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El dilema de Macron: intentar un primer ministro socialista o convocar elecciones

François Bayrou pierde la moción de confianza y su puesto como jefe de gobierno de Francia tras apenas nueve meses en el cargo

El primer ministro francés, François Bayrou, abandona la Asamblea - EFE
                 El primer ministro francés, François Bayrou, abandona la Asamblea – EFE

Ni milagro ni sorpresa:  François Bayrou ha perdido su puesto como jefe de gobierno de Francia tras apenas nueve meses en el cargo. La extrema izquierda, los socialistas y la derecha nacionalista de Marine Le Pen unieron sus votos para tumbar al segundo primer ministro nombrado por Emmanuel Macron desde la disolución de junio de 2024.

Por 364 votos contra 194, los diputados han certificado el fin del mandato del histórico centrista.De nada sirvió el discurso de tono catastrofista, pero con cifras reales, de Bayrou buscando el voto de confianza al que se sometió tras el rechazo que recogió su proyecto de presupuesto que buscaba reducir gastos por 43.000 millones de euros. “Tienen el poder para derribar al gobierno, pero no para borrar la realidad”, afirmó Bayrou, recordando las cifras negativas que enturbian el futuro de Francia y, en especial, los casi tres billones y medio de deuda y los 65.000 millones que se deben pagar este año por los intereses de la misma.

Socialistas, “preparados para gobernar”

Los socialistas rechazaron una prórroga para el proyecto del jefe de gobierno centrista, pero se mostraron dispuestos a gobernar el país, como anunciaron en los últimos días, tras los guiños que recibieron desde el Elíseo, no se sabe si como globo sonda o como posibilidad real de ser designados para dirigir un futuro gabinete. El portavoz del PS en la Asamblea, Boris Vallaud, ha llegado a hablar de “traición” por parte de François Bayrou, reprochándole su falta de diálogo con los socialistas después de que estos no le censuraran el pasado enero, cuando reemplazó a Michel Barnier.

La derecha tradicional, representada por “Los Republicanos” “LR” (“Derecha Republicana” en la Asamblea) – integrante del grupo de partidos que sostenían al gobierno – aprovechó su tiempo de palabra para atacar a la extrema izquierda melenchonista y a los defensores del “pensamiento mágico” económico “cuyo único plan es el aumento de los impuestos”. Su jefe de grupo en la cámara, Laurent Wauquiez, reprochó a Bayrou su propuesta de eliminar dos días de fiesta y un aumento de impuestos, para después dejar libertad de voto a sus diputados, con lo que dejaba al primer ministro a la intemperie y colaboraba así a la caída de los ministros de su propio partido y, en especial, de su propio rival interno, Bruno Retailleau, hasta ahora responsable de Interior en el gobierno y figura ascendente dentro de la derecha.

El abandono de LR del llamado “bloque central” con los macronistas y los centristas de Bayrou dejaba más cercana la opción del presidente para proponer a un socialista, o asimilado, la formación de un nuevo gobierno.

Le Pen: disolución; no a la destitución del presidente

Para Marine Le Pen, “la disolución no es una opción, es una obligación”. La líder de RN rechaza la idea de un nuevo gobierno pues “un gran país como Francia no puede vivir con un gobierno de papel”. Le Pen no cree que un nuevo primer ministro nombrado por Macron pueda superar un voto de confianza. En su discurso ante la Asamblea culpó tanto a la izquierda como a la derecha de ser los responsables de la situación de las finanzas del país. Le Pen ha rechazado la petición de la destitución del jefe del Estado, como pide la extrema izquierda.

LFI, a través de su presidente de grupo parlamentario, Mathilde Panot, acusó a Bayrou de gobernar mediante el miedo y all hasta hoy jefe de gobierno de “profeta de pacotilla”. Horas antes, el caudillo de la formación, Jean-Luc Melenchón, ya había advertido que no apoyarían un gobierno socialista. “¿Cómo creer en una política de izquierda con un gobierno de coalición entre la derecha y los socialdemócratas?”, manifestó antes del inicio de los debates.

La decisión de Macron: nuevo primer ministro o disolución

¿Y ahora? Fuentes cercanas al Elíseo aseguran que Macron quiere tomar una decisión cuanto antes, a diferencia de ocasiones recientes. El presidente ya había dejado claro que no pensaba disolver el legislativo, lo que le lleva a buscar un nuevo jefe de gobierno que pueda poner de acuerdo a una mayoría política heteróclita para no ser tumbado en la primera moción de confianza. Dentro de sus propias tropas, algunos se regocijaban ya ante la posibilidad de formar un gobierno dirigido por un socialista o un exsocialista que recoja la aceptación no solo del resto de la izquierda – excluida “La Francia Insumisa de Jean-Luc Melenchón”-, es decir, ecologistas y comunistas, además del centro macronista y, más difícil todavía, la derecha “moderada” de “Los Republicanos”. Todos los componentes del llamado “arco republicano” del que se excluye, según las tropas de Macron, a Melenchón y a Marine Le Pen.

Los socialistas ya habían presentado su contra-presupuesto con algo más de 29.000 millones de reducción de gastos y una especial tasa punitiva a “los ricos”. Pero, al mismo tiempo, y conscientes del rechazo que su programa puede provocar, se dicen dispuestos a negociar texto por texto con todas las fuerzas en el Hemiciclo y a no utilizar el artículo 49.3 de la Constitución que permite aprobar proyectos de ley sin pasa por el voto de la Asamblea. Los dos días de fiesta eliminados en el plan Bayrou quedarán olvidados, por supuesto.

La opción de un giro a la izquierda en un nuevo gabinete parece hoy una quimera. Pero Emmanuel Macron quiere jugarse su última carta antes de llamar a elecciones legislativas anticipadas. Un gobierno cercano a los socialistas podría, quizá, frenar en parte la cascada de protestas sociales que se van a suceder en este septiembre negro de Francia. Unos comicios anticipados ofrecerían una victoria segura al partido Agrupación Nacional de Le Pen según los últimos sondeos, que le otorgan más de un 33%, y mucho más si se aplica una parte de proporcional, como se rumorea en las últimas horas.

El descontento social que se inicia concretamente el próximo miércoles, con el lema “Bloqueemos todo”, será seguido de una huelga masiva el 18 de este mes. La Francia Insumisa de Melenchón confía en que la ira social, las protestas callejeras violentas y el bloqueo de los servicios de todo tipo ayuden a crear tal caos que obligue a dimitir al jefe del Estado y aprovechar la ocasión para llegar al poder. Un sueño leninista para el eterno trotskista, en pleno siglo XXI.

 

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