Ramón Peña / En pocas palabras: Europa, ¡a las armas!
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Se urde un entendimiento entre la Casa Blanca y el Kremlin para sellar el fin de la guerra, excluyente, no solo de la asaltada Ucrania, sino de Europa, cuyos países, especialmente los de la frontera Este, afrontan riesgo de agresiones similares.
Esta es una negociación tan a espaldas del invadido que, como premisa de entendimiento, el secretario estadounidense de defensa insta a Ucrania a olvidarse de su soberanía sobre los territorios asaltados por Rusia. La paz es deseable, pero no ésta, ensombrecida por la claudicación del presidente de la primera potencia militar del mundo ante el genocida del Kremlin. Un gesto evocador del apaciguamiento de Neville Chamberlain ante Hitler en la reunión de Múnich, en 1939, sin siquiera consultar a la invadida Checoslovaquia.
Para racionalizar esta sumisión, vergonzosa para los estadounidenses, Trump arguye que Volodomir Zelensky, “un comediante mediocre”, “comenzó una guerra que no podía ganar” y, además, “es un dictador” porque mientras resistía el ataque genocida de Rusia no ha convocado elecciones democráticas…Afirmaciones todas infames. Putin nunca se imaginó, ¿o tal vez lo esperaba? conseguir semejante justificación de su genocidio. La rehabilitación política que le concede Donald Trump compite con el apoyo material recibido de China, Corea del Norte e Irán.
Europa, aleccionada por las dos más terribles guerras de toda la historia, convergió en el camino de la convivencia democrática y pacífica. La materializó en 1992 en ese prodigioso ensayo civilizatorio que ha sido la Unión Europea. Privilegió lo cultural, económico, científico y el logro de una sociedad de bienestar, ajena totalmente al guerrerismo y con escaso propósito de fortalecerse militarmente.
Hoy, la amenaza rusa y el distanciamiento geopolítico de Estados Unidos, le imponen a la Unión Europea, ineluctablemente, embarcarse en una carrera armamentista, que sin duda sustraerá recursos de su propósito original de desarrollo humano.