La belleza salvará al mundo
Dostoyevski escribió que el mundo se salvará por la belleza. Y en ocasiones hay menos belleza en lo bonito que en lo terrible.
Cada 19 de marzo se celebra en España el Día del Padre. En esa fecha del 2023 iba yo caminando por la calle de la Ribera del Manzanares en Madrid y me topé con una librería infantil. En la vitrina se exhibían los libros para tal festejo. Cuatro títulos que yo desconocía: Vivir con papá, de Clarence Day; Mi papá, de Ana García Martín; Mi papá es el mejor, de Eva Rodríguez Juanes; y, Un hombre inútil, de Sait Faik Abasıyanık. Este último parecía colocado en el escaparate por error o como una broma. Como haber puesto ahí Pedro Páramo.
Dos años y medio después, cayó en mis manos Un hombre inútil. Es un libro de cuentos de un autor turco publicado en 1948, y no tiene una sola línea para enaltecer al padre.
Me regodeé en el cuento titulado “Bajo la lluvia”, pues da una cita de El idiota, de Dostoyevski: “La belleza salvará al mundo”. Aquí la eterna discusión gramatical de ¿”al mundo” o “el mundo”? Aunque esto lo aclara la Academia: Si “mundo” se refiere al conjunto de habitantes del planeta, lo normal y recomendable es decir “salvar al mundo”. Si se hace referencia al planeta, se usará “salvar el mundo”.
Consulté mi edición de El idiota y encontré mi subrayado en la página 976: “El mundo se salvará por la belleza”. Aquí el traductor Cansinos Assens respetó más el ruso que el español. Por encima de la belleza espiritual dostoyevskiana, pensé en esa belleza de los tratados estéticos.
El personaje de Abasıyanık no está de acuerdo con el de Dostoyevski, pues él dice: “Nada puede salvar al mundo, ni la bondad ni la maldad, ni el placer ni el dolor, ni la literatura, ni la cólera, ni el amor ni la bestialidad. Cada día vamos hacia un poco más de dolor y tristeza. Lo sabe hasta un tonto”.
En cambio, sí suelta una frase que debería estar en la conciencia de cada escritor: “Este es el cometido de la literatura sobre la faz de la tierra: aspirar a la belleza”.
Volviendo a Dostoyevski, prefiero las palabras sobre la belleza que aparecen en Los hermanos Karamazov. Dice Dmitri: “La belleza es una tremenda y espantable cosa. Lo que a la inteligencia parece ignominia, al corazón se le antoja belleza”. Dmitri aseguraba que en Sodoma había mucha belleza. “Pavoroso es eso de que la belleza no sólo sea terrible”, insistió Dmitri, “sino también algo misterioso. Ahí el diablo lucha con Dios, y el campo de batalla es el corazón del hombre.”
Que la belleza sea algo terrible en parte se entiende cuando se percibe más belleza en el libro Historia de la fealdad de Umberto Eco que en su Historia de la belleza.
Pongo dos ejemplos sacados de la literatura, y se nota que hay menos belleza en lo bonito que en lo terrible.
…emprendí mi viaje por tierra. La mañana era bella y hermosa, como bella y hermosa es una mañana de primavera por nuestro país, y el canto de multitud de aves, algarabía de los monos y rugidos de otros animales, venía a darle más encanto y poesía. Disfrutando íbamos de todo esto en nuestra marcha cuando…
En cambio, veamos estas líneas sacadas de El Don apacible:
Su cara era un alarido y de sus ojos salidos de las cuencas caían sobre sus mejillas lágrimas de sangre. Se arrastraba con la cabeza hundida entre los hombros y gritaba como si le costara grandes esfuerzos separar sus labios ennegrecidos, de cadáver. Una de sus piernas, cortada por el muslo, seguía apenas sujeta al resto del cuerpo dentro de los chamuscados pantalones. La otra le había sido arrancada de cuajo. Se arrastraba moviendo lentamente los brazos, el grito agudo, casi infantil, que salía de su boca traspasaba los oídos. Ese grito se interrumpió bruscamente, el herido quedó tendido sobre un costado, con la cara pegada a aquel suelo hostil cubierto de excremento de caballo y cascote. Nadie se acercaba a él. Del vientre de Zharkov se salían los intestinos, humeantes, de suaves reflejos de color de rosa y azulados. El extremo de aquel revoltijo caía sobre la tierra y los excrementos, y se revolvía aumentando su volumen.
Poco tienen que ver los códigos del arte con la cotidianidad, pues sin duda todos preferimos una bonita mañana de primavera que un hombre desmenuzado arrastrándose hacia nosotros.
Aunque en el arte también es bello lo bello. El mismo Dostoyevski se dejó seducir tanto por la bellísima Madonna Sixtina de Rafael como por la terrible obra de Holbein, El cuerpo de Cristo en la tumba.
Mucho más bello me parece Shakespeare diciendo “Blow, winds and crack your cheeks! rage! blow! You cataracts and hurricanoes, spout till you have drench’d our steeples, drown’d the cocks…”, que cuando se pone bonito para decir: “Shall I compare thee to a summer’s day? Thou art more lovely and more temperate”, y luego con dudoso gusto le llama al sol “ojo del cielo” y dice que “a veces se atenúa su tez dorada”.
Buena parte de la belleza está en el pasado. Las personas que necesitan algo de esta belleza han de viajar en el tiempo. Se visita la Catedral Metropolitana, el Palacio de Iturbide o el edificio de Correos, pero no algún desarrollo de Infonavit.
Schiller pregunta en su poema dedicado a los dioses griegos “Schöne Welt, wo bist du?”. Mundo de la belleza, ¿dónde estás? Esa pregunta surge de inmediato a cualquiera que visite la Acrópolis y desde ahí se ponga a mirar la antiestética Atenas de hoy.
Hurgando en el pasado, me procuré el original en inglés de ese libro infantil Vivir con papá, de Clarence Day. Es bastante bueno e inteligente, irónico y hecho por completo de palabras, sin ilustraciones pueriles. Cosa normal, puesto que se publicó originalmente en 1935, antes de que los sicólogos, pedagogos y autoridades educativas decretaran que los niños son idiotas, pero no como el de Dostoyevski, que nada tiene de idiota.
Los otros dos libros en aquel escaparate sí eran embobadores, ni para Día del Padre ni mucho menos para Día del Niño.
Me resultó esperanzador que un libro turco de 1948 y otro gringo de 1935 fueran traducidos y publicados en 2023. Quizás los buenos libros nunca mueren. No resucitan al tercer día, pero cuando lo hacen, como los santos, se mantienen incorruptos. ~