Joe Biden: Lo que los estadounidenses deben recordar sobre el 6 de enero
Hace cuatro años, nuestra democracia fue puesta a prueba y venció.
Miles de partidarios del presidente Donald Trump irrumpieron en el Capitolio el 6 de enero de 2021. (Michael Robinson Chavez/The Washington Post)
Este 6 de enero habrá orden. Los secretarios, el personal y los miembros del Congreso se reunirán para certificar los resultados de unas elecciones presidenciales libres y justas y garantizar un traspaso pacífico del poder. La policía del Capitolio vigilará la ciudadela de nuestra democracia.
La vicepresidenta de los Estados Unidos, fiel a su deber según nuestra Constitución, presidirá la certificación de la victoria de su oponente en las elecciones de noviembre.
Es una ceremonia que durante más de dos siglos ha hecho de Estados Unidos un faro para el mundo, una ceremonia que ratifica la voluntad de los votantes.
Durante gran parte de nuestra historia, este procedimiento se trató como algo pro forma, un acto rutinario. Pero después de lo que presenciamos el 6 de enero de 2021, sabemos que nunca más podremos darlo por sentado.
Insurrectos violentos atacaron el Capitolio, amenazaron la vida de funcionarios electos y agredieron a valientes agentes del orden.
Debemos estar orgullosos de que nuestra democracia resistiera este asalto. Y debemos alegrarnos de que no volveremos a presenciar un ataque tan vergonzoso este año.
Pero no debemos olvidar. Debemos recordar la sabiduría del adagio que dice que cualquier nación que olvida su pasado está condenada a repetirlo. No podemos aceptar que se repita lo que ocurrió hace cuatro años.
Se ha puesto en marcha un esfuerzo implacable para reescribir -incluso borrar- la historia de aquel día. Para decirnos que no vimos lo que todos vimos con nuestros propios ojos. Para descartar las preocupaciones al respecto como una especie de obsesión partidista. Explicar lo sucedido como una protesta que se nos fue de las manos.
Esto no es lo que ocurrió.
Con el tiempo, habrá estadounidenses que no presenciaron de primera mano los disturbios del 6 de enero, pero aprenderán sobre ellos a través de las imágenes y los testimonios de aquel día, de lo que se escriba en los libros de historia y de la verdad que transmitamos a nuestros hijos. No podemos permitir que se pierda la verdad.
Miles de alborotadores cruzaron el National Mall y escalaron los muros del Capitolio, rompiendo ventanas y derribando puertas. A pocas manzanas de allí, encontraron una bomba cerca de donde se encontraba la vicepresidenta entrante, amenazando su vida. Los agentes del orden fueron golpeados, arrastrados, dejados inconscientes y pisoteados. Algunos policías acabaron muriendo.
Ese día, como presidente electo, me dirigí al país e hice un llamamiento a la paz y a la reanudación de la certificación.
Cuatro años después, al dejar el cargo, estoy decidido a hacer todo lo posible para respetar el traspaso pacífico del poder y restablecer las tradiciones que durante tanto tiempo hemos respetado en Estados Unidos. Las elecciones se certificarán pacíficamente. He invitado al presidente entrante a la Casa Blanca en la mañana del 20 de enero, y estaré presente en su toma de posesión esa tarde.
Pero en este día, no podemos olvidar. Es lo que debemos a quienes fundaron esta nación, a quienes han luchado por ella y han muerto por ella.
Y deberíamos comprometernos a recordar el 6 de enero de 2021 todos los años. Recordarlo como un día en el que nuestra democracia fue puesta a prueba y prevaleció. Recordar que la democracia, incluso en Estados Unidos, nunca está garantizada.
Nunca debemos olvidar que es nuestra democracia la que hace que todo sea posible: nuestras libertades, nuestros derechos, nuestras libertades, nuestros sueños. Y que corresponde a cada generación de estadounidenses defenderla y protegerla.
NOTA ORIGINAL:
The Washington Post
Joe Biden: What Americans should remember about Jan. 6
Four years ago, our democracy was put to the test — and prevailed.
On this Jan. 6, order will be called. Clerks, staff and members of Congress will gather to certify the results of a free and fair presidential election and ensure a peaceful transfer of power. Capitol Police will stand guard over the citadel of our democracy.
The vice president of the United States, faithful to her duty under our Constitution, will preside over the certification of her opponent’s victory in the November election.
It is a ceremony that for more than two centuries has made America a beacon to the world, a ceremony that ratifies the will of the voters.
For much of our history, this proceeding was treated as pro forma, a routine act. But after what we all witnessed on Jan. 6, 2021, we know we can never again take it for granted.
Violent insurrectionists attacked the Capitol, threatened the lives of elected officials and assaulted brave law enforcement officers.
We should be proud that our democracy withstood this assault. And we should be glad we will not see such a shameful attack again this year.
But we should not forget. We must remember the wisdom of the adage that any nation that forgets its past is doomed to repeat it. We cannot accept a repeat of what occurred four years ago.
An unrelenting effort has been underway to rewrite — even erase — the history of that day. To tell us we didn’t see what we all saw with our own eyes. To dismiss concerns about it as some kind of partisan obsession. To explain it away as a protest that just got out of hand.
This is not what happened.
In time, there will be Americans who didn’t witness the Jan. 6 riot firsthand but will learn about it from footage and testimony of that day, from what is written in history books and from the truth we pass on to our children. We cannot allow the truth to be lost.
Thousands of rioters crossed the National Mall and climbed the Capitol walls, smashing windows and kicking down doors. Just blocks away, a bomb was found near the location of the incoming vice president, threatening her life. Law enforcement officials were beaten, dragged, knocked unconscious and stomped upon. Some police officers ultimately died as a result.
As president-elect that day, I spoke to the country and called for peace, and for the certification to resume.
Four years later, leaving office, I am determined to do everything I can to respect the peaceful transfer of power and restore the traditions we have long respected in America. The election will be certified peacefully. I have invited the incoming president to the White House on the morning of Jan. 20, and I will be present for his inauguration that afternoon.
But on this day, we cannot forget. This is what we owe those who founded this nation, those who have fought for it and died for it.
And we should commit to remembering Jan. 6, 2021, every year. To remember it as a day when our democracy was put to the test and prevailed. To remember that democracy — even in America — is never guaranteed.
We should never forget it is our democracy that makes everything possible — our freedoms, our rights, our liberties, our dreams. And that it falls to every generation of Americans to defend and protect it.