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Mercedes Malavé: ¿Por qué soy socialcristiana? (un exhorto a los jóvenes de espíritu)

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Voy a decir lo que tengo que decir inspirándome en el tono exhortativo que utilizó Castro Leiva en aquel célebre discurso frente al Congreso Nacional, cuando habló en la propia casa de la depauperada democracia, saqueada por sus mismos habitantes. Sé que levantaré antipatías de lado y lado. También sé que tengo que asumir el enorme reto de dirigirme tanto a la digna y popular militancia socialcristiana de Venezuela, como a un grupo de dirigentes mediocres que desde hace décadas pretenden hacer compatible su enajenación moral con los postulados y principios de la democracia cristiana. A ese cerco ideológico que se vale del lenguaje binario de ceros (0) y unos (1) para hacer sus pobres razonamientos y cálculos políticos, a ellos también me dirigiré, sabiendo que difícilmente van a entender lo que voy a decir, o porque tienen un problema de reduccionismo mental, o porque les parece grotesco que los pongan frente a un espejo.
Soy socialcristiana porque profeso la doctrina con el acervo más rico y fecundo de la civilización occidental. El Verbo se hizo carne y no sólo fecundó el seno virginal de una mujer hebrea, sino que también inseminó esta Tierra, nuestra Madre Tierra. Su fruto es una cultura estupenda, humana, civilizada, que ha creado las ciencias, las universidades, la banca, las instituciones, las obras de beneficencia, las bibliotecas, el arte, los museos, el derecho internacional y pare de contar. Los que piensan en código binario ($1.000.000.000.000) no son capaces de entender esto porque su estilo vital es el primitivismo en primera clase. Para ellos lo más remoto y trascendente en que pueden llegar a pensar es en echar números para ver cuánto se necesita para vivir de lujos y placeres sin trabajar. Y si les piden un análisis geopolítico dicen que Venezuela debe parecerse a China o vendérsela a los gringos. Hipócritas: Militan en la democracia cristiana, hablan de la dignidad de la persona pero no son capaces de concluir que la prostitución (que financian), la corrupción (que ejercen), el culto al poder y al dinero (al que rinden cuentas) son precisamente el cáncer de nuestra hermosa cultura. Pero no… no les da la mononeurona binaria para pensar en eso. Viven en una contradicción agónica, pero el sistema binario no les permite registrar esas cosas. Peor aún son quienes no sufren de enajenación moral pero avalan esa conducta a su alrededor para no ser «radicales», para evitar divisiones o para mantenerse «bien» asesorados. A éstos últimos no sé cómo llamarlos: pienso que su comportamiento responde a una fatuidad enfermiza, que puede catalogarse dentro de lo que sería la perfecta idiotez.   

 

Soy socialcristiana porque concibo la política como un servicio y como la forma más perfecta de vivir la caridad cristiana. Mi abuelo era capaz de sacrificarlo todo por un partido al servicio del país, y como un bastión defensivo de la nación frente al socialismo. Ahora cualquiera es capaz de sacrificar partido y nación por un cargo que equivale a uno o mil negocios por un millón de dólares. ¿Así pretenden combatir el chavismo? A lo sumo le arrebatan pueblo al chavismo en una elección, para luego retornarle electores dolidos y defraudados por el engaño de quienes usan el discurso socialcristiano para hacer ejercicios de cinismo demagógico. Miren: no digan que un tribunal acabó con COPEI, eso es imposible; reconozcan que fue la soberbia y la suspensión del juicio moral lo que temporalmente ha prevalecido; pero el ave fénix renace de sus cenizas que son precisamente ustedes los disociados morales. Porque una cosa es cometer errores privados, y otra muy distinta es vivir y revolcarse en el error hasta hacerlo público y notorio.
Soy socialcristiana por la más noble herencia que recibí de mis antepasados. Ese patrimonio se materializó el día en que un prestigioso abogado de Maracay abandonó su profesión, cerró su bufete y se vino a Caracas, mujer y cinco hijos, cambiando un sueldo de 30 mil bolívares por uno de tres mil más un montón de venezolanos que depositaron su confianza en su representación política. ¡Vaya fortuna he recibido yo! Claro, el binarismo político de los enajenados morales que viven bajo la dictadura del dinero y del mundanismo, no puede comprender esta actitud de sus padres fundadores. Lo increíble es que se sientan atraídos por la democracia cristiana, en un claro ejercicio de sadomasoquismo político. Para ellos la política es el ingreso de un uno (1) con un montón de ceros (0) a la derecha; un hombre con 10, 100 o 10000 botellas de whisky y un montón de vividores y vividoras a su alrededor. Presumen de sus cuentas en dólares, de su alcohol y de pobres mujeres, como si ser creado a imagen y semejanza del dinero fuera cosa más digna que ser y comportarse como hijos de Dios. Pues yo les digo: Me quedo con el chavismo. Al menos ellos actúan por crasa ignorancia, por lerdos o por débiles mentales; ustedes en cambio actúan por crasa bajeza. Puede que la inteligencia no nos convoque a todos los socialcristianos, pero la moral sí. Por eso no tienen excusas.

 

Por último: Soy socialcristiana porque no soy socialista. No creo que la elevación del hombre sea única y exclusivamente un problema material. La única elevación material que conozco es la de quien decide ser pobre por amor a los pobres, para servir a los pobres. En este punto el liberalismo también incurre en grandes contradicciones mil veces denunciadas por el sabio Magisterio de la Iglesia Católica. Hace un tiempo conversaba con Antonio Ecarri, militante de la democracia cristiana, sobre los estragos del neomarxismo en esta pseudo-cultura liberal, que levanta banderas de libertad para sustituir una sumisión por otras, menos visibles que la de hacer colas por un kilo de azúcar pero igualmente degradantes. Hace tiempo que el materialismo masificador encontró la forma de hacer creer a las personas que son libres, cuando en realidad son esclavas de unos pocos medios publicitarios conducidos por pervertidos morales. Mi abuelo eligió la modestia y abandonó el camino del lujo como opción fundamental, justamente para mantenerse al margen de estas seducciones neomarxistas; luego hizo política. Los estragos culturales del marxismo no se divisan tanto en la plaza roja de Moscú como en las revueltas estudiantiles de mayo del 68 y en la teología de la liberación que envenenó a un millón de cristianos.  En la esencia del socialismo está la dialéctica irreconciliable del resentido que se “redime” a sí mismo sólo cuando logra arrebatar a otros lo que él nunca tuvo, ya sea por injusticia, sea por vagancia, sea por lo que sea. Pero como no se redime entonces siente que tiene que tener más y más y más cayendo en un círculo vicioso. Y ojo porque cuando hablo de pobreza no me refiero únicamente a vivir como mendicantes. La pobreza como virtud tiene mil manifestaciones, y todas ellas implican renuncia, eso sí. Pero se puede tener bienestar sin olvidarnos de la virtud, sin dejar de practicarla. Yo no juzgo a los que tienen sino a los que solo piensan en tener; más aún, a los que ven la política como la más excelsa forma de tener. Vándalos: Se hacen pasar por populares cuando en realidad degradan al pueblo. No son pueblo, son estiércol. Pero el abono también es necesario para que la tierra dé frutos. ¡Bendita fecundidad del pensamiento cristiano! por eso ha prevalecido milenios.

 

Convengamos en que estamos en un período de siembra. La cosecha quizás tarde en llegar, pero si entendemos el proceso, sus componentes y el fruto que deseamos obtener, coincidiremos en que la tarea que nos convoca es hermosa y que vale la pena. Con fraternal afecto, Mercedes Malavé   

 

Con fraternal afecto,

Mercedes Malavé    

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Mercedes Margarita Malavé González

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