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Dagoberto Valdés / Cuba y el mundo: El fin no justifica los medios

Recientes acontecimientos en Cuba y en el mundo han abierto un debate, en ocasiones apasionado y en otras partidista, acerca de la validez de cualquier medio para alcanzar algunos fines considerados como buenos.

La relación de estos hechos va desde la crisis terminal que vivimos en Cuba, pasando por la implantación de cualquier medida con tal de mantener el poder y un modelo que no funciona. Hasta la construcción de una enorme y horrible torre hotelera en medio de una Habana que se cae a pedazos, de constantes apagones, falta de alimentos básicos, falta de agua, de medicamentos, de material escolar, de transporte y otros muchos derechos elementales. Incluye una fastuosa fiesta en el Capitolio Nacional que fue antes de 1959 sede del poder legislativo y símbolo de la nación cubana, mientras esa nación, que somos los hijos de Cuba, sufre en su mayoría la más alarmante crisis humanitaria de todos los tiempos.

En el plano internacional incluye cambios de paradigmas morales, crisis de valores éticos, fragmentación de alianzas estratégicas, negociaciones de paz a precios éticamente inaceptables, o a cualquier precio. Incluye también el renacimiento de hegemonías que colocan los intereses económicos por encima de la verdad, de la justicia y de la libertad. Incluye cualquier medio y cualquier alianza con tal de combatir las agendas de ideologías woke, olvidando o aliándose a otras ideologías igualmente perniciosas.

El fin no justifica los medios

Como siempre hacemos, vayamos más allá de los hechos en sí para acceder a criterios éticos que nos permitan hacer un discernimiento acerca de la bondad y la verdad, la maldad y la mentira, que pudieran calificar los hechos que nos sorprenden cada día en Cuba y en el mundo. Y después que cada cual haya hecho ese discernimiento ético podríamos saber cuál debía ser la mejor postura y las mejores propuestas ante esas realidades que, en su mayoría, no dependen de cada uno de nosotros, pero ante las cuales debíamos crear una opinión justa y asumir una posición éticamente aceptable.

Vayamos al principio de la frase en la que se inspira esta columna. La frase original es contraria al título de este artículo y es atribuida, sin precisión, al filósofo, político y diplomático italiano Nicolás Maquiavelo: “El fin justifica los medios”. En realidad, la frase textualmente no aparece, pero en su obra más conocida: “El Príncipe”, en el capítulo XVIII, escribe:

“En las acciones de los hombres, y particularmente de los príncipes, donde no hay apelación posible, se atiende a los resultados. Trate, pues, un príncipe de vencer y conservar el Estado, que  los medios siempre serán honorables y loados por todos; porque el vulgo se deja engañar por las apariencias y por el éxito; y en el mundo sólo hay vulgo, ya que las minorías no cuentan sino cuando las mayorías no tienen donde apoyarse.”

Esta frase, que se dio a conocer en la versión impresa de la obra en 1532, hace casi cinco siglos, pareciera escrita para el mundo de hoy. Analicemos por parte para que cada lector pueda aplicarla:

– Se evalúan las acciones de todos, pero especialmente de los “príncipes”, aquellas ante las cuales “no hay apelación posible”.
– Se atiende a los resultados”, es decir a los fines a los que se quiere llegar y no a los medios.
– Se afirma que “los medios siempre serán honorables y loados por todos” si el príncipe logra “vencer y conservar el Estado”.
– Se constata que “el vulgo se deja engañar por las apariencias y por el éxito; y en el mundo sólo hay vulgo”.
– Y se concluye con que, frente a esas masas manipuladas, “las minorías no cuentan sino cuando las mayorías no tienen donde apoyarse”.

Cada cual que esté leyendo esta columna puede ir comparando este aforismo maquiavélico con los diferentes acontecimientos que nos van sorprendiendo tanto en Cuba como en el mundo que nos rodea, tanto en latitudes lejanas como más cercanas. En el proceso de educación ética y cívica, tan necesario para nosotros, todos los cubanos, en la Isla y en la Diáspora, podría ser muy saludable releer y analizar esta frase y aplicarla a cada uno de los hechos con sentido común.

Los medios determinan la naturaleza de los fines  

Vayamos ahora a la esencia de nuestra visión y propuestas. Para ello deseo basarme en otra frase famosa que pone las cosas en su lugar ético. Se trata de un párrafo de la obra ““El fin y los medios: una encuesta acerca de la naturaleza de los ideales y de los métodos empleados para su realización” del filósofo británico Aldous Huxley, publicada en Ediciones Hermes en 1955 hace 70 años y que plantea:

Los buenos fines solo pueden ser logrados usando medios adecuados. El fin no puede justificar los medios, por la sencilla y clara razón de que los medios empleados determinan la naturaleza de los fines obtenidos. El adelanto tecnológico es rápido. Pero sin progreso en caridad, es inútil¿Cómo podría ser detenida y trastocada esta regresión en caridad que estamos viviendo y de la que cada uno de nosotros es en parte responsable? ¿Cómo podrían transformarse el hombre medio y el hombre excepcional en esos seres desapegados que son los únicos capaces de crear una sociedad mucho mejor que la nuestra?

Aquí sí aparece, textualmente, la columna vertebral de nuestra propuesta:

– Los buenos fines, como la paz, la libertad, la justicia, el desarrollo humano y social integral, “solo pueden ser logrados usando medios adecuados”.
– He aquí el meollo de nuestra argumentación: “El fin no puede justificar los medios, por la sencilla y clara razón de que los medios empleados determinan la naturaleza de los fines obtenidos”. Así de claro: los medios determinan, no solo influyen, no solo condicionan, sino que “determinan”, no las circunstancias, no lo accesorio, sino que la bondad o maldad de los medios utilizados para alcanzar propósitos aparentemente buenos determinan “la naturaleza” de esos fines. Si los medios son inmorales estos convierten a los fines en inmorales por muy buenos y recomendables y prudentes que pudieran parecer. Si los medios son represivos o humillantes para cualquiera de las personas implicadas, entonces los buenos fines que se persiguen serán de esencia violenta y represiva. Esto vale tanto para Cuba como para el mundo.
– Huxley constata la ambivalencia de las tecnologías y el desarrollo cuando afirma: “El adelanto tecnológico es rápido. Pero sin progreso en caridad, es inútil. Esta ambivalencia significa que objetivos tan loables como el crecimiento económico, como la paz mundial tan deseada por todos, como la justicia social como fin teórico en otros sistemas, pueden torcerse, degenerarse y no pueden ser alcanzados a cualquier precio.

Propuestas

– Lo más sorprendente de este autor es que acude al concepto de “caridad” bien entendida: como amor de desprendimiento y entrega y lo relaciona con la política, y con toda la vida, al preguntarse: ¿Cómo podría ser detenida y trastocada esta regresión en caridad que estamos viviendo y de la que cada uno de nosotros es en parte responsable? ¿Cómo podrían transformarse el hombre medio y el hombre excepcional en esos seres desapegados que son los únicos capaces de crear una sociedad mucho mejor que la nuestra?”
– El mismo autor se responde haciendo unas propuestas: “El desprendimiento requiere el ejercicio de todas las virtudes. Implica, por ejemplo, la practica de la caridad, puesto que no hay obstáculo más infranqueable que la cólera (así sea la justa indignación) o que la fría malicia, en el proceso de identificación del “ser” con el más que el ser” trascendente e inmanente. Requiere la práctica del coraje, por cuanto el temor solo es una obsesiva identificación del ser con su cuerpo. Significa cultivar la inteligencia porque la insensata estupidez es una de la causas principales de los demás vicios.”

Es decir, cultivar en el día a día, en la familia, en la Iglesia, en la escuela, el “ejercicio de las virtudes cívicas” de las que hablaba el Padre Félix Varela que debían ser “la base del edificio de nuestra felicidad”: He aquí la propuesta ante tanta confusión de hechos y opiniones que mezclan parte de verdades con visiones sesgadas según sea el color del cristal con que se mire.

La ética y la cívica nos dan una visión sin cristales de colores para poder evaluar y posicionarnos ante la ambivalencia y las informaciones parcializadas de nuestro tiempo.

Animémonos a transitar nosotros, y a contribuir a que Cuba transite,por los firmes caminos de lo ético y lo cívico, carriles y señales que evitarán descarrilar el cambio que tanto necesitamos y el futuro que debemos construir sobre el principio universal de que:

El fin no justifica los medios, porque los medios determinan la naturaleza del fin que nos proponemos.

Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.

 

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