Karina Sainz Borgo: Olvidos de España
Si España existe como unidad es porque una Constitución y una disposición ciudadana así lo consagran. Si América Latina intenta un espíritu de conjunto es porque el Atlántico y el Pacífico no le dejan otra opción. En un comienzo se definió por su oposición a la metrópoli colonial española y luego trazó el resto de su identidad proyectándola como lo contrario a Estados Unidos. Todos y cada uno de los países que conforman el continente comparten el mismo delirio delque habló Carlos Granés en su maravilloso ensayo publicado por Taurus.
Esta semana, en Jalisco, los escritores que representaron a España en la FIL de Guadalajara intentaron el relato colectivo, pero no acabó de salirles. Pudiendo ser muchas más voces –el ministerio diseñó un programa desigual–, pero estas fueron las más comunes: la de nacidos en democracia, la de los educados en el franquismo, la de los que vivieron la Transición y también la de aquellos que le hacen un traje. Estuvieron incluidos en ese coro los españoles por destierro y exilio y, por supuesto, los no invitados.
Hubo intentos, pero a lo colectivo le faltaban palabras. Una España hipoalergénica cruzó el Atlántico para encontrarse con un México en trance de descalabro. No existe tal cosa como una literatura nacional ni una patria, pero, teniendo en cuenta que España y América se constituyen la una a la otra, resulta llamativo que ninguna de las dos posea un relato claro ante sí misma ni ante la otra. España ha olvidado América. La cultura española del siglo XX se forjó en el exilio. A pesar de eso, España ha preferido hablar de sí misma en Guadalajara. Escucharse, leerse, reprocharse, mirarse al espejo. Ese empeño por estar tan lejos acaba aislando a una nación sobre la que pasa el meridiano de una lengua común. De tan metida en sí misma que la percibo a veces, temo que acabe exhalando ya no los suspiros, sino olvidos de España.
En medio de un café a primera hora de la mañana, escuché al escritor y periodista Juan Cruz decir que muchos de los participantes en la FIL de Guadalajara podían definirse como los ‘nuevos españoles’, seres novísimos, formados en una democracia ya plena, a quienes preocupaban otros asuntos. «¿Cuáles?». Un repaso a los principales temas del programa puso de manifiesto una recitación de asuntos triviales. ¿El cuerpo? ¿El género? ¿Las rupturas? ¿El desamor? ¿Es que acaso los ‘nuevos españoles’, como los llama Juan, nacieron en blanco y envueltos en una crisálida? Vinieron olvidados de casa.