del nacimiento de un nuevo diario en Maracaibo, fundé Azulejo, el periódico de los niños del diario La Verdad –primera etapa-. Extendí el Programa La Hora del Cuento a centros de arte, museos, universidades, colegios y McDonald’s Padilla de la ciudad con el fin de cultivar en los niños el amor por la lectura, y todas sus destrezas cognitivas, afectivas y psicomotoras.
Más tarde, en 1996, obtuve el título en Filología Hispánica con el premio Summa Cum Laude en la Universidad del Zulia. Cursé estudios de postgrado (2000-2003). Me convertí en articulista de los diarios venezolanos Economía Hoy, Panorama y El Universal.
Soy autora de: Las Memorias del Maestro Ramiro (1979); Desde otro rayo (1992). Universidad del Zulia; Los ojos de la montaña (2011). Entrelíneas Editores, España; La Hora del Cuento. Enseñar a razonar a los niños a través de la lectura de cuentos (2015). Ediciones de la Torre, España; El Principito y los Ideales. Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento (2017). Editorial Verbum, España; La Aventura nunca imaginada de un lápiz (2018). Fundación editorial el Perro y la Rana. Venezuela; Una niña de mi edad (2019). Editorial Tandaia, España. Malika, la más pequeña de la manada (2021). Europa ediciones. Roma.
En la actualidad desarrollo una intensa labor a favor de la lectura a través de las redes sociales: @beapinpaz.escritora, los chats Aventuras Literarias y Café Lectura.