Jorge Vilches: Sobrinas y primos del sanchismo
«Toleramos lo intolerable porque parece que da lo mismo quién gobierne. Nos hemos convertido en una democracia sin exigencias. Somos unos primos de manual»

Ilustración de Alejandra Svriz.
No busque más. Las sobrinas del sanchismo son las chicas que Ábalos y su cuadrilla colocaron en organismos públicos para tener sexo. Los primos somos nosotros, evidentemente. Las declaraciones de la exresponsable de Tragsatec sobre la colocación y actividad de Jésica Rodríguez, la amiguita de José Luis, no dejan lugar a dudas: fue una estructura piramidal de la corrupción y el desparpajo. Lo mismo ocurrió con las otras escorts que colocó Ábalos con la complicidad de cargos sanchistas, o en Badajoz con el Hermanísimo.
El espectáculo que han dado los socialistas en la provincia extremeña tras la imputación de David Sánchez es una demostración de que están implicados en los delitos. El presidente del Gobierno no hizo nada para impedir el fraude, y ahí está su responsabilidad como mínimo. A esto sumamos los consabidos casos de su esposa, del Fiscal General del Estado y de Santos Cerdán. Demasiada corrupción y sospechas como para que el amo del PSOE siga en Moncloa.
Ante este cúmulo de desvergüenzas, el sanchismo se dedica a atacar a jueces y periodistas libres, incluso con normas nacidas en el Congreso de los Diputados. El caso es una muestra de autoritarismo porque solo en un tránsito de la democracia a la tiranía es posible que la sede de la soberanía nacional recorte la libertad de información y quiera anular la independencia judicial. Este gobierno pasará a la historia como aquel que cuando se vio atrapado por la justicia y la prensa quiso acabar con la fiscalización democrática.
La cantinela que empieza con un «en una democracia seria esto acabaría en dimisión» hace mucho que no sirve para nada. Sánchez no se irá jamás por voluntad propia ni por vergüenza. Nunca reconocerá haberse equivocado o que una sentencia tiene razón. Ni siquiera será capaz –ya lo verán– de reconocer su derrota en las urnas y que se forme un gobierno de la derecha.
«No solo pagamos las fiestas de los sanchistas con dinero público, sino que no los repudiamos ni en las instituciones ni en las urnas»
La lógica que se desprende de la trayectoria política y demagógica de Sánchez indica que desautorizará las elecciones que lo echen. Dirá que estuvieron condicionadas por la «cacería» de la derecha y la ultraderecha contra «el gobierno de progreso». Para esto los sanchistas están preparando un discurso parecido al que hizo la izquierda con Lula da Silva, que fue encarcelado por un chanchullo inmobiliario. De hecho, Gabriel Rufián lo soltó en una entrevista en TVE. La idea es decir que jueces fachas condenaron al líder progresista por informaciones falsas de la prensa ultra. En suma: no nos vamos a quitar a Sánchez de encima jamás. Miren a Junqueras. Pasó por prisión y ahí está como si nada. También lo apuntó Baltasar Garzón en 2019: «El derecho está siendo usado para la persecución política». En suma: tienen el relato construido desde hace tiempo, lo sacarán cuando haga falta y va a funcionar.
No cabe duda de que los españoles, la mayoría, somos unos primos. No solo pagamos las fiestas de los sanchistas con dinero público, sino que no los repudiamos en las instituciones y en las urnas cuando tenemos ocasión. En julio de 2023 hubo una ocasión y se desperdició. Es cierto que el PSOE perdió, pero ganó sumando sus escaños a los de los chantajistas. Esto fue frustrante. Unos pedimos que Sánchez se vaya por su vínculo con la corrupción y su deriva autoritaria, pero otra parte de nuestros compatriotas aplaude al presidente porque el PSOE es su iglesia o su empresa financiadora.
Somos unos primos. La RAE lo define muy bien al decir que el primo es una persona incauta que se deja engañar o explotar fácilmente. Nos dejamos hacer lo que sea con el consuelo del supuesto bienestar que nos concede el Estado y con la tóxica idea de que todos los políticos son iguales. Si creemos que son idénticos, sean del partido que sean, la vena corrupta, tiránica y guerracivilista del gobernante se dulcifica de tal manera que se traga con facilidad. Eso es lo que nos pasa. Toleramos lo intolerable porque parece que da lo mismo quién gobierne. Nos hemos convertido en una democracia sin exigencias. Eso es lo que nos está pasando. Que somos unos primos de manual.