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Ascenso (sin caídas) de Led Zeppelin

El documental “Becoming Led Zeppelin” narra los inicios de la banda inglesa, mostrando los atributos musicales y el sentido de oportunidad que hicieron posible su ascenso, y dejando fuera las tropelías que vendrían después.

 

 

El enfoque de Becoming Led Zeppelin. Los inicios (2025), del cineasta irlandés Bernard McMahon, no da lugar a confusiones: es un documento oficial que apuntala los inicios de una banda que tenía la mirada puesta en la conquista del mercado estadounidense y, luego, del globo entero. El relato, pues, de una apuesta que resultó exitosa a base de sueños, talento y dedicación.

Aquí no se hallarán grandes revelaciones, escándalos o controversias, sensacionalismo, muestras de excesos y hedonismo, abusos o decadencia. Es un excelente documental, bendecido y autorizado por los tres miembros sobrevivientes de la banda, que abona al ensalzamiento de sus credenciales artísticas y solidez musical, a la diversidad y fortaleza de sus influencias, y a la búsqueda y consecución de su sueño juvenil de transformarse en rutilantes estrellas de rock.

Es un deleite para los seguidores del grupo –entre los que me cuento–, que desde los años 70 disponemos de no poca filmografía zeppelinesca (hay que empezar por The song remains the same, de Peter Clifton y Joe Massot, de 1976) y que con el paso del tiempo hemos podido ver en diversos formatos recopilaciones, conciertos y reuniones (como How the west was won, de 2003), incluyendo la más reciente, y tal vez última, en la arena O2 de Londres (Celebration day, de 2012), durante el homenaje a Ahmet Ertegün, cofundador de Atlantic Records, y con Jason Bonham, vástago de John, en la batería.

Becoming Led Zeppelin no es un documento fatigosamente historicista, si bien acierta al exponer el génesis de los cuatro músicos que le dieron alma y músculo a Led Zeppelin en los adversos pero esperanzadores años de la posguerra. Quedan claras las tempranas inclinaciones musicales de Jimmy Page, John Paul Jones, Robert Plant y John Bonham, su admiración por Lonnie Donnegan, Little Richard y Sonny Boy Williamson, entre otros músicos de varia estirpe; el activo y precoz involucramiento del guitarrista y del bajista y organista en el competitivo mundo de los músicos de sesión; la singularidad estilística del cantante y del baterista.

El filme subraya la legítima ambición, el talento, el olfato, el preciso conocimiento de la industria musical inglesa (que aún genera cuantiosas divisas que se recompensan no solo con el éxito material y el ascenso económico y social, sino también con títulos nobiliarios otorgados por la monarquía) y, a fin de cuentas, el liderazgo de Page, el compositor y guitarrista que de algún modo transformó a The Yardbirds en Led Zeppelin con la ayuda del mítico y temible manager Peter Grant.

En retrospectiva, resultaría sencillo contar una y otra vez la historia de Led Zeppelin como la de un business plan exitoso, pero que pudo no serlo. Pero Becoming Led Zeppelin muestra la asertividad y confianza en sí mismo de Page, quien produjo el primer álbum de la banda y prácticamente lo llevó bajo el brazo a Nueva York, para firmar con una disquera Atlantic deseosa de diversificarse, trascender los linderos del jazz y aprovechar el boyante y jugoso mercado del rock.

En el camino, el documental no solo da pinceladas de finales de los 60, momento histórico del despegue de la agrupación: la contracultura, el movimiento de los derechos civiles, la guerra de Vietnam, el black power, la matanza de Tlatelolco, la llegada del hombre a la Luna. También tiene el tino de mostrar la sensibilidad y sentido de oportunidad de Page al pensar en un grupo que fuera capaz de generar álbumes, más que sencillos. La irrupción de la frecuencia modulada (FM) en la radiodifusión estadounidense permitía entonces transmitir álbumes completos, cara A y cara B, con una calidad de sonido que no tenía la amplitud modulada (AM). En medio siglo, por supuesto, han cambiado radicalmente los modos de producir, distribuir, adquirir (no necesariamente comprar) y escuchar música. Nos siguen haciendo falta Adornos, Horkheimers y Benjamins para comprender lo que está sucediendo.

Una virtud del documental –que tomó siete años realizar– es la variedad y abundancia del pietaje de conciertos y festivales y la exhibición de suficientes fotografías de los álbumes familiares de los cuatro músicos. Hay secuencias de viejísimas apariciones de Page en la televisión. Se aprovechan relajadas entrevistas realizadas ex profeso para el filme con Page, Plant y Jones, y una vieja conversación en audio con Bonham que hasta ahora sale a la luz.

Los años posteriores al periodo inicial que muestra Becoming Led Zeppelin son, sin duda, los de las leyendas salvajes y apenas verosímiles, la megalomanía y el desenfreno del estrellato rocanrolero que de alguna manera ficcionaliza Casi famosos (2000) de Cameron Crowe, el cineasta que, siendo casi un niño, acompañó a la banda como reportero de Rolling Stone. Lo positivo de atenerse a este periodo formativo y de arranque es que lo musical queda en el centro y corazón del relato, y no el sensacionalismo que hizo de Hammer of the Gods, de Stephen Davis, otro reportero de Rolling Stone que accedió al primer círculo del grupo, un libro de culto que, a cuarenta años de su publicación, sigue reeditándose.

No me doblega mi condición de fan al afirmar que Becoming Led Zeppelin es una envolvente cátedrade historia musical. Por una parte, queda claro que las muy diversas influencias musicales de cada uno de los integrantes de la banda amalgamaron en un estilo (y producto) suficientemente novedoso. En el grupo no solo hay blues; hay folk, ritmo de jazz y funk, órgano de iglesia, decibeles, imaginación. Page queda muy bien parado como un relevante innovador sonoro, un amplio conocedor de la guitarra (acústica y eléctrica), amante de la experimentación, cultivador de la sicodelia y uno de los pocos y más notables ejecutantes del teremín o eterófono en el ámbito del rock. Plant es (o era, ya le cambió la voz) un gritón sui generis, un aullador y gemidor con estilo; los años lo han suavizado y conducido por senderos más reflexivos, suaves y apacibles, rumbo al folk, el country y la world music (sobre todo celta y africana).

El filme de MacMahon también viene a sumar al análisis, conocimiento y disfrute del hard rock y el heavy metal, corrientes a veces ninguneadas, si no es que abiertamente satanizadas. Piezas como “Whole lotta love”, “Dazed and confused” y “Communication breakdown”, ejemplos acabados de estos tipos de rock, explotan en varias secuencias de la película, que fue hecha para apreciarse en formato IMAX, como si la invitación fuera a exponerse al impacto de un tsunami. En verdad no se necesita pertenecer al club de aficionados a Led Zeppelin para reconocer la afortunada conjunción de ingredientes que contribuyeron a su éxito, su desatado ingenio para concebir riff memorables, su formidable química grupal, su plena disposición a girar incansablemente en un periodo tan corto en el que, además, y de modo igualmente sorprendente, pudieron grabar sus dos primeros álbumes, cimientos no solo de su exitosa carrera, sino de una serie de corrientes duras y extremas, pesadonas, que están lejos de extinguirse.

Se muestra en este documento, sin mayor ruido ni cuestionamiento, la etapa ascendente, entusiasta y feliz del pesado dirigible que llega hasta su presentación en el Royal Albert Hall londinense, los profetas arribando y triunfando en su tierra. Ya no caben en Becoming Led Zeppelin –o se ha optado por evitarlos para no empañar o ensombrecer el relato– los pros y contras del megaestrellato, las tragedias personales y familiares, el abuso de sustancias, la trágica muerte del poderoso y machacón John “Bonzo” Bonham a los 32 años, antes de salir de gira. Queda un arranque firme, contundente, histórico: las imágenes en movimiento de lo que fue llegar a ser Led Zeppelin y hacer a un lado incluso a The Beatles en listados de ventas y popularidad. Sin duda, el ascenso de una escalera al cielo. ~

 

 

 

Ernesto Flores Vega (Huichapan, Hgo., 1964) es un melómano ecléctico. Ha ejercido el periodismo y la comunicación corporativa.

 

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