Beatriz Pineda Sansone: “El héroe de las mil caras”
Joseph Campbell (1904-1987) fue un renombrado mitólogo, escritor y profesor estadounidense, considerado uno de los expertos más importantes en mitología comparada del siglo XX. Su trabajo se centra en el estudio de las similitudes y patrones universales que se encuentran en las mitologías, religiones y narrativas de diversas culturas alrededor del mundo. Su obra más influyente, «El héroe de las mil caras» (1949), introdujo el concepto de «el viaje del héroe» y examinó cómo este arquetipo mítico se manifiesta en historias de todas las épocas. Un arquetipo mítico es un modelo universal, una imagen, símbolo o patrón de comportamiento que se encuentra de forma recurrente en las mitologías, cuentos de hadas, sueños y narraciones de culturas de todo el mundo. El concepto de arquetipo fue desarrollado y popularizado por el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung (1875-1961), fundador de la psicología analítica.
Jung postuló la existencia del inconsciente colectivo, una parte de la psique que es universal y heredada por toda la humanidad. Este inconsciente colectivo está compuesto por los arquetipos, que son «órganos de la psique» innatos que predisponen a los seres humanos a percibir, experimentar y reaccionar ante ciertos eventos de una manera específica.
En “El héroe de las mil caras”, Campbell presenta el monomito o el viaje del héroe, una estructura narrativa universal que, según él, subyace en casi todas las historias ficticias. El viaje se divide en tres actos principales, cada uno con etapas específicas que el héroe debe atravesar:
La partida: el héroe vive en su «mundo ordinario» hasta que recibe una llamada a la aventura, un desafío o una invitación a lo desconocido. A menudo, el héroe rechaza la llamada por miedo o inseguridad, pero un encuentro con un mentor o una ayuda sobrenatural lo impulsa a cruzar el primer umbral hacia un mundo extraordinario. Esta partida la inician autores como Homero a través de Odiseo en “La Odisea”; Alí Babá en el relato”Alí Baba y los cuarenta ladrones”, de autor anónimo; J. R. R. Tolkien: en su novela El Hobbit; Saint-Exupéry a través de “El Principito”, entre otros.
La iniciación es la fase central del viaje, donde el héroe enfrenta una serie de pruebas y desafíos. Aquí, el héroe se encuentra con aliados y enemigos, se somete a una prueba suprema -a menudo un enfrentamiento con su mayor miedo o un adversario formidable-, y recibe una recompensa o «elixir» que contiene una nueva sabiduría o poder. Esta fase simboliza una transformación profunda y un «renacimiento» del héroe.
El regreso: el héroe debe regresar a su mundo ordinario con el elixir o la sabiduría adquirida. A veces, puede haber un rechazo al regreso, ya que el héroe ha encontrado la iluminación y la paz y no quiere volver a su mundo anterior. Sin embargo, el campeón finalmente vuelve, a menudo con una evasión mágica o un rescate desde el exterior, y logra dominar los dos mundos -el material y el espiritual-, compartiendo su conocimiento con la comunidad.
Campbell argumentaba que este patrón no solo se encuentra en mitos antiguos como los de Odiseo o Buda, también es un reflejo de la psique humana y de los procesos de crecimiento personal, autodescubrimiento y superación de obstáculos en la vida real.