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I.A., otra Cumbre fallida

MIRAMUNDO

 

Los vientos borrascosos que estremecen estos días el panorama internacional afectaron también la tercera reunión anual sobre inteligencia artificial, celebrada en París bajo los auspicios de Francia y la India.

Un tropiezo lamentable después del tímido avance alcanzado en el encuentro anterior, hace dos años en Inglaterra, cuando los dirigentes mundiales y las empresas tecnológicas coincidieron al menos en la conveniencia de evaluar un fenómeno que está revolucionando a la aldea global.

Y es que el ritmo de su expansión hace perentorio legislar para evitar el efecto perverso que, con humor, subrayó el presidente Macron al presentar una selección de videoclips de sus apariciones públicas, obviamente falsa, elaborada con una diabólica perfección que, inexorablemente, convertiría la vida social en pesadilla.

Con los riesgos, por ejemplo, a los procesos electorales que la valiente periodista filipina Maria Ressa, Nobel de la Paz, explicó por la impunidad con que las redes sociales están siendo inundadas de desinformación, odio y manipulación.

Podrían aducir los optimistas que apenas 29 gobiernos y ejecutivos de un puñado de compañías asistieron a la cita de Bentley Park y ahora se registraron más de un millar de mandatarios y representantes de organizaciones internacionales, la comunidad académica, el sector privado y la sociedad civil de un centenar de países. Pero sin duda que sus trabajos se resintieron por el ambiente de crispación que suscita la naciente Administración estadounidense.

Porque el vicepresidente J. D. Vance alertó en el Grand Palais sobre los peligros de un excesivo acercamiento a China y previno contra un exceso de reglamentaciones susceptibles de matar la naciente disciplina, ciertamente con un discurso menos corrosivo que el varapalo de días antes a los dirigentes europeos en la Conferencia de Seguridad en Munich pero incapaz de estimular la colaboración que exige con urgencia la situación global.

En balance, 58 países – con la abstención de los Estados Unidos y la Gran Bretaña- suscribieron la Declaración sobre una Inteligencia Artificial Inclusiva y Sustentable para la Gente y el Planeta, abierta, transparente, ética, segura, confiable y sustentable, evitando la concentración comercial a fin de impulsar la innovación, avances positivos en los mercados laborales y promover la colaboración y el gobierno internacionales.

Y ya en el plano concreto, Francia anunció el lanzamiento de la fundación Current AI, con capital inicial de 400 millones de dólares, apoyada por nueve gobiernos, varias organizaciones filantrópicas y compañías como Google y Salesforce, para crear bienes públicos como data sets de alta calidad y herramientas e infraestructura de software de origen abierto y el respaldo a la Coalición para una AI Sustentable junto al Programa de la ONU para el Medio Ambiente y la Unión Internacional de Comunicaciones.

Un magro balance, en verdad, insuficiente para disipar la realidad de una aldea global cada vez más desunida y en suicida confrontación, aunque se requiere apechugar todos a una contra las amenazas que se acumulan, y sorda a la denuncia de Mafalda la sabia contra el retroceso de la inteligencia humana más que sobre el progreso de la inteligencia artificial.

Varsovia, febrero de 2025.

 

 

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