Violeta Barrios de Chamorro: La mujer que luchó por la paz en Nicaragua
Soñó con una Nicaragua en democracia, y tras derrotar a Daniel Ortega en las urnas en 1990 se convirtió en la primera mujer presidenta de América

Fotoarte con imágenes de algunos momentos de doña Violeta Barrios de Chamorro, expresidenta de Nicaragua. // CONFIDENCIAL
“No hay soberanía sin libertad. No hay tampoco justicia sin libertad. Ni siquiera puede haber Nicaragua sin libertad porque el alma y la razón de ser Nicaragua es la libertad”. Esta fue una de las frases más recordadas del discurso de Violeta Barrios de Chamorro cuando asumió la presidencia de Nicaragua el 25 de abril de 1990. Ese día prometió devolver la paz al pueblo que venía de una guerra que parecía interminable.
Barrios de Chamorro se convertía así en la primera mujer mandataria en Nicaragua y la primera de todo el continente americano electa por el voto popular. En una Nicaragua herida por la guerra, también se transformó en la primera figura de poder que no tuvo que recurrir al autoritarismo ni a las balas para llevar las riendas de un país eternamente dividido.

“Ofrecí en mi campaña electoral que Nicaragua volvería a ser República. Hoy es el amanecer de esa República que nació del voto del pueblo, que nació, no de gritos ni de balas, sino del silencio más hondo del alma nicaragüense: De la conciencia. ¡Es muy bello que una República se levante sin sangre como un sol nuevo de justicia y libertad! Esta es la primera luz de ese sol. Hemos sido, como dijo un poeta nuestro, la más perseverante democracia de deseo de América”, manifestó en ese primer discurso.
La exmandataria falleció a los 95 años, el 14 de junio de 2025, en San José, Costa Rica, a donde llegó el 17 de octubre de 2023, tras una prolongada situación médica en Nicaragua y luego de pasar años retirada de la vida pública. El primero de octubre de 2018 su familia informó que sufrió “un accidente cerebrovascular o embolia cerebral”. Desde entonces su estado de salud era reservado.
“A partir de ahora, doña Violeta se establecerá en San José, bajo el cuidado y el amor de su familia, con el acompañamiento de personal de salud y médicos especializados”, indicó su familia en un comunicado, publicado en octubre de 2023.
La familia informó el 14 de junio que “doña Violeta falleció en paz, rodeada del cariño y del amor de sus hijos y de las personas que le brindaron un cuido extraordinario, y ahora se encuentra en la paz del Señor”.
Hoy queda su legado. Violeta Barrios de Chamorro fue la exmandataria que derrotó en las urnas a Daniel Ortega y puso fin a su primer Gobierno dictatorial. Llevó al país a una reconciliación que parecía imposible y puso fin a la lucha armada.
“Arma que encuentro, arma que destruyo y entierro para siempre. No las quiero. Demasiado hemos sufrido ya”, declaró Barrios de Chamorro al diario español El País tres años después de asumir la Presidencia de Nicaragua.
Con su forma maternal y campechana de hablar se convirtió en la mandataria más querida y admirada del país. Su legado fue la paz y la reconciliación de una nación que no conocía otra forma de terminar sus diferencias, sino con guerras y asonadas. Aunque esa tradición que abrió en 1990 ahora ha sido nuevamente destruida por Ortega y su obsesión de mantener el poder a toda costa, como lo ha demostrado con la brutal represión desatada desde abril de 2018 contra la población nicaragüense.

Su difícil llegada a la política
La expresidenta de Nicaragua, Violeta Barrios de Chamorro contó en sus memorias lo difícil que fue para ella asumir la presidencia de un país en ruinas a causa de la sangrienta guerra civil de los ochenta, que dejó decenas de miles de muertos. En 1990, tras derrotar en unas históricas elecciones a Ortega (hoy de nuevo entronizado) Barrios de Chamorro fue investida con los ojos del mundo puestos en un país que buscaba reconstruirse.
“Tengo fe en que si el muro de Berlín está cayendo, también en Nicaragua va a haber un cambio”, pronosticó en otra entrevista concedida al diario español El País durante una visita realizada a Londres en noviembre de 1989. “Tengo la confianza en que ganaremos, porque confío en la sabiduría del pueblo, que ha perdido ya el miedo y sabe que su voto es secreto, y que su voto decide”, dijo días antes de la elección.
Años más tarde contaría que cree haber ganado porque “hablé con la gente en un lenguaje claro y directo… intenté abrirme ante ellos, revelándoles en el proceso muchos de mis sentimientos y convicciones más íntimas. Me mostré vulnerable”.
Con el 54.7% de los votos de las elecciones generales del 25 de febrero de 1990, fue electa. En sus memorias Sueños del Corazón dijo que cuando se reunió con Daniel Ortega, este se echó a llorar.
“Lo abracé y le dije: ‘Mi muchacho, no pasa nada’. Luego lo invité a sentarse en una mecedora a mi lado”, describió.
Pero llegar al poder para ella representó un gran desafío. “Sentí una gran angustia en mi corazón al recibir un país en guerra y destruido”, narró en sus memorias.
“La patria que heredé era una sociedad desgarrada por la división. Los nicaragüenses no nos reconocíamos como hijos de una misma patria. Podían más los intereses partidarios y personales que los legítimos intereses del pueblo”, relató Barrios de Chamorro, esposa del periodista y Mártir de las Libertades Públicas, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, asesinado el 10 de enero de 1978, durante la dictadura somocista.
Doña Violeta, como le llamaban popularmente los nicaragüenses, dirigió un Gobierno difícil, entre asonadas y protestas del entonces opositor Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Aunque nunca pretendió una carrera política, la vida ya la había preparado para esta, tras el magnicidio de su esposo, asesinado cuando conducía hacia el diario La Prensa, del cual era director.
“No soy política. Me casé con Pedro Joaquín y cuando uno ama a una persona es preciso acompañarla en todas sus tristezas y todas sus alegrías. Es lo que hice, pero no tengo experiencia política”, le dijo a la periodista mexicana, Anne Marie Mergier, en julio de 1979, cuando se le preguntó por su integración a la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, a la cual perteneció solo por nueve meses.
Pedro Joaquín Chamorro Cardenal y Violeta Barrios de Chamorro. // Foto: Archivo de la familia Chamorro Barrios
Contó que cuando la invitaron a formar parte su primera respuesta fue negativa, “porque yo no soy ni era política y aquello me sonaba a muchos enredos”. El 19 de abril de 1980 renunció ante lo que calificó como abusos de la Dirección Nacional del FSLN.
En una carta dirigida al secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), hecha pública en 1985, Violeta Barrios de Chamorro contó que “cuando a los pocos meses observé que el rumbo prometido no correspondía a lo que se estaba haciendo y ante la imposibilidad de hacerlos rectificar, me separé de aquella Junta sin escándalos ni públicas recriminaciones, creyendo que así habría más posibilidad de enmendar los errores que se estaban cometiendo”.
El día que Violeta Barrios de Chamorro lloró
Barrios de Chamorro confesó que el 2 de septiembre de 1993 vivió el día más duro de su mandato cuando anunció el retiro de Humberto Ortega, hasta entonces jefe del Ejército, y fallecido en septiembre de 2024, como preso político de su hermano. “Cuál es mi susto, cuando al salir me encuentro a Daniel por delante y a Humberto por detrás, y sentí que me iban a malmatar, pero me defendieron otras personas”, contó en entrevista con El Semanario.
Narró que se fue para su oficina, llamó a todos sus ministros y les contó lo sucedido. “Les puse mi renuncia explicándoles que yo no podía seguir aguantando más. A cada uno de ellos les pregunté qué pensaban y el que iba hablando me decía: ‘Doña Violeta, no renuncie, la necesitamos. Hágalo por la patria’. Todos me dijeron lo mismo y comencé a llorar y, ni modo, tenía que continuar”, recordó.
La transición no fue fácil. “Como mujer pacífica que soy y alejada de partidos políticos no puedo negarles que sentí miedo ante los enormes retos de la gran misión que me había encomendado el pueblo nicaragüense”, explicó la expresidenta en sus memorias. No solo debió trabajar por desarmar al país, reconciliar a la sociedad y levantar la economía de las ruinas en que la había dejado la guerra y la intervención estadounidense bajo la Administración de Ronald Reagan.
Violeta Barrios de Chamorro también tuvo que batallar al interior de la Unión Nacional Opositora (UNO), la variada coalición de partidos sobre la que llegó a la Presidencia, la presión internacional, el boicot promovido por Ortega y las críticas de quienes la veían como una matrona, ama de casa sin experiencia en administración pública ni en política, que era manejada políticamente por su yerno Antonio Lacayo Oyanguren (1947-2015), esposo de su hija Cristiana, su asesor más cercano y ministro de la Presidencia.
Barrios de Chamorro respondió a esas críticas con fuerza en una entrevista concedida al periodista español Miguel Ángel Bastenier unos días antes de asumir el poder en 1990: “Ya sé que dicen que soy completamente analfabeta, pero no me importa, por un oído me entra y por el otro me sale; yo mando en la UNO, y nadie me dice lo que tengo que hacer. Todo lo que se diga sobre si manda este o el otro es una tontería. A mis ministros los nombraré yo. Sólo trato de ayudar a mi patria mejor de lo que lo hicieron ellos (los sandinistas), que trataron de comprar al pueblo con una regalía. Aquí la única que manda soy yo, Violeta Barrios de Chamorro”.
Tres hijos en el exilio
Tres de los cuatro hijos de la expresidenta, están desterrados y desnacionalizados por órdenes de la dictadura de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo. Sus propiedades también fueron confiscadas.
Pedro Joaquín Chamorro Barrios, exreo político del régimen de Daniel Ortega fue desterrado a Estados Unidos en febrero de 2023. En esa misma fecha, también fue excarcelada y desterrada, Cristiana Chamorro Barrios, quien actualmente reside en Costa Rica. Ambos fueron encarcelados en 2021 luego de mostrar interés en participar en las elecciones como candidatos presidenciales
Mientras, su hijo Carlos Fernando Chamorro, director de CONFIDENCIAL, se encuentra exiliado en Costa Rica desde junio de 2021.
Su vida junto a un Héroe Nacional
La expresidenta nació en Rivas, en 1929, en el seno de la familia formada por Carlos Barrios, Amalia Torres y sus siete hijos. Su vida de adulta estuvo marcada por el asedio a su marido, el encarcelamiento y el exilio. Pedro Joaquín Chamorro Cardenal era una de las voces más críticas de la dictadura somocista y desde las páginas editoriales de La Prensa, una de las pocas instituciones democráticas del país, ejercía una valiente oposición.
Ella contó alguna vez que dejó de escuchar radio desde esos días porque la aterraba escuchar de encarcelamientos o ataques contra su marido. Pero religiosamente se informaba con los periódicos, hoy desaparecidos en Nicaragua, bajo una nueva dictadura.
Las denuncias frente a la corrupción y los asesinatos del régimen somocista, le costó la vida a Chamorro Cardenal, asesinado por sicarios de la dictadura cuando se trasladaba en su vehículo a la redacción del diario La Prensa. Su asesinato conmovió a la sociedad nicaragüense. Fue el detonante para una ola de protestas nacionales que desembocaron en la insurrección popular que lideró el Frente Sandinista. Decenas de miles participaron en los funerales del proclamado Mártir de las Libertades Públicas, en una muestra de cariño y respeto, y también repudio al régimen somocista.
“Mi dolor era inconsolable durante los primeros días de mi viudez. Me quise refugiar en la soledad, negándome a salir y rechazando la compañía y el consuelo de mis propios hijos. Me sentía extrañamente alejada de todos los que también sentían la dolorosa realidad de la muerte de Pedro”, describió la exmandataria en sus memorias.
Además, explicó en su libro que “solo la fuerza del invencible amor que sentía hacia él me permitió superar lo que sufrí por Pedro”.
Violeta Barrios de Chamorro mantuvo vivo el legado de su esposo y las ansias de lograr una Nicaragua por fin en democracia. “Me di cuenta que la angustia que sentía no desaparecería jamás y que tenía que encontrar y darle algún sentido a su muerte. Si la sangre que se había derramado podía inspirar de algún modo a los miles y miles de personas que habían acompañado su féretro a levantarse contra Somoza, la muerte de Pedro no habría sido en vano. Comprendí que los sacrificios de mi vida con Pedro me habían preparado para ese difícil momento. El dolor que los dos habíamos experimentado nos había empujado a la acción”.

Por eso se vio motivada a involucrarse activamente en la política, formar parte de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (1979-1980), luego convertirse en voz crítica del sandinismo como presidenta y directora de La Prensa en los ochenta y más tarde en ser candidata de la UNO, por la que fue electa presidenta en unas elecciones que atrajeron la atención del mundo.
En un artículo titulado “Nicaragua, relevo democrático: un traspaso modelo del poder; primero en casi 100 años”, ella insistió que al final de su mandato en 1996 se podía decir que por fin “llegamos en el barco de la libertad al puerto de la democracia”.
En el acto de entrega de mando en 1997, Barrios de Chamorro expresó que heredaba “una Nicaragua grande”. También reconoció sus aciertos y limitaciones. “Por lo que no pude cumplir y me equivoqué, les pido perdón”, manifestó.
“Yo le puedo decir a Nicaragua ‘Misión cumplida’ y me retiro tranquila a mi casa”, sentenció desde ese día.

Una de sus últimas apariciones públicas ocurrió en junio de 2008, cuando Barrios de Chamorro abandonó por unos momentos su alejamiento de la esfera pública para visitar a Dora María Téllez, quien realizaba una huelga de hambre en demanda de un diálogo nacional y en protesta por la cancelación de la personalidad jurídica de su partido.
Chamorro Barrios hizo público su respaldo a la exguerrillera sandinista aunque no quiso comentar sobre temas de la política actual. “He venido aquí porque quiero a Dora María y la estoy apoyando en su manera de pensar. Yo estoy apartada de la política y todo, yo lo que tengo es humanidad y corazón”, dijo en breves declaraciones a los medios de comunicación.