Karina Sainz Borgo: Lo público
No puede beneficiar solo a unos pocos lo que fue pensado para la mayoría
KARINA SAINZ BORGO
Dícese de aquello que pertenece a la administración o al Estado. Lo que se hace de manera notoria, a la vista de todos. Para que lo público pueda ser definido necesita de un objeto y un sujeto comunes. Lleva en su definición a los demás. Las normas para regular y garantizar lo público, es decir, aquello que se comparte, delimitan lo que corresponde a todos por igual. Es la garantía de que nadie debe beneficiarse más que otros. En el espacio público acatamos reglas que en el ámbito privado quedan disueltas. Lo público no puede ser despilfarrado, acaparado o secuestrado por un grupo. Para que exista, necesita de la virtud del individuo, una natural cesión de civismo en favor de un bien común. Esas normas y reglas que delimitan lo privado de lo colectivo comienzan a borrarse.
Cuesta hoy comprender por qué determinados diputados y políticos pagan sus vicios privados con dinero destinado a los asuntos comunes o por qué puede alguien que no cumple con sus funciones ocupar un cargo. ¿Puede un gobierno sin presupuestos considerarse apto para permanecer en el poder? ¿Es justo que el lujoso piso que un ciudadano no puede permitirse, lo acabe pagando a un funcionario, de manera indirecta, con sus impuestos? ¿Está bien que la televisión destinada a informar y educar a toda la población, tome partido o induzca a una mirada que representa un interés distinto del estricto bien común?
La confusión entre lo público y lo privado se acentúa. El discurso convierte en paradoja los hechos. Ninguno de nosotros alabaría la explotación sexual, la usura o el robo frente a una escuela primaria. Otra cosa es lo que cada quien piense en su casa. Mientras sus ideas no afecten las normas del derecho, una persona tiene libre potestad para disponer de su hacienda y sus costumbres. ¿Está bien que Lamine Yamal contratara enanos para amenizar su fiesta de cumpleaños? En principio, si no los estampa contra una diana, a la manera Scorsese, no hay nada malo. Otra cosa es que sea una exhibición de mal gusto y cierta frivolidad. Es su dinero y, por tanto, el jugador del Barcelona puede darle el uso que desee o el que su sensibilidad le permita. Hay conflicto cuando el Partido Socialista se jacta de dar mayor participación a las mujeres en el conjunto de un órgano de gobierno, mientras, al mismo tiempo, determinados representantes, elegidos por voluntad popular, seleccionan por catálogo la señora de su gusto para yacer en privado. Que el premio literario de mayor dotación económica en lengua española (el Planeta) tenga o no calidad incumbe estrictamente a los patrocinadores empresariales del certamen y a quienes se cometen a sus bases. Cuando ese mismo reconocimiento se recibe en el ámbito de lo público, es decir, que ha sido financiado con dinero del Estado, por supuesto que está expuesto al escrutinio. No puede beneficiar a unos pocos lo que fue pensado para la mayoría, ni ha de convertirse en normal la infracción del representante público.