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Aristeguieta: ¿Alguien recordará la “Banda de Copei”?

 

             El 4 de mayo se conmemora el centenario del nacimiento del expresidente Luis Herrera Campíns

 

El gallo bueno se conoce por la pluma.

Refrán popular

Éramos un montón de muchachitas provenientes de todo el municipio Baruta, que, organizadas bajo la dirección de Gloria Lizarraga de Capriles fungíamos de “avanzada” del entonces candidato Luis Herrera Campíns en los mítines en distintas zonas de Venezuela.

Vestidas con un uniforme verde con peto amarillo, botones dorados, kepis y botas negras , una centena de jovencitas marchábamos bombos, timbales, pompones y batuta en mano, preparando el terreno para la llegada del candidato. Viajábamos por el país en autobuses, a veces durante varias horas de ida y otras tantas de vuelta.

A esa edad uno ni sabe adónde va, pero en cada ocasión la salida de madrugada y el regreso en la noche era una suerte de expedición para repetir una representación entre los nuestros. Bajo aquel sol venezolano, cada mítin era abrirse paso entre la gente, eran roces, sudor, estruendo de timbales y bombos, la sincronía de los pompones, los gritos y aplausos; la música durante las varias cuadras que recorríamos marchando, y al final, típicamente, alguna desmayada por las bajas de tensión junto con ese regreso lleno de anécdotas.

Todo un equipo de colaboradores voluntarios se ocupaban de nosotras. Empezando por la alimentación (nunca faltaba un refresco, un sandwich o un cafecito), coser y remendar los uniformes, armar los pompones, enseñarnos los redobletes con las baquetas, o los pasos y coreografía básicos que practicábamos en la terraza de la casa que nos servía de sede, hasta asegurarse de nuestra protección en las marchas, se creó todo un universo en torno a la Banda de Copei. La casa donde nos reuníamos era un constante entrar y salir de gente, que contribuían con sus muchas horas de trabajo, dedicación y buen humor.

Las mujeres de Copei siempre fueron aguerridas, generosas y echadas pa’lante, reflejo de lo que es la sociedad venezolana, y aquí no fue una excepción. Porque éste era un equipo fundamentalmente femenino, aunque por supuesto se sumaban algunos esposos y jóvenes de la Juventud copeyana que también ponían de su tiempo y su empeño en favor de la causa.  Pero lo que más recuerdo de esa época, y lo comentaba con uno de los hijos del presidente Herrera, era la convicción en lo que hacíamos y la alegría con la que lo hacíamos. Ese entusiasmo, esa hermandad entre las jovencitas y entre las más viejas, y ese espíritu de estar colaborando todos en la consecución de un objetivo mayor se palpaba en cada encuentro.

Viendo en retrospectiva a la adolescente que era,  no podía tener consciencia del enorme significado de todo aquello, por muy nimio o banal que pareciese. Porque, como se decía tan frecuentemente en los medios de comunicación de la época, se trataba de la gran fiesta democrática. No era poca cosa. Que el partido minoritario lograse de nuevo el triunfo en una competencia franca consolidaba el objetivo de quienes lucharon contra las dictaduras para ofrecerle al país una oportunidad de desarrollo desde la democracia. Desde ese sistema en el que la alternabilidad del poder es la norma, el adversario no es un enemigo a quien hay que exterminar, sino un contrincante a quien ganarle con buenos argumentos y buenas políticas, y donde el objetivo-país es el objetivo de todos.

Luís Herrera Campíns, un hombre honesto, llano, y sólido en su formación integral, traía en su bagaje personal esa lucha por conquistar la democracia. Había sufrido, además, la dura pero formadora experiencia del exilio, por lo que contemplaba cómo muchas de las buenas prácticas que había visto en esas otras latitudes podían adaptarse a nuestra idiosincracia para que redundara en menos desigualdad, en acceso al conocimiento y a la cultura como un derecho ciudadano, y en definitiva en mayor calidad de vida, inclusión y ciudadanía.

La de la Banda fue una experiencia de vida, pues asentó mucho de lo que había sido la norma en mi familia, y de alguna manera incidió en la definición de lo que haría después como parte de una corriente política que privilegia el respeto a la dignidad de la persona y favorece la cohesión social.

En lo personal, sentí de nuevo esa alegría y ese compromiso con un proyecto político recientemente, cuando el liderazgo de María Corina Machado llevó a Edmundo González al triunfo electoral arrollador.

En este 2025, en el que se conmemoran 100 años del nacimiento del presidente Luís Herrera Campíns, valga la oportunidad para profundizar en lo que logramos construir entonces y ahora. Ciertamente con errores, pero también con aciertos, como todo proceso de crecimiento y consolidación de un proyecto.

Detengámonos a reflexionar acerca de su impacto y su influencia en lo que todavía hoy persiste en nuestro acervo colectivo y en nuestra ciudadanía.

 

 

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