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Una pequeña ciudad que perdió mucho en la tragedia de República Dominicana

En Haina, una ciudad a las afueras de la capital que perdió a más de dos decenas de personas, el desconsuelo por la catástrofe en una discoteca es quizá más palpable.

Una rosa blanca con unas manos detrás

Los dolientes asistieron a una misa en honor de las personas que murieron tras el derrumbe del techo del club nocturno Jet Set, en Haina, República Dominicana, el domingo. Credit…Ricardo Arduengo/Reuters

 

La mitad de la junta directiva de un club de adultos mayores murió, al igual que el presidente del Club de Leones, un profesor de secundaria y el propietario de una empresa de camiones. Tony Blanco, un jugador de béisbol retirado de las grandes ligas que murió en el desastre, era nativo de la zona.

También murió Rubby Pérez, el cantante de merengue cuyo concierto atrajo a más de 400 personas, muchas de ellas de su ciudad natal.

Tras el derrumbamiento del techo de una discoteca en el que murieron cientos de personas, República Dominicana está desbordada de dolor. Ese desconsuelo es quizá más palpable en Haina, una ciudad industrial a las afueras de la capital que perdió a más de dos decenas de personas en la tragedia, incluidos líderes comunitarios y héroes culturales.

El municipio, más conocido por su bullicioso puerto marítimo y su legado de contaminación por plomo que le valió el apodo poco grato de “el Chernóbil dominicano”, tiene ahora otra distinción indeseable. Cuando el techo de la discoteca Jet Set se vino abajo el pasado martes por la mañana, matando a 226 personas, supuso un duro golpe para la pequeña ciudad.

Veinticinco personas de allí se encontraban entre los fallecidos.

“Dios tiene una forma de comunicarse con nosotros, de una manera que muchas veces se hace difícil entenderla”, dijo el domingo el exjugador de los Red Sox David Ortiz, más conocido como Big Papi. Ortiz solía vivir en Haina, y viajó allí para ayudar a enterrar a sus muertos.

 

Un hombre con camisa blanca abotonada da la mano a un hombre con camisa azul entre los dolientes.
El miembro del Salón de la Fama del Béisbol David Ortiz, a la izquierda, rinde homenaje a quienes murieron en el club nocturno Jet Set. Credit…Ricardo Hernandez/Associated Press

Acompañados por el presidente, Luis Abinader, decenas de residentes se reunieron en un gimnasio sofocante para despedirse. Sostenían rosas blancas e intentaron comprender entre lágrimas cómo una sola ciudad podía perder a tanta gente. Algunos se preguntaban en voz alta cómo conseguirían volver a reír y cantar.

En dos grandes pantallas proyectaron fotografías de las víctimas, mientras un pastor evangélico y un sacerdote católico pronunciaban palabras de consuelo.

El cantante Joselito Trinidad interpretó conmovedoras versiones en balada de “Buscando tus besos” y “Volveré”, dos de los merengues de Pérez. Cantó en el tono agudo por el que era famoso Pérez, conocido como “la voz más alta del merengue”.

“Somos un pueblo que ha sabido unirse en las buenas y en las malas, y esta no es la excepción”, dijo antes de cantar. “Como hainero nativo, alzo mi voz para que recordemos esa voz que tomó alas y se fue a un lugar mejor”.

En el gimnasio, muchos asientos de las gradas se quedaron vacíos: la gente de la ciudad estaba ocupada asistiendo a funerales.

Cuando terminó el oficio religioso, una mujer corrió tras el séquito del presidente sollozando y exigiendo que se asumieran responsabilidades.

“¡Ay, mi comadre linda, ya no hay nadie como esa!”, gritó Kirsis Bautista, cuya amiga, Juana Vásquez, murió en la catástrofe. “¡Señor presidente, justicia! Déjenme ver a Luis Abinader y decir: ¡justicia!”.

Pérez, de 69 años, era un conocido merenguero y miembro de los Haineros Dorados, un club social privado para personas mayores de 55 años en el que se reúnen y asisten a talleres educativos. Los 143 miembros del club eran también sus fans, por lo que 25 de ellos hicieron el viaje de media hora a Santo Domingo para verlo cantar en Jet Set.

Solo 12 lograron salir.

El vicepresidente de la organización, el tesorero y el organizador de eventos murieron.

“Yo mismo dije que yo iba a renunciar a la presidencia”, dijo Héctor Rincón, presidente del club. “Pero ese caballero ahí y varios más me dijeron que no, que hay que luchar aquí, que hay que luchar para mantener esto, en honor a los hermanos que se fueron”.

Los miembros alquilan un local encima de un club nocturno llamado la Casa del Borracho, donde juegan al dominó y celebran fiestas de cumpleaños, respetando unas normas estrictas: no se habla de política, religión ni deportes.

El domingo por la mañana, antes de la misa, el club seguía decorado con globos y banderines de cumpleaños de la última celebración, pero un gran lazo negro en la puerta principal delataba que había ocurrido algo terrible. El ambiente era sombrío entre un puñado de socios, reunidos antes de otro funeral.

 

Un hombre vestido de oscuro abraza la parte trasera de una carroza fúnebre entre la multitud.

Una carroza fúnebre transporta el ataúd del cantante de merengue Rubby Pérez en Santo Domingo el jueves. Credit…Martin Bernetti/Agence France-Presse — Getty Images

 

Ahora, en lugar de organizar talleres de joyería, Rincón busca psicólogos para ayudar a los supervivientes. “Esto es como la guerra”, dijo, “cuando uno viene de la guerra, tú no vienes normal”.

Rincón creció con Pérez, y cantaron juntos en un coro cuando eran adolescentes.

“Haina era su todo”, dijo Rincón.

Intentó compartir más recuerdos entrañables de su amigo. Las lágrimas se interpusieron en su camino, así que en su lugar habló de la historia industrial de la ciudad.

El nombre oficial de Haina, que nadie utiliza, es Bajos de Haina. Tiene unos 158.000 habitantes y está a unos 13 kilómetros al oeste de Santo Domingo.

Aquí se encuentra la única refinería de petróleo de la República Dominicana, y su puerto mueve más de un tercio de la carga marítima del país.

Rincón recuerda su época de esplendor, cuando un ingenio azucarero y otras fábricas producían ingenieros, mecánicos y trabajadores de otros oficios cualificados. Ahora esas empresas han desaparecido.

“Haina primeramente es un pueblo de migrantes”, dijo Jesús Ramírez, miembro del Club de Leones, que perdió a tres integrantes, , “en su principio mineros, agricultura”. Y añadió que han tenido los mejores deportistas y artistas del país: “tenemos personas que figuran en el área mundial de reconocimiento”.

El Club de Leones echará especialmente de menos a su presidente, Luis Emilio Guillén, que también era vicepresidente del club de personas mayores. Exjugador de fútbol y propietario de una empresa de trofeos, era conocido por asistir a todos los actos culturales y deportivos.

“Creo que la mejor forma de reconocer y valorar lo que ellos hicieron es continuar el trabajo que venían realizando”, dijo Margarita Tejeda, quien representa a Haina en el Congreso y es miembro del Club de Leones. Comentó que continuarían con el trabajo de Guillén en deportes y cultura. “Para Haina, esto ha sido un dolor colectivo, un luto colectivo”.

 

 

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