Ramón Peña / En pocas palabras: Ucrania es Europa
Putin, en su afligida nostalgia por la extinción de la URSS, para él “la mayor desgracia del SXX”, se arroga heredero de Stalin para rescatar las piezas fragmentadas del viejo imperio soviético. Sería cándido pensar que Ucrania sea el límite de sus intenciones expansionistas, antes ocurrió la brutal invasión de Chechenia y la separación de Osetia del Sur y Abjasia de Georgia. Bielorrusia ya es apéndice de su reino. Acabamos de ver sus intentonas de subvertir las elecciones de Rumania y Moldavia.
La notoria militarización de Rusia con la dedicación del 40% del presupuesto nacional a armamento, sus escuelas entrenando a los niños para la guerra, los medios de comunicación tildando de infrahumanos a los ucranianos, o de corrompidas a las sociedades de la Europa democrática, son iniciativas que nos recuerdan la visión y la propaganda nazi del lebesraum o espacio vital a conquistar.
Hoy, entretanto, se abre un postigo de paz para detener el martirio de más de mil días del pueblo ucraniano. Un sosiego para sus habitantes que sería más que terapéutico. Las miradas del mundo para este anhelo están puestas en la promesa de Donald Trump de componer rápidamente una suerte de paz express gracias a su buen rapport con Putin. Pero, ¿Puede tal paz reducirse a un arreglo entre La Casa Blanca y el Kremlin, a ser aceptada por Zelenski?
En Ucrania se está jugando el futuro de la paz de Europa. Es sabido que la preocupación de Trump sobre la seguridad de Europa no es mayor que el interés que profesa por el cambio climático. En cuanto a Putin, la paz le inspira el mismo respeto que siente por la democracia occidental. Corresponde entonces a la Unión Europea, de manera indelegable, la última palabra en lo que vaya a ser el desenlace en Ucrania.