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Juan Lobato: Jóvenes, política y corrupción

«Hay muchas cosas que cambiar para aprender, acompañar y complementar el activismo político y social de las generaciones más jóvenes, que no es escaso»

Jóvenes, política y corrupción

    Ilustración de Alejandra Svriz.

 

Miles de jóvenes se movilizaron durante la pandemia para acompañar y ayudar a personas mayores de sus municipios. También durante la borrasca Filomena para limpiar la nieve de calles y puertas de acceso. Lo mismo pasó en la dana de Valencia con miles de voluntarios jóvenes que se lanzaron a limpiar el barro de casas, calles y garajes. Y en Galicia con el chapapote. Igualmente, miles de jóvenes se han manifestado estos últimos años para pedir mejor educación, sanidad, sostenibilidad ambiental o una igualdad real entre hombres y mujeres.

¿Esto es pasar de la políticaNo.

Esto es, precisamente, hacer política. Los jóvenes de hoy ejercen un activismo social y político alto. ¿Es igual que el activismo que se ejercía en otros tiempos? No, es diferente. Porque los tiempos han cambiado.

A veces, se sacan conclusiones muy precipitadas y se juzga como escasa la implicación social y política de los jóvenes. Normalmente, este juicio de valor se hace desde el prisma del activismo político clásico de hace décadas. Se señalan como ejemplos que los jóvenes, con carácter general, no se afilian a los partidos políticos, ni participan en la política institucional. Esto es cierto, y próximamente analizaremos las principales causas de ese alejamiento de los jóvenes de la política partidista tradicional. Entre estas causas se encuentra, de forma destacada, la corrupción política. Ejemplos tan graves como los que hemos visto en España en los últimos diez años –y particularmente en las últimas semanas– son terribles catalizadores de ese rechazo joven hacia los partidos políticos y de ese alejamiento del sistema institucional del país.

Los tiempos han cambiado

Desde los años 80, el activismo político en España se ha identificado muy directamente con el activismo de partido. Quien quería participar en política se afiliaba a un partido y realizaba las tareas propias de sus militantes: asistir a mítines, pegadas de carteles, repartos de boletines, asambleas internas, movilizaciones, etc. Y a partir de ahí podían aspirar a tener cargos públicos u orgánicos y «carrera» a través del partido.

«Se ha producido una evolución importante en la forma de participación social y política en los países occidentales, y también en España»

Hoy en día, los partidos políticos, en general, mantienen estas mismas dinámicas de funcionamiento clásico: mítines, carteles, repartos, asambleas y movilizaciones. Se ha producido, eso sí, la incorporación de la utilización de las redes sociales. Pero precisamente el uso que se hace en los partidos de estas redes sociales es un uso mucho más similar a los mítines, carteles y boletines clásicos que al nuevo instrumento de interlocución y participación social y política que para muchos jóvenes significan.

Se ha producido, durante las últimas décadas, una evolución importante en la forma de participación social y política en los países occidentales, y también en España. El modelo tradicional articulaba la participación en torno a los partidos políticos. Hicieras lo que hicieras social y políticamente, en la mayoría de los casos se hacía de acuerdo y a través del partido político al que pertenecías o con el que tenías simpatía. La propia presencia en la sociedad civil (entidades vecinales, asociaciones culturales, ampas, etc.) se hacía de forma coordinada, complementaria y muchas veces instrumental de acuerdo con la militancia y los objetivos del partido político del que formabas parte.

Hoy en día esto ha cambiado completamente para los jóvenes. Ya no sienten como necesario ni ven útil organizar su activismo social y político a través de los partidos políticos. Se ha pasado de un activismo de partido a un activismo por causas. Ya no se afilian para hacer todo lo que haya que hacer en un partido, sino que centran su activismo en la causa concreta que les preocupa o interesa (vivienda, sostenibilidad ambiental, igualdad, problemas del barrio, derechos animales, etc.).

Seguramente esta evolución tiene mucho que ver con las formas y los nuevos instrumentos que existen. Pero también, como veremos, con el fondo y particularmente con la corrupción, que ha provocado un rechazo generalizado entre la juventud al activismo de partido.

La juventud se aleja de la corrupción (afortunadamente)

Los jóvenes son muy sensibles y se rebelan con especial intensidad contra la corrupción. Defienden la honestidad como uno de los valores que marcan, para ellos, líneas rojas de actuación. Sienten más rabia y frustración que otras generaciones que, por desgracia, ya han pasado por episodios de corrupción en otros tiempos.

Como consecuencia de esto, los jóvenes no quieren verse relacionados con personas o entidades que puedan tener que ver con cualquier forma de corrupción. Y de esta manera se amplía el alejamiento y el desinterés de los jóvenes respecto de los partidos políticos.

Estamos sufriendo en las últimas semanas un lamentable ejemplo de presunta corrupción, protagonizado por dos secretarios de organización consecutivos del PSOE, uno de ellos Ministro de Transportes. Evidentemente, este caso hace especial daño a la simpatía y confianza de muchos españoles en el PSOE. Pero es importante tener claro que, sea un caso del PSOE, del PP o de quien sea, las consecuencias van a ser siempre las mismas: mayor alejamiento y falta de interés, particularmente de los jóvenes, por la política institucional.

Esta falta de interés de los jóvenes por el activismo de partido e institucional se ve muy bien reflejada en los datos del último estudio de calidad de vida del INE (2022). A la pregunta sobre su participación en partidos políticos y manifestaciones, solo un 5% de quienes tienen entre 16 y 29 años contestan que «SI» participan. Es la cifra más baja de todas las franjas de edad, salvo la de los mayores de 65 años, por razones evidentes. Pero ojo, porque entre sexos la cosa varía mucho entre los jóvenes: solo dicen participar en partidos políticos y manifestaciones un 3,7% de los hombres de entre 16 y 29 años, pero la cifra se eleva a un 6,4% en el caso de las mujeres de esa edad.

«Cuatro de cada diez adolescentes señalan que la situación política y económica de España es mala o muy mala»

No obstante, la respuesta más reveladora del informe es a la pregunta por las razones por las que no se participa en partidos y manifestaciones. El 71,3% de los jóvenes (de ambos sexos) de entre 16 y 29 años responden que no participan porque «no están interesados». El desinterés de esta franja de edad está casi 10 puntos por encima que el de todas las demás franjas de edad, que están entre el 62 y el 63%. Este dato refleja también la especial sensibilidad que tienen los jóvenes contra la corrupción y como genera este desinterés tan alto en participar en partidos políticos.

Otro informe muy interesante es el Barómetro de Opinión de la Infancia y Adolescencia de 2025 elaborado por Unicef. Según este informe, cuatro de cada diez adolescentes, el 40,5% de los encuestados, señalan que la situación política y económica de España es mala o muy mala. Sin embargo, este porcentaje desciende hasta el 18,5% cuando se pregunta por su percepción a nivel local. Esto dice mucho a favor de la política municipal, que, hoy por hoy, es bien diferente en fondo y forma a la política nacional. También lo es, para bien, en materia y volumen de casos de corrupción. Es decir, la gente joven premia el fondo y la forma mucho más educados, constructivos y honestos (en general) de la política local respecto a la política regional o nacional.

Este mismo informe señala que dos de cada tres jóvenes españoles consideran que la mayoría de los políticos son corruptos. Esta percepción por parte de los jóvenes es una de las principales razones que explican esa falta de participación política en el ámbito institucional y de los partidos políticos.

El análisis cualitativo del informe señala en sus conclusiones que «respecto a la política, hay una falta de interés generalizada por parte de los adolescentes, aunque algunos creen que ese desinterés puede influir en el futuro de la sociedad». Es decir, se percibe un alto nivel de corrupción y eso genera una clara falta de interés por la política institucional. Aunque se entiende la importancia de las «causas» de dicha política para el futuro de la sociedad.

Conclusión: la situación es mala. Pero hay esperanza. Y también hay muchas cosas que cambiar para aprender, acompañar y complementar el activismo político y social de las generaciones más jóvenes, que no es escaso, como algunos dicen. Una de las claves principales es luchar de frente contra la corrupción que por desgracia vivimos.

 

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