Contrabando de Hormigas Negras

El contrabando internacional de bienes naturales mueve entre cinco y 23 millardos de dólares y se magnifica hasta la astronómica cifra de 193 millardos cuando se agregan las maderas y los peces, elevándose al cuarto lugar de la criminalidad global, tras los narcóticos, las armas de fuego y el comercio de seres humanos.
Y, siempre según Wikipedia, son el marfil, la carne de cacería, las medicinas tradicionales y las mascotas exóticas los productos más apreciados por una vastísima red de negociantes liderados por China y los Estados Unidos.
No es un fenómeno novedoso pero si en auge en los últimos tiempos, estimulado por la globalización, la internet, las redes sociales y el movimiento turístico. Incluso de manera inocente, en procura de panaceas terapéuticas o derivados animales que figuran entre las especies amenazadas, según normas aprobadas gracias a una conciencia protectora cada vez más influyente.
África es, desde luego, el continente más vulnerable, por la avidez hacia los colmillos de elefantes, cuernos de rinocerontes y pieles de felinos y venados que caen abatidos cada día por centenares, y el tráfico de productos de cacería para satisfacer el hambre de una población siempre en aumento, la proliferación de conflictos armados y la acción de grupos terroristas y organizaciones criminales que financian así sus actividades.
En contra ha venido creciendo un combate a partir de la Coalición contra el Tráfico de Vida Salvaje, establecida en 2005 por el Departamento de Estado estadounidense como una asociación voluntaria de gobiernos y organizaciones, que
Los ejemplares habían sido escondidos en tubos de ensayo y jeringuillas habilitadas a fin de mantenerlos vivos por un lapso de hasta dos meses y burlar la seguridad del aeropuerto, en una aventura que según las autoridades atenta contra los derechos nacionales sobre su biodiversidad y priva a instituciones e institutos científicos de materia prima básica para investigaciones con eventuales beneficios económicos.
Y es que las inocentes protagonistas pertenecen a la especie recolectora Messor Cephalotes, de gran tamaño, típica de Kenya, Etiopía y Tanzania y particularmente atractiva para los coleccionistas por su habilidad para construir gigantescas colonias subterráneas.
Por ello resulta comprensible el afán en procurárselos, aun contravinie
Varsovia, julio de 2025.