Democracia y Política

Dos años perdidos en el PP

Los populares pierden el 1,1 por ciento de sus votos y demuestran que su estrategia de oposición es fallida

Alberto Núñez Feijóo, el hombre de las dos caras | política&prosa

 

Cuanto más clara sea la suma de PP y Vox en las encuestas y mayor sea el peso de Vox en esa suma, más difícil es que se llegue a dar. Esto es un axioma que no necesita ya demasiada explicación pero que, como la curvatura de la tierra, aún genera oposición en las mentes menos amigas de la evidencia científica. Que también las hay en Génova 13. Con los datos que publica hoy ABC, vamos directos a otro 23J, a una movilización a última hora de los indecisos del bloque de izquierdas, que se decantarán por el PSOE para evitar un gobierno rehén de los Patriots: y a una desmovilización del electorado de centro derecha constitucional, que no quiere ser responsable de las barbaridades que se harán en su nombre y con su voto. No sabemos si está vez ese empujón les bastará para volver a convocar a una mayoría parlamentaria, probablemente no. Aunque no es descartable. Pero, desde luego, las condiciones de Orban para dar su apoyo a un gobierno en solitario de Feijóo –no quiero ni pensar que falte a su palabra como un nuevo Sánchez– serían tan inasumibles que iríamos, con toda seguridad, a una repetición electoral. Y en esa repetición podemos encontrarnos con cualquier escenario, en función del relato que se consiga imponer en la opinión pública y que, resumiendo, solo pueden ser dos: que Feijóo abandona sus complejos para, por fin, plantar cara a Vox en nombre de la Constitución; o que Feijóo es un acomplejado incapaz de pactar con Vox para desalojar al PSOE. Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios. Uno de los dos complejos de Feijóo ha de helarte el corazón.

Un escenario probable en esa repetición sería una resurrección del PSOE como valor refugio y un hundimiento del PP. Es el escenario preferido por la pinza Vox-PSOE, que ya actúan de modo coordinado sin caretas. El plan de la pinza PSOE-Vox es acabar con el PP, convertir a Vox en la fuerza hegemónica de la derecha y que sean ellos los que se encarguen de la oposición a un PSOE débil, pero en el gobierno. Así, ambos consiguen lo que quieren: el PSOE poder y Vox dinero. Esto lo sabe Vox, el PSOE y todo el que sepa mirar. Es decir, todos menos el PP, que sigue cayendo encuesta tras encuesta, que no solo no ha ganado un apoyo desde las últimas elecciones, sino que ya ha perdido el 1,1 por ciento de sus votos, que no ha encontrado aun su suelo y que demuestra que su estrategia de oposición es fallida. Veo complicado que sepan analizar lo que está sucediendo, resulta más fácil instalarse en el delirio de que el cambio es imparable y que el gobierno les llegará por inercia.

El futuro del PP me tiene sin cuidado. Pero el de España, no. Si la España del 78 no encuentra referentes moralmente aceptables y cala la idea de que ha de elegir entre las políticas de Vox y las políticas del PSOE, el PP es un proyecto fallido y el sistema está roto. Pero la culpa esta vez no será de la fuerza de la gravedad ni de los ciclos económicos sino de la incapacidad del PP para defender a España y a los valores constitucionales que representa.

 

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