Estos comunistas y sus vicios secretos
¿Qué hicieron Montero, Iglesias o Belarra cuando les llegaron las quejas de las acosadas por Monedero? Nada
Cuenta en sus memorias Li Zhisui, médico privado de Mao Zedong, que cuando tuvo conocimiento de su vida sexual sintió una gran repugnancia al descubrir que era aficionado a las chicas muy jóvenes, a quienes invitaba a bailar y después «descansar» con él en el inmenso lecho habilitado a tal efecto en la «habitación 118», dedicada a su uso privado. «Lo que más le satisfacía era compartir la cama con varias mujeres a la vez, aunque los jóvenes que entraba a su servicio solían ser fuertes y atractivos, y entre sus obligaciones estaba la de proporcionarle un masaje todas las noches, sin olvidar la ingle». Mientras mataba a su pueblo de hambre, el aclamado gurú chino de la izquierda occidental se rodeaba de lujos, además de aprovecharse del miedo y reverencia que inspiraba para poner en práctica sus fantasías más depravadas.
Otro comunista con pedigrí, Lavrenti Beria, brazo ejecutor de Stalin en sus sanguinarias purgas, es célebre por el mismo motivo. Lo narra admirablemente la escritora Nino Haratischwili, georgiana al igual que el carnicero soviético, en su novela ‘La Octava Vida’. Beria escogía a sus presas entre las niñas del Komsomol y un buen día enviaba un coche a recogerlas. A partir de ahí las elegidas sabían que no tenían escapatoria. O accedían a los deseos del monstruo o «desaparecían».
Hay muchos más casos, pero sirvan de ejemplo estos dos. Nunca he oído a un comunista español criticar esas aberraciones de sus referentes políticos, y ahora entiendo el motivo. Más de uno comparte esos gustos y se entrega a ellos con parecida impunidad, gracias a la tolerancia que encuentran en sus partidos. Un silencio cómplice, obsceno, incompatible con su discurso oficial. Una manifestación palmaria de su miseria moral.
El caso de Juan Carlos Monedero es paradigmático, porque estamos ante un Beria en versión contemporánea a quien la Complutense ha abierto expediente ahora, ¡ahora!, tras años de contacto diario con sus alumnas desde una posición de poder y múltiples denuncias internas por acoso sexual, baboseo, tocamientos y demás abusos, que Podemos jamás puso en conocimiento de la justicia, la militancia, la universidad o el público. Un secreto a voces dentro de la formación, según revela la información de ABC, acallado hasta que la prensa lo sacó a la luz. ¿Qué hicieron Montero, Iglesias o Belarra cuando les llegaron las quejas de las acosadas? Nada. Estaban muy ocupados lanzando proclamas huecas.
Llueve sobre mojado tras el escándalo Errejón, excompañero de filas de Monedero apesebrado después en Sumar e igualmente proclive a los «comportamientos inadecuados». También él se llenaba la boca con el «hermana, yo sí te creo» hasta que el señalado fue él. Entonces le dijo al juez aquello de que «en la vida real la gente no habla con consignas». Todos cuñas de la misma madera podrida. Impostores cuya conducta es opuesta a lo que predican.