La izquierda logra aplastante triunfo en las elecciones de Australia con la ayuda del factor Trump
Peter Dutton, el candidato opositor derrotado, fue visto por muchos como el "Trump australiano", lo que aparentemente fue mal recibido por los votantes,

Fuente de la imagen,Getty Images ,El Partido Laborista logró avances en todo el país, algo poco común para un gobierno en su segundo mandato.
Anthony Albanese, del Partido Laborista, ha desafiado la llamada «maldición del incumbente» al ser reelegido como primer ministro de Australia en una victoria aplastante.
El recuento oficial de votos tardará varios días en completarse, pero se prevé que el gobierno de centroizquierda de Albanese aumente drásticamente su mayoría, después de que la Coalición Conservadora Liberal-Nacional sufriera una derrota contundente a nivel nacional.
«Hoy el pueblo australiano ha votado por los valores australianos: por la equidad, la aspiración y la oportunidad para todos; por la fuerza de mostrar coraje ante la adversidad y amabilidad hacia quienes lo necesitan», declaró Albanese.
El líder de la Coalición, Peter Dutton, quien perdió su propia banca tras 24 años en el Parlamento, dijo que asumía «toda la responsabilidad» por la derrota de su partido y pidió disculpas a sus diputados.
Tras los resultados, el primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, y el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, expresaron su disposición a profundizar las relaciones bilaterales con Australia.
Las preocupaciones por el costo de vida -en particular el acceso a la salud y la vivienda- dominaron la campaña electoral de cinco semanas. No obstante, también cobraron relevancia los temas de política exterior, especialmente en torno a la cuestión de cómo manejar el hecho de que Donald Trump pesara fuertemente sobre la elección.
Peter Dutton fue visto por muchos como el «Trump australiano», lo que aparentemente fue mal recibido por los votantes, a pesar de sus intentos por distanciarse de las comparaciones entre sus políticas sobre inmigración, recortes al sector público y China, y las del presidente estadounidense.
El Partido Laborista logró avances en todo el país, algo poco común para un gobierno en su segundo mandato. Con esta victoria, Albanese se convierte en el primer primer ministro en más de 20 años en ganar elecciones consecutivas.
El éxito del Partido Laborista también ha atenuado una tendencia de los votantes a abandonar a los dos partidos principales, que fue la gran historia de las elecciones anteriores en 2022.
Según proyecciones de la Australian Broadcasting Corporation (ABC), el Laborismo se perfila para terminar con 86 escaños, la Coalición con unos 40, y el Partido Verde con uno o dos. Otros partidos minoritarios e independientes lideran en nueve distritos.
Esto representa un aumento de nueve escaños para el laborismo y una caída significativa en el apoyo a los Verdes. Sin embargo, la mayoría de los independientes «teal» (como se denomina a los conservadores con ideas progresistas en temas valóricos) han sido reelegidos en sus electorados más conservadores de zonas céntricas urbanas.
Es un giro notable respecto al inicio del año, cuando las encuestas situaban la popularidad de Albanese en mínimos históricos, tras tres años de dificultades económicas globales, tensos debates nacionales y la creciente insatisfacción con el gobierno.

Fuente de la imagen,Getty Images – Pie de foto, El primer ministro dio un sentido discurso tras el triunfo, junto a su esposa e hijo.
En su discurso de victoria del sábado por la noche, Albanese abordó algunos de los temas clave de la elección, que también incluyeron la migración, el cambio climático y la energía.
Reiteró sus promesas de hacer más accesible la atención médica -especialmente las citas con médicos de cabecera-, facilitar el acceso a la vivienda para más australianos y reforzar las políticas contra el cambio climático y en defensa del medio ambiente.
De manera destacada, también se comprometió a avanzar en la reconciliación con los pueblos originarios:
«Seremos una nación más fuerte cuando cerremos la brecha entre australianos indígenas y no indígenas», dijo.
Se trata de una referencia indirecta al momento más trascendental de su mandato: el fallido referéndum de La Voz, en octubre de 2023, que buscaba reconocer a los pueblos aborígenes e isleños del Estrecho de Torres en la constitución y establecer simultáneamente un órgano consultivo parlamentario para ellos.
Australia sigue siendo el único país de la Commonwealth que nunca ha firmado un tratado con sus pueblos indígenas.
Reflexión tras un resultado contundente
La Voz fue una de las políticas más emblemáticas de Albanese y también su revés más contundente: fue rechazada de forma abrumadora tras meses de debate nacional, muchas veces tóxico y divisivo.
Australianos indígenas han declarado a la BBC que, desde entonces, sienten que han sido olvidados por quienes toman las decisiones.
El primer ministro también tuvo dificultades al intentar mantener una posición intermedia frente a la guerra entre Israel y Gaza, además la polémica que enfrentó al comprar una multimillonaria casa de playa en medio de una crisis habitacional.
Asimismo, y -como otros líderes a nivel global- debió luchar con duras condiciones económicas.
Albanese, cuyos números en las encuestas se desplomaban, era considerado en general como el perdedor a medida que se acercaban las elecciones, y estaba a punto de convertirse en la próxima víctima de la «maldición del incumbente», un término que explica una tendencia mundial según la cual los electores en apuros expulsan a los gobiernos tras un único mandato.
Dutton, por otro lado, parecía estar escribiendo un gran regreso político: estaba a punto de llevar a su partido, tras su peor derrota en 70 años, de regreso al poder en un solo mandato.
Hacía casi un siglo que un gobierno de primer mandato no lograba la reelección, pero como dijo el profesor emérito de la Universidad Nacional de Australia, John Warhurst: «Dutton comenzó el año electoral con ventaja. La victoria estaba en sus manos».
Sin embargo, esta noche Dutton ha encabezado una derrota tan contundente que incluso ha perdido su propio electorado de Dickson, a manos de Ali France, del Partido Laborista.

Fuente de la imagen,Getty Images – El líder de la Coalición, Peter Dutton, dijo que asumía «toda la responsabilidad» por la derrota de su partido y pidió disculpas a sus diputados.
«Amo a este país y he luchado mucho por él», dijo a sus partidarios en Brisbane, reconociendo la derrota.
«Hemos sido definidos por nuestros oponentes en estas elecciones, lo que no es una historia real de lo que somos, pero reconstruiremos desde aquí y lo haremos porque conocemos nuestros valores, conocemos nuestras creencias y siempre nos ceñiremos a ellas».
Su campaña se vio empañada por errores no forzados: una serie de bandazos políticos que causaron confusión, errores incómodos en temas importantes como el coste de la vida y, quizá lo más memorable, el lanzamiento accidental de un balón de la AFL a la cabeza de un camarógrafo.
«La oposición ha sido un caos», afirma el profesor Warhurst.
Pero el Gobierno, aunque decidido y disciplinado en su campaña, fue tímido. Según los analistas, su estrategia consistió en dejar que los votantes juzgaran a Dutton y a su partido, en lugar de proponer políticas audaces o convincentes.
Y eso es algo que también escuchamos de los votantes a lo largo de la campaña.
Mientras la Coalición se dedica a lamerse las heridas y a elegir a su próximo líder, deberá volver a enfrentarse a una cuestión crucial: su rumbo político.
En las elecciones anteriores, tanto analistas como algunos de los propios diputados del partido advirtieron sobre los riesgos de un giro hacia la derecha. Cuestionaban si Dutton -una figura polarizadora, considerado por muchos como un conservador duro- era la persona adecuada para reconstruir el apoyo, especialmente en las zonas moderadas donde más lo habían perdido.
Tras una campaña que, en sus últimos días, se adentró en temas propios de las guerras culturales y en lo que algunos describen como una política de corte «trumpista», la Coalición tendrá que volver a plantearse esas preguntas. Y si quiere volver a ser competitiva, tal vez encontrar respuestas distintas.
«Tenemos que dejar de tragarnos nuestro propio cuento como si nos lo sirvieran a presión, y hacer una revisión seria… Nos engañamos pensando que estamos apenas a unas cuantas maniobras tácticas de ganar una elección», dijo el exestratega liberal Tony Barry a la cadena ABC.
Pero mientras tanto, el Partido Laborista debe decidir qué quiere lograr con el amplio mandato que le ha otorgado Australia.
La llamada «maldición del incumbente» de Albanese terminó siendo una bendición: la incertidumbre internacional parece haber llevado a los votantes, como ocurrió en países como Canadá, a evitar el cambio. De forma similar, Australia votó por la estabilidad.
El Laborismo optó por un «camino intermedio» en su plataforma política, pero ahora puede permitirse ser más audaz, afirma Amy Remeikis, principal analista política del centro de estudios Australia Institute.
«Ese fue el camino que eligieron para la campaña, y están viendo que les dio resultados. Pero la pregunta ahora es: ¿el Laborismo hará algo real con el poder?»