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El Papa Trump

No hay nada inteligente ni gracioso en esta imagen, señor presidente": las  críticas que desató Trump con una imagen generada por IA donde aparece como  Papa y que compartió la Casa Blanca -

 

 

Ha levantado gran revuelo la publicación, desde la cuenta oficial de la Casa Blanca, de una imagen de intención jocosa donde Trump aparece ataviado como Papa. En el ámbito católico, muchos han acusado a Trump de irreverencia; pero    a mí más bien me ha parecido que esta foto trucada es un acto fallido de cesaropapismo. Trump, que acaba de visitar la basílica de San Pedro, repararía a buen seguro en las dos gigantescas estatuas de Constantino y de Carlomagno que se hallan a su entrada, de puertas afuera. A él, en cambio lo dejaron hozar (craso error) dentro de la basílica con el títere Zelenski, así que se creería más importante que Constantino y Carlomagno; y, como por encima de aquellos dos gigantes sólo estaba –humanamente hablando– el Papa, Trump concebiría fantasías cesaropapistas.

No faltan quienes contemplan la foto trucada de Trump con íntimo alborozo, como una réplica humorística a los desplantes o desaires que en vida Francisco dispensó al gringo. A juicio de este sector, el papado de Francisco estuvo muy politizado; y Trump, al «espiritualizar» jocosamente su figura política, señala a quien, como Francisco, practicó la política mundana, en lugar de limitarse a ejercer un poder espiritual. Estas objeciones críticas y exigencias de pureza, que a simple vista suenan muy bien, nos recuerdan a las que los erasmistas hacían a los Papas del Renacimiento, tan entregados al vicio, la codicia y la política marrullera. Cuando el Emperador Carlos ordenó el saco de Roma, el erasmista Alfonso de Valdés escribió su ‘Diálogo de las cosas acaecidas en Roma’, donde exculpa tal acción con lógica irreprochable, alegando que Roma estaba podrida. Valdés empieza atacando la venta de indulgencias, la simonía, la concupiscencia y los manejos políticos del Papa y sus allegados, para terminar abogando por una Iglesia de hombres puros como espíritus que se entienden directamente con Dios. Se empieza barriendo suciedades y se termina separando el trigo de la cizaña, que es una labor que sólo compete a Dios; se empieza denunciando la mundanidad del Papa y se acaba defendiendo el cesaropapismo. El Demonio es un lógico insuperable que siempre propone purezas deslumbrantes.

En el fondo de su corazoncito leproso, a Trump le gustaría tener el poder espiritual del Papa; pero para poder ser Papa tendría que empezar por abandonar la secta en la que milita y bautizarse como Dios manda. Una vez bautizado, se desvanecerían sus fantasías cesaropapistas y le ocurriría lo mismo que al Séneca, según nos cuenta Pemán: «Recuerdo que, cuando el cónclave último, me vi venir por una calle del pueblo al Séneca gesticulando y dando saltos de alegría. Me confesó que había leído en la prensa que podía ser elegido Papa cualquier persona sin más condición que ser varón y estar bautizado. Y añadió: »Véngase conmigo al bar, que le convido». Pasé unos días de angustia, hasta que acabo de oír en la radio que ha sido elegido Pablo VI y yo he salido ileso».

 

 

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