Villasmil: Leonas, en serio
HANNAH HAMPTON (PORTERA) Y CHLOE KELLY (DELANTERA), CELEBRANDO EL BICAMPEONATO DE EUROPA DE LAS «LEONAS» INGLESAS – Foto: THE GUARDIAN
Que el fútbol es el deporte más popular del planeta no tiene dudas. Pero, ¿Por qué el futbol masculino genera tanta violencia en sus fanáticos?
Se dice que es un fenómeno complejo que tiene raíces en una combinación de factores psicológicos, sociológicos e históricos. Por desgracia, en algunas partes se ha normalizado la agresión verbal y física.
Para muchos hinchas, el equipo de fútbol es una extensión de su propia identidad. La afiliación a un club se convierte en una forma de pertenencia a un grupo, que a menudo se asocia con un sentimiento de orgullo local, regional o nacional. Esto crea una fuerte división entre «nosotros» y «ellos», que puede desencadenar hostilidad y agresión. No hay rivales, solo enemigos. Y la capacidad analítica de los fanáticos radicales es casi igual a la de sus pares políticos. Cero. Nada. Un vacío total.
Además, el fútbol masculino ha estado históricamente vinculado a una cultura de masculinidad hegemónica, donde la fuerza y la agresividad son valores celebrados.
Por si fuera poco, el consumo de alcohol y otras sustancias en los estadios o en los alrededores de estos, aumenta la probabilidad de comportamientos violentos. Asimismo, en muchos países las «barras bravas» o grupos de ultras han sido infiltrados por el crimen organizado.
Lamentablemente, los datos disponibles demuestran que la violencia es un problema persistente y a menudo en aumento en el fútbol masculino. ¿Y las estrellas? Por desgracia en ocasiones, más que como ídolos, son tratados como excusas millonarias para desatar pasiones a veces violentas.
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Es necesario diferenciar entre una afición alegre y respetuosa, de un fanatismo turbulento. Otra pregunta es entonces válida:
¿Por qué en el futbol femenino no se genera la violencia que se da en el masculino? (ni dentro ni fuera del campo).
La diferencia se explica por una serie de factores culturales, sociales e históricos que han moldeado de manera diferente la relación de los aficionados con el deporte.
El fútbol femenino ha tenido que luchar durante décadas para ser reconocido y respetado. Históricamente, ha sido marginado, incluso prohibido y, en el mejor de los casos, ignorado. Por ello, sus aficionados se centran más en el apoyo y la celebración del crecimiento del deporte que en la rivalidad agresiva. No existen las «barras bravas» o los «ultras» en el fútbol femenino. Usted puede asistir a un partido femenino -sin mayores incidentes- con su pareja y sus hijos. Dichos partidos tienden a tener un ambiente más familiar y festivo.
El público está formado por una mezcla más diversa de personas, incluyendo familias con niños pequeños. El apoyo a un equipo no se mide por la capacidad de ser «duro» o violento, sino por el respeto, la admiración y el ánimo positivo.
Las ligas y los clubes de fútbol femenino se han beneficiado también de la experiencia y los errores del fútbol masculino. Hay una conciencia generalizada de que la violencia podría dañar el crecimiento del deporte, por lo que se toman medidas para mantener un ambiente seguro y acogedor.
En conclusión, la baja incidencia de violencia en el fútbol femenino no es una casualidad, sino el resultado de un desarrollo histórico diferente, una cultura de aficionados más inclusiva y un enfoque en los valores deportivos positivos.
Y donde ese desarrollo está alcanzando grandes éxitos de todo tipo es en Inglaterra.
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La grandeza de las jugadoras de la selección femenina de fútbol de Inglaterra, popularmente conocidas como las «Lionesses,» (las Leonas) radica en una serie de éxitos recientes que han establecido a su país como una potencia del fútbol femenino mundial. Todo ello bajo la conducción de la ya legendaria entrenadora holandesa Sarina Wiegman, quien ha conducido al triunfo a sus selecciones en los tres últimos torneos continentales: en 2017, Holanda, y luego en 2022 y 2025, Inglaterra. Asimismo, ella tiene el curioso récord de que sus equipos jamás han perdido una decisión por penaltis.
La mayor velocidad medida en un penalty en la Premier League masculina en la reciente temporada fue de 110 km/h. EL PENALTY DE CHLOE KELLY CON EL QUE BATIÓ A LA PORTERA ESPAÑOLA PARA DARLE EL CAMPEONATO A INGLATERRA, FUE MEDIDO EN 111 km/h.
Las Leonas son hoy un punto de inflexión para el fútbol femenino; la victoria en la Eurocopa 2022 marcó un antes y un después para el deporte inglés. El éxito del equipo desató un aumento masivo de la popularidad y el interés en el fútbol femenino, con estadios llenos y audiencias televisivas récord.
Según datos de la BBC e ITV 16.2 millones de espectadores sintonizaron el partido de la victoriosa final, hace pocas semanas, contra España. Esta cifra estuvo cerca del récord establecido en la final de la Eurocopa 2022, donde la victoria de Inglaterra sobre Alemania fue vista por 17.4 millones de espectadores.
Como si no fuera suficiente, hace pocos meses el Arsenal, el equipo más destacado del fútbol inglés femenino, ganó la Champions femenina, al vencer al Barcelona en la final (habiendo eliminado con un contundente 3-0 en Londres, en etapa previa, al Real Madrid).
No es casualidad entonces que el Arsenal constituya la base, el núcleo de las Leonas: El Arsenal es el hogar de algunas de las jugadoras más talentosas y respetadas del mundo. Nombres como Alessia Russo, Kim Little, Beth Mead, Leah Williamson (capitana de la selección nacional bicampeona), y la gran goleadora Chloe Kelly, junto a las recientes incorporaciones de la española Mariona Caldentey y la canadiense Olivia Smith (el fichaje más caro en la historia del fútbol femenino) demuestran la capacidad del club para atraer y desarrollar talento de élite. El Arsenal es el club más exitoso en la historia del fútbol femenino inglés. Su éxito ha sido un motor para el desarrollo del fútbol femenino en Inglaterra.
Cada día que pasa el fútbol femenino gana en prestigio, en afición, en apoyo ciudadano, no sólo en Inglaterra, y sin duda las Leonas y el Arsenal han jugado un papel fundamental, incluso más allá de las fronteras de su país.
Quizá esté llegando la hora de que el fútbol masculino aprenda algo de sus pares femeninas, que están obteniendo reconocimientos y éxitos por doquier.
Y todos esos logros se han obtenido sin ningún tipo de violencia.