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Gato nuestro de cada día

MIRAMUNDO

 

En Escocia ha prevalecido la sensatez con el desmentido oficial de los rumores de que se planeaba regular la tenencia de gatos domésticos para frenar o de plano impedir un presunto impacto negativo en la biodiversidad.
La recomendación a los propietarios- contenida en un Informe de la Comisión para el Bienestar Animal- de un control más estricto para evitar el presunto perjuicio de los felinos realengos a la fauna salvaje- había causado el natural rechazo de quienes reconocen la impronta dejada por esas “presencias discretas y silenciosas”, según escribió Balthus, en la historia de la humanidad.


Gacek, la mascota del puerto polaco de Szczeczin

Como André Malraux, por ejemplo, que siempre provocador levantó roncha atribuyendo la victoria de Inglaterra sobre Francia en la crucial batalla de Azincourt, a la existencia del lado británico de una brigada gatuna para poner coto en el otoño de 1415 a las legiones de ratas que mientras tanto se zampaban las cuerdas de los arqueros galos, estimuladas por la grasa empleada en su mantenimiento.

También, el caso harto conocido del regimiento de ochenta ejemplares, iniciado por el zar Pedro el Grande con uno que llevó desde Holanda y oficializado más tarde por Catalina la Grande para cuidar las instalaciones del tesoro del Hermitage en San Petersburgo, que aun prosiguen sus labores para solaz de los visitantes a la legendaria pinacoteca.

Más de tres millones de obras maestras, conservadas en los sótanos, que hubieran desaparecido hace tiempo sin los guardianes felinos, de ambos sexos y esterilizados, que disfrutan de un hospital, una cocina y tres empleados a tiempo completo, un sitio web que canaliza un programa de adopciones y los donativos llegados del mundo entero, e incluso celebran su Día cada 27 de mayo con visitas de escolares y concursos de pintura.

 

Uno de los vigilantes del Hermitage, foto: Yury Molodkovets

O los animadores de la iniciativa de Gatos Amigos, en Sydney, Australia, inspirados en las experiencias de Szczecin en Polonia, Dunedin en Nueva Zelanda y Vancouver en Canadá, colocando en Google Maps una muestra de bellísimos ejemplares que los turistas deben localizar en los barrios de la ciudad para otorgarles una calificación conforme a virtudes como gentileza, camaradería y el entusiasmo de sus maullidos.

 

En síntesis, Escocia parece haber recordado la proclama de Leonardo, de que hasta el más pequeño de los felinos es una obra de arte y que, según Mark Twain, su cruce con un ser humano, mejoraría a éste en su perjuicio, que animaron el libro “De Gentes y Mascotas, la importancia de la compañía animal” del veterinario Alan Beck y el psiquiatra Aaron Katcher que revolucionó en 1983 el enfoque tradicional al afirmar que un mundo sin gatos sería una auténtico infierno.

No sólo porque extrañaríamos la belleza y alegría que ponen en nuestras vidas los 220 millones de gatos domésticos del planeta sino por las epidemias que traería aparejada la proliferación de roedores y pequeños reptiles.

Una perspectiva aterradora, para querer aún más al apacible compañero que ronronea en nuestro regazo, al imaginar los problemas emocionales que explotarían si careciésemos de su compañía, que las defensas contra las alergias se refuerzan en los niños por el contacto en el primer año de vida y que tener un felino en casa contribuye a la extroversión y a una existencia más saludable y feliz.

Con Wynona en Umbria
                                                                     Con Wynona en Umbria

 

Varsovia, febrero de 2025.

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