CulturaGente y Sociedad

Ruido

 

 

Por poco que observemos, el mundo amanece cada mañana con un nuevo ruido, un nuevo factor de incertidumbre, un nuevo motivo de preocupación, un nuevo elemento de desasosiego. La intensidad y velocidad de los cambios, de las sorpresas, de la presencia de lo inesperado, no ha hecho últimamente sino acentuarse. Cada movimiento en cualquier parte del mundo termina por desviar hoy la preocupación de ayer y por hacerse sentir de algún modo como cercana. La acumulación, por su parte, termina por imponerse.

En estas mismas páginas, Ramón Peña observaba hace algunos días que “la opinión del planeta entero ha gravitado, con asombro, aprensión o esperanza, en torno a los anuncios y medidas del presidente Donald Trump”. Aislacionismo, autarquía, supremacía, rechazo a tratados multinacionales de distinta naturaleza o abandono de las obligaciones adquiridas son para él señales de preocupación. Podría pensarse también en otras, como las que tienen que ver con la postura frente a la inmigración o con esa peligrosa tendencia de vincular el mundo político con el económico y de apuntar a la sujeción del primero al segundo, dando lugar a lo que Peña llama “cesarismo tecnocrático”. Y debería pensarse también en el afán expansionista subrayado por Scholz, el canciller alemán que no dudó en recordar el principio de la inviolabilidad de las fronteras como principio fundamental del derecho internacional que se aplica por igual a todos los países.

El ruido por la presencia invasiva de lo inesperado o de lo carente de sentido toma nuestras vidas, limita nuestra capacidad de discernir y de tomar decisiones, reduce la valoración de lo presente, ata nuestras decisiones al ahora, no deja espacio para la proyección del mañana. Está en las noticias, en el ambiente, bajo la forma de guerras, de levantamientos, de enfrentamientos, de amenazas, de desequilibrios económicos, de nuevas hegemonías. Toma nombres diferentes: conflictos armados, violencia, intolerancia, radicalismos, nacionalismos, autocracias, desprecio de la ley, desconocimiento o abuso del poder, efectos del cambio climático, crisis económica, polarización ideológica o violencia.

El ruido ensordecedor de las armas, de las proclamas, de los rumores, de las noticias creíbles y de las no creíbles, termina por generar alarma y confusión. Por momentos también expectativas, que pronto se convierten en desilusión. A los anuncios de paz siguen las amenazas, a los entendimientos los desacuerdos y las traiciones, al entusiasmo por el progreso tecnológico la preocupación porque su uso sirva simultáneamente para abrir oportunidades, pero también para ahondar la brecha de las diferencias y para amenazar la propia libertad, puesta cada vez más en manos de los algoritmos.

Lejos de limitarse a nuestro estrecho ámbito, el ruido se percibe cada vez más a escala planetaria, generado en todos los espacios, los de la verdad, de la confianza, de la autoridad, de la ciencia, de la tecnología, de la economía, del humanismo mismo y sus valores, de lo dado por justo y por bueno, por conveniente o por inconveniente, por permitido y por negado. El paso del uso de los medios tecnológicos por parte del hombre a la delegación en ellos del pensar y de las decisiones limita y simplifica el pensamiento, altera las decisiones propias, agranda la brecha entre las generaciones, impone valores, reduce las relaciones personales. Alguien busca más poder, alguien hace más alarde de fuerza. Alguien, por el contrario, tiene más razones para temer, alguien siente que se vienen a menos sus derechos, que se desvanecen sus esperanzas, se alejan sus metas y hasta pierden sentido sus propósitos.

Vivimos tiempos cada día más alterados, más imprevisibles, más inestables, más reacios a la planificación, más exigentes para el ciudadano. Superar el clima de incertidumbre exigirá mayor esfuerzo personal y colectivo para recuperar el norte, el entusiasmo y la estabilidad, factor fundamental para tomar decisiones acertadas. “El hombre es un ser que puede acostumbrarse a cualquier cosa” escribió Dostoyevski, a lo que habría que añadir que es también, y, sobre todo, capaz de sobreponerse y de construir.

 

nesoor10@gmail.com

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