Cultura y Artes

Visitas de primavera a La Habana

La presencia de otro show, otras voces y otros códigos, la posibilidad de bailar con otra banda sonora y de sintonizar otros discursos ideoestéticos marca también la entrada de otro tipo de información. Con ello surge la posibilidad de entender también la música, el arte, el rock y su saga como un gesto personal, sin dejar de sentir la política en la postura de esta intervención histórica permitida hoy por las mismas autoridades que por décadas diseñaron la rígida ideología insular.

Recordemos que por escuchar a estos roqueros británicos, sobrevivientes de un fenómeno creativo y vivencial heavy, muchos cubanos fueron castigados en los años duros. Por poseer un disco suyo de contrabando algunos fueron expulsados de sus trabajos, escuelas o estigmatizados por diversionismo ideológico.

Hay muchas posturas acerca de esta visita:

▪  Algunos se niegan a acudir porque sería pasar de lo prohibido a lo obligatorio.

▪  Otros sueñan con ir acompañados de sus padres e hijos para vivirlo de otra manera.

▪  Amigos de todo el país, colegas extranjeros e incluso parte del exilio anuncian que vienen a compartir esta particular experiencia con nosotros.

Todas las opiniones son válidas, pero lo cierto es que veremos a miles de asistentes bailar y delirar, gozar con lo que antes parecía condenarnos.

Sería sano que aquellos que necesiten escribir sobre este proceso participen de él. Diariamente me llegan artículos de autores que ensayan aproximaciones al fenómeno que está ocurriendo en Cuba, no todas las narraciones son coherentes o fieles a la complejidad de los acontecimientos.

Todo el mundo tiene derecho a juzgar el fenómeno Cuba, entre otras cosas porque hemos estado expuestos como un canon que intervino la ideología, la moda, el pensamiento y la vida diaria de muchas personas en el siglo XX y parte del XXI; pero la falta de internet y el estilo en que aquí suceden las cosas complejiza el claro fluir de la información. Existen especialistas, blogueros, periodistas y académicos que no están autorizados a venir o no quieren volar a la isla, pero hay que tomarse el trabajo de investigar.

En muchos casos detectas a quienes no han pisado suelo cubano nunca o en años porque su discurso ha caducado, y en otros, sientes que no han hecho el sondeo necesario y citan a personas que incluso están muertas. Algunos de estos textos circulan en publicaciones internacionales.

Los entresijos del cambio, la sutileza de este complejo pas de deux entre censura y apertura, el modo en que se suceden las cosas, es tan sutil como enrevesado, incluso para los que aquí vivimos, que a veces somos los últimos en enterarnos. Necesitamos otra mirada.

Esta primavera en La Habana será una excelente oportunidad para investigar y escribir sobre lo que acontece. Una colaboración seria que se instrumente desde adentro y desde afuera nos ayudaría en el proceso de transparencia. Aquí los espero.

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