Beatriz Pineda Sansone: El Arte de Tropezar
“Tu error de hoy será tu maestro de mañana".
ANTONIO MACHADO
Cada caída es una oportunidad para elevarse. Así como un árbol se fortalece con las inclemencias del tiempo, nosotros crecemos y maduramos, gracias a nuestros errores. Cada tropiezo, por más doloroso que parezca, nos brinda una valiosa lección, una nueva perspectiva desde la cual observar el mundo.
A menudo, tendemos a ver los errores como fracasos, como pruebas de nuestra incapacidad. Esta visión limitada nos impide aprovechar todo el potencial que esconden. Las faltas son, en realidad, hitos en nuestro camino hacia el crecimiento personal. Son los escalones que nos acercan a una versión más sabia y experimentada de nosotros mismos.
Cuando cometemos un error, es natural sentir frustración, vergüenza o incluso culpabilidad. Pero en lugar de quedarnos estancados en esas emociones negativas, podemos aprovechar la oportunidad para reflexionar sobre lo sucedido: ¿qué aprendí de esta experiencia? ¿cómo puedo evitar repetir el mismo error en el futuro? Al hacernos estas preguntas, transformamos un obstáculo en una oportunidad de aprendizaje, porque la vida es un largo camino en el que somos alumnos y maestros a la vez. Unas veces nos toca enseñar y todos los días nos toca aprender.
El poeta español Antonio Machado nos dejó un canto a la vida y al camino que cada persona construye a medida que avanza. No hay un destino predefinido, sino que cada paso y cada decisión van creando el camino. La vida es un viaje continuo de descubrimiento y creación: “Caminante, son tus huellas el camino y nada más; caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
Es importante recordar que nadie es perfecto y que todos cometemos errores. Lo que nos diferencia es nuestra capacidad para aprender de ellos y crecer. Al aceptar nuestras equivocaciones como parte de la vida, liberamos una enorme energía creativa que podemos canalizar hacia la búsqueda de soluciones y el logro de nuestros objetivos.
Las fallas son inevitables: todos los seres humanos las cometemos. Ellas son oportunidades, que nos enseñan y nos hacen crecer. La actitud ante el error marca la diferencia: podemos elegir verlos como fracasos o como lecciones. Aprender de las equivocaciones es un proceso continuo, es parte de la vida.
En la vida cotidiana cometemos las siguientes fallas: el estudiante que desaprueba un examen. En lugar de desanimarse, puede analizar qué errores cometió, estudiar de forma diferente para mejorar sus resultados en la próxima evaluación.
El deportista que pierde un partido, puede reflexionar sobre sus dislates en el juego, entrenar con mayor rigor y mejorar su técnica para futuras competiciones.
El cocinero que quema un plato, puede experimentar con nuevas recetas, aprender de sus errores y crear combinaciones aún más deliciosas.
Grandes hombres de la historia también han cometido equívocos: a pesar de miles de intentos fallidos para crear una bombilla, Thomas Edison nunca se rindió y sus fallos lo llevaron a descubrir el filamento incandescente.
Los hermanos Wright realizaron numerosas tentativas fracasadas de construir un avión. Estas los llevaron a perfeccionar el diseño y, finalmente, a realizar el primer vuelo motorizado.
Las teorías revolucionarias de Albert Einstein surgieron al cuestionar los conocimientos establecidos y al cometer errores en sus cálculos iniciales.
Los beneficios emocionales que nos quedan al aprender de las faltas pueden aumentar la autoestima, la resiliencia y la confianza en uno mismo. La capacidad de análisis, la resolución de problemas y la creatividad son ventajas cognitivas que también se fortalecen.
Con relación al provecho social, se mejora las relaciones interpersonales al fomentar la empatía y la comunicación efectiva.
Aprender de las equivocaciones requiere las siguientes estrategias prácticas: mantener un diario de errores, anotar los fallos cometidos y las lecciones aprendidas. Buscar opiniones de otras personas sobre lo que podría haberse hecho de manera diferente. Reconocer los avances y progresos, aunque sean pequeños.
¿Has tenido alguna experiencia en la que un error te haya enseñado una valiosa lección?
Mi nombre es Beatriz Pineda Sansone. Nací en la ciudad de Maracaibo, Venezuela. De niña era inquieta, llena de arrojo. Admiraba a nuestro Arturo Uslar Pietri, quien conducía el programa televisivo Valores Humanos. Su ejemplo ha sido mi norte. Gracias a mis hijas he realizado grandes aventuras a favor de los niños. Creé el Taller Literario Infantil Manzanita que devino en Fundación en 1985. Más tarde, con motivo del nacimiento de un nuevo diario en Maracaibo, fundé Azulejo, el periódico de los niños del diario La Verdad –primera etapa-. Extendí el Programa La Hora del Cuento a centros de arte, museos, universidades, colegios y McDonald’s Padilla de la ciudad con el fin de cultivar en los niños el amor por la lectura, y todas sus destrezas cognitivas, afectivas y psicomotoras.
Más tarde, en 1996, obtuve el título en Filología Hispánica con el premio Summa Cum Laude en la Universidad del Zulia. Cursé estudios de postgrado (2000-2003). Me convertí en articulista de los diarios venezolanos Economía Hoy, Panorama y El Universal.
Soy autora de: Las Memorias del Maestro Ramiro (1979); Desde otro rayo (1992). Universidad del Zulia; Los ojos de la montaña (2011). Entrelíneas Editores, España; La Hora del Cuento. Enseñar a razonar a los niños a través de la lectura de cuentos (2015). Ediciones de la Torre, España; El Principito y los Ideales. Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento (2017). Editorial Verbum, España; La Aventura nunca imaginada de un lápiz (2018). Fundación editorial el Perro y la Rana. Venezuela; Una niña de mi edad (2019). Editorial Tandaia, España. Malika, la más pequeña de la manada (2021). Europa ediciones. Roma.
En la actualidad desarrollo una intensa labor a favor de la lectura a través de las redes sociales: @beapinpaz.escritora, los chats Aventuras Literarias y Café Lectura.