Cayetana Álvarez de Toledo: «El Gobierno no es progresista. Son reaccionarios de manual»
La dirigente 'popular' también ha manifestado que «me asombra el nivel de odio que dirigentes de Vox muestran con personas del PP»
Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos (Madrid, 15 de octubre de 1974) es la portavoz adjunta del PP en el Congreso desde noviembre de 2023. Ha sido la encargada de organizar unas jornadas que se celebraron este pasado lunes en la Cámara Baja contra la conocida como ley Begoña; y en la que participarán diferentes miembros de la sociedad civil y el presidente de su partido, Alberto Núñez Feijóo. Durante su entrevista con El Debate –y con un discurso clarividente– ha asegurado que «Sánchez intentó levantar un muro contra la derecha y se estrelló con el muro del Derecho».
–¿Qué implica la ley Begoña para nuestra democracia?
–La ley Begoña tiene dos objetivos. El primero es asegurar la impunidad del clan familiar y político del presidente del Gobierno. Y el segundo es la criminalización de los jueces y de la Justicia. Respecto al primero hay que recordar que Pedro Sánchez llegó a la Moncloa gracias al indulto y a la amnistía de los golpistas del 1 de octubre, y lo que pretende ahora es perpetuarse en el poder gracias a una amnistía preventiva de su familia, de su entorno político y de sus aliados. Y ojo, también de la suya propia. Esta reforma legal lo que haría es dejar las causas abiertas contra su mujer, contra su hermano, contra el fiscal general, en manos de un impúdico comisario político que es el propio fiscal general del Estado. Incluso allanaría la vuelta de Carles Puigdemont a España.
Respecto al segundo objetivo, que es la criminalización de la Justicia, lo que pretende esta reforma es extender un manto de sospecha sobre los jueces españoles, diciendo que actúan por motivaciones políticas y en base a recortes de prensa, lo cual es estrictamente falso. Sánchez lo que hizo es intentar levantar un muro contra la derecha y se estrelló contra el muro del Derecho. Lo que quiere hacer ahora es identificar al Derecho con la derecha y colocar a los jueces con la derecha del otro lado del muro. Es una treta típicamente populista que lo que busca es enfrentar al pueblo con los jueces.
La Ley de Amnistía es una transacción corrupta sin precedentes que le quita la razón al Estado y se la da a los golpistas
–Desde el PSOE y el Gobierno ya hablan abiertamente de cierto lawfare, a la vez que defienden a ultranza al fiscal general del Estado, imputado por presuntamente haber revelado secretos del novio de Ayuso. ¿Qué le parece?
–Sánchez no encabeza un Gobierno en sentido estricto, sino un proceso de mutación de democracia plena a democracia fallida. Ese proceso tiene muchos hitos. Algunos tuvieron lugar la legislatura pasada; la derogación del delito de sedición, la rebaja de la malversación, los primeros acuerdos con Bildu, la ley de memoria antidemocrática, la reivindicación de la Segunda República como una etapa luminosa, los ataques sibilinos a la Corona…
Pero es en esta Legislatura donde estamos realmente inmersos en la parte central de ese proceso, que tiene cuatro hitos. El primero es la Ley de Amnistía, transacción corrupta sin precedentes que le quita la razón al Estado y se la da a los golpistas. Pedro Sánchez compra la investidura a cambio de otorgar impunidad a otros políticos.
El segundo hito es la colonización masiva de las instituciones, y especialmente de la Fiscalía General del Estado. El fiscal general del Estado se convierte en un comisario político del Gobierno que participa en una operación para intentar destruir a una rival política del Gobierno. Y está imputado por eso. Otro hecho sin precedentes.
El tercer hito en ese proceso es cuando Sánchez se coge una baja por victimismo de cinco días, dice que está muy enamorado –de sí mismo– y cuando vuelve después de este simulacro, este enorme teatro, anuncia una ofensiva frontal contra los contrapesos democráticos de un sistema como el nuestro. Que son el Parlamento –es decir, oposición democrática– medios de comunicación independientes y los jueces. Y en ese ataque a los tres contrapesos estamos.
El último capítulo de este proceso –y probablemente el más grave, junto con el asalto y el acoso a la Justicia– es el cainismo; la resurrección del guerracivilismo en España. Y ahí se enmarca esta maratón de actos sobre Franco a lo largo del año 2025. Con esta maniobra lo que pretende Sánchez es la clásica operación populista de divide y vencerás. Como no puede gobernar por adhesión tiene que gobernar por odio. Necesita generar suficiente cantidad de odio en la sociedad española para que una mitad –la suya– o por lo menos un 30 %, se mantenga atrincherado, de su lado del muro, cautivo del cainismo y votando por odio contra la otra mitad. Y el cainismo es el peor y más sucio de los vicios políticos.
–El ministro Bolaños, con el que usted tiene destacados cara a cara en el Congreso, aseguró que la dimisión del hermano de Sánchez se debe a una «cacería de la ultraderecha». ¿Cómo valora estas palabras?
–El jefe de la brigada de linchamiento de los jueces es Félix Bolaños. El pseudoministro de Justicia, el ministro gutural, el ultrajoso, como lo llamo yo, el que a cualquier pregunta concreta de un diputado de la oposición –¿qué hora es, señor Bolaños?– contesta ‘ultra, ultra. Facha, facha’. Es la persona que más está haciendo para degradar la conversación pública en España.
Los ciudadanos, cuando ven las sesiones de control, probablemente se horrorizan. Y yo lo reconozco, la conversación pública en España está arrasada. Pero no porque todos queramos destruir esa conversación, sino porque hay en marcha un proyecto deliberado de liquidar la alternancia democrática. Cuando una legislatura comienza con el anuncio por parte del presidente y candidato a la presidencia de levantar un muro contra la otra mitad de España no hay conversación posible.
El espectáculo ahora es formidable. Tienes a la mujer del presidente de Gobierno que no cumplía el requisito para ser alumna de su propia cátedra. Tienes al hermano del presidente al que le crearon un puesto –por ser hermano del presidente– que ni siquiera se dignó en ocuparlo. No sé cuántos de los lectores de esta entrevista habrán visto el video del testimonio del hermano del presidente del Gobierno, pero da auténtico bochorno. Un puesto de trabajo que le que fabrican para su conveniencia, y ni siquiera sabe dónde está, ni a qué se dedica. Con lo cual tenemos un fake doctor en Economía, una fake catedrática de Transformación Social, un fake director de la Oficina de Artes Escénicas de Badajoz. No sé si tienen mascota en casa, pero si fuera un perro, no lo sería, sería un gato.
Algunas mentes febriles, en el entorno del Gobierno, y desde luego en la izquierda juegan, coquetean, con la posibilidad de plebiscitar las próximas elecciones para que se elija no gobierno, sino régimen. Es decir, para que los españoles, en lugar de decidir entre centro derecha, centro, izquierda, derecha o izquierda, PP-PSOE o coaliciones de un lado u otro, esté abocado a elegir entre el régimen. Monarquía parlamentaria del año 78 o una especie de República Confederal de tribus enfrentada por agravios materiales, identitarios.
Por si faltaba alguna prueba de esta disposición de hacer lo que sea para seguir en el poder, es el pacto que acaban para el reparto de menores inmigrantes, los llamados menas. Ejemplo de la solidaridad socialista: dinero para Cataluña, menas para el resto. Una operación que lo que hace es desproteger las fronteras exteriores imprescindibles en un Estado. Aceptan las exigencias racistas de sus socios, usan a los menas como moneda de cambio, endosan al resto de España el coste de mantenerlos y, lo peor, levantan fronteras interiores que son incompatibles con una nación. No son progresistas. Son reaccionarios de manual.
–En clave parlamentaria, ¿de qué manera evalúa la decisión del PP de apoyar el decreto Ómnibus?, ¿la comparte? Le pregunto porque han recibido muchas críticas…
–Los partidos no somos sectas, como decimos, y todos tenemos sensibilidades y opiniones diversas. Y una vez deliberado este asunto se acata la decisión.
Yo comprendo las críticas de los ciudadanos. Todas las decisiones que tomamos los políticos están sujetas a críticas de unos o de otros. Ninguna decisión que vamos a tomar va a satisfacer plenamente a todos nuestros votantes y, por supuesto, a todos los españoles. El ejercicio de la política es un permanente esfuerzo por hacer equilibrios entre bienes en conflicto y asumir las responsabilidades de esas decisiones.
–¿El PP necesita un caladero de votos en la centroizquierda para llegar al Gobierno? ¿Están en la estrategia de buscar a los votantes de este espacio?
–No coloco a los ciudadanos en categorías estancas. Nosotros nos tenemos que dirigir al conjunto de los españoles y ofrecerles la seguridad de que el proceso que he descrito de mutación de democracia plena a fallida –y de mutación constitucional de la España de las libertades desde el año 78 a un Frankenstein de territorios enfrentados por agravios identitarios– se ha frenado y revertido. Para eso nos tenemos que dirigir al conjunto de los españoles y no estar haciendo cálculos estratégicos.
–La batalla de las ideas va más allá de una dicotomía derecha-izquierda. Enfrenta dos concepciones radicales del ser humano. ¿Cómo hay que abordar la batalla cultural?
Yo siempre he sido una ardiente defensora de la necesidad de plantar cara a la izquierda en ese terreno y, sobre todo, en la denuncia de las políticas identitarias como destructivas de la convivencia democrática. Creo que muchas cosas se están moviendo en ese sentido, y que parte del resultado de las elecciones en Estados Unidos tiene mucho que ver con el hastío y el hartazgo de buena parte de sectores de la sociedad –o sea, de la mayoría de la sociedad– con la deriva reaccionaria identitaria de la izquierda, y con su empeño en colectivizar a los ciudadanos, colocarlos en compartimentos identitarios y enfrentar unos con otros.
Ante eso yo creo que hay que recuperar la idea más pura y liberal del ciudadano, que es que a los seres humanos no se nos juzgue por nuestros atributos identitarios –sexo, color de piel, religión, orientación sexual– sino simplemente por nuestras conductas y por nuestros hechos. Ese es el gran triunfo de la modernidad política, y eso es lo que se ha perdido.
![La portavoz adjunta del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, posa para El Debate](https://imagenes.eldebate.com/files/vertical_composte_image/uploads/2025/02/07/67a6562adf04c.jpeg)
La portavoz adjunta del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, posa para El Debate – Paula Argüelles
–El PSOE propuso en la ponencia marco de su Congreso Federal de diciembre «blindar el derecho al aborto» en la Constitución. ¿Qué le parece la postura de los socialistas y cuál es la suya?
–Creo que son debates que el Partido Socialista utiliza para dividir y enfrentar. Y no le veo ningún sentido a la propuesta de blindaje del aborto. El asunto del aborto se enmarca en esos hondos debates filosóficos que cortan a través de los bloques tradicionales ideológicos. De hecho, siempre he sido partidaria del voto en conciencia para asuntos morales, que está reconocido en los estatutos del Partido Popular. Incluso diré que la Constitución prohíbe el mandato imperativo.
Entiendo que hay sensibilidades muy distintas y que no tienen que ver simplemente con cuestiones religiosas. Para mucha gente religiosa la cuestión del aborto es una cuestión de fe, es una cuestión de religión, es una cuestión de dogma. Para otra gente, desde el punto de vista filosófico, es un debate científico y moral muy profundo, que es cuándo empieza una vida humana, en qué momento puede la sociedad decir que eso se interrumpe o no, si es que puede o no. Es decir, tiene una trascendencia filosófica que requiere un debate adulto y una conversación articulada entre personas que piensan distinto. Con una conversación arrasada –como está la nuestra –donde no podemos debatir, ni siquiera reconocer que existe la verdad objetiva, cómo vamos a poder conversar sobre asuntos que requieren buena fe, buena voluntad y la búsqueda de acuerdos comunes.
–¿Considera que se ha instalado un relativismo en la sociedad, y en la política, donde nada es cierto y todo es un ‘depende’?
–Absolutamente. El gran problema contemporáneo es que la verdad ha dejado de existir. Ya no como valor, como virtud, sino como concepto. Los hechos se han convertido en opiniones –son opinables– y las opiniones se han convertido en hechos. Por tanto, la verdad ha muerto. O casi. Cuando la verdad desaparece no hay democracia.
Para que haya democracia tenemos que restaurar la verdad en la vida pública. ¿Cuál es el problema? Que en la polarización extrema en la que estamos cada uno construye su propia verdad y se dirige a sus propios ejércitos en combate, que no les interesa la verdad, o no les importa tanto la verdad, como ganar ese combate. En consecuencia, las vísceras se imponen a la verdad y a los hechos objetivos.
El gran problema contemporáneo es que la verdad ha dejado de existir
–Según las encuestas, PP y Vox están llamados a entenderse tanto a nivel nacional como autonómico. No obstante, parece que han entrado en una especie de guerra que muchos votantes de derechas no entienden. ¿Cómo lo explica y cuál considera que es la solución?
–Si es una guerra es unilateral. Con lo cual no es tanto una guerra como un ataque unilateral. Para mí hay una prioridad democrática básica que es derrotar a Pedro Sánchez. Frenar y revertir el proceso de mutación de España a un Frankenstein de taifas enfrentadas por motivos identitarios y de todo tipo.
Lo que pasa es que a veces da la impresión de que Vox busca sustituir al PP en la oposición, y yo lo que busco es sustituir a Sánchez en el Gobierno. Diré más, a veces me asombra el nivel de agresividad –incluso a veces de odio– que algunos dirigentes de Vox muestran con personas del PP. Me asombra. Y voy a citar un ejemplo concreto. Hace unos días un dirigente de Vox me comparaba a mí en redes sociales con Delcy Rodríguez. Me refiero a un tuit de un dirigente de Vox con el que mantuve una buena relación en el pasado como es Hermann Terstch. Me ha comparado con una torturadora, secuestradora, responsable de crímenes de lesa humanidad y, concretamente, del sufrimiento y la represión que sufre mi gran amiga Maria Corina Machado y millones de venezolanos.
Y decía que el Partido Popular, respecto a Venezuela, acata órdenes de Zapatero. Esto es incomprensible. Es asombroso. Es una agresión obsesiva y no recíproca. A mí no se me ocurriría decir una cosa así de un dirigente de Vox.
![La portavoz adjunta del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, posa para El Debate](https://imagenes.eldebate.com/files/vertical_composte_image/uploads/2025/02/07/67a656de006a2.jpeg)
La portavoz adjunta del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, posa para El Debate – Paula Argüelles
–¿Cree que está infrautilizada dentro de su partido? ¿Le gustaría tener más exposición pública?
A todos los políticos nos gustaría tener la máxima exposición pública. Si te dicen que no quieren tener exposición pública te mienten. Todos los políticos queremos estar en primera línea. Y si tienes una fuerte vocación política, como es la mía, sin lugar a duda. Pero si me preguntas, ¿te sientes infrautilizada? No.