Ramón Peña / En pocas palabras: Gente non sancta
Para referir que alguien no deseable se cuela en algún evento o invitación, la espontánea sabiduría margariteña lo ilustra diciendo “entre las sardinas viene un bagre”. Un dicho propio de la jerga de los locuaces pescadores de la isla. Tan explicativo aforismo viene al caso en la solemne convocatoria que hace El Vaticano para integrar el cónclave que habrá de escoger al nuevo pontífice. Aplicaría, al parecer, no a uno, sino a varios de los cardenales citados para tan solemne y delicado propósito.
Un primer caso ha sido el del cardenal Angelo Becciu, quien se hizo presente, no obstante haber sido condenado por fraude por un tribunal vaticano en 2022 y despojado por el papa Francisco de sus derechos cardenalicios. Recriminado por el cardenal camarlengo, autoridad temporal del Vaticano, aceptó finalmente retirarse del cónclave.
Otros casos que suman ribetes de escándalo a la reunión vaticana no atañen a desvíos pecuniarios sino a la inveterada tentación de la carne que ensombrece a la curia católica mundial. El más sonado asunto, el del peruano Juan Luis Cipriani, quien se presentó en el Vaticano con hábito púrpura, pese a haber sido desprovisto de atributos cardenalicios por Francisco en 2019, acusado de abuso de menores. Se agrega el caso del cardenal emérito de Los Ángeles, el estadounidense Roger Mahony, por ser encubridor de 129 sacerdotes agresores sexuales de menores de edad. Otro prelado también cuestionado es el cardenal francés Jean-Pierre Richard, quien en 2022 admitió abusos sobre una niña de 14 años…
Fue notable el esfuerzo del papa Francisco en denunciar y sancionar la pedofilia, como un mal que ensombrece el oficio sacerdotal. Sobre este flagelo, nos preguntamos si no sería saludable revisar el celibato obligatorio de los curas, algo que no es dogma de fe ni tampoco figura en los textos bíblicos, pero que es una regla de vida promulgada por el Concilio de Letrán hace ya 9 siglos…