Carmen Posadas: ‘Noticias Casandra’
Hay noticias que son aviso a navegantes. Son las que podríamos llamar ‘noticias Casandra’, en honor a aquella hija del rey de Troya a quien Apolo confirió el don de la profecía. Pero luego, al ser rechazado por ella, la maldijo para que nadie creyera en sus premoniciones. De este modo, Casandra, a lo largo de toda la Ilíada, de Homero, se dedica a profetizar lo que ocurrirá tras el rapto de Elena por parte de Paris. Advierte a sus conciudadanos del resultado catastrófico de la guerra, anticipa la brutal muerte de su hermano Héctor a manos de Aquiles, también previene a su padre de la argucia del caballo de Troya para engañarlos a todos y tomar la ciudad… Pero nadie la escucha, convirtiéndose así en uno de los personajes más paradójicos y trágicos de la mitología clásica.
Gracias a la IA es posible averiguar la urgencia de viajar de cada pasajero, lo que permitiría cobrar más caro su billete
Se trata de una contingencia que se replica a lo largo de la historia con otras profecías, otros signos inequívocos de futuras complicaciones a las que nadie hace caso. Porque la gente prefiere no darse por enterada. A veces por frivolidad; otras simplemente porque el futuro parece siempre remoto y «después de mí, el diluvio». Me he acordado de Casandra al ver lo ocurrido con Delta Air Lines. Y ustedes se preguntarán qué tiene que ver la desdichada hija del rey Príamo con la compañía aérea norteamericana que días atrás se asomó brevemente a los titulares periodísticos de medio mundo. Pues la similitud viene porque, al leer la noticia, uno se da cuenta de que es un síntoma, un augurio de la que se avecina. El titular que la encabezaba era este: «Si viaja a un funeral, billete más caro». Y luego el subtítulo explicaba que gracias a la IA es posible averiguar la urgencia que tiene cada pasajero de viajar, lo que permitiría cobrar más caro el billete a alguien a quien se le ha muerto un familiar y necesita volver a su casa con urgencia. La técnica permite ya acceder a la información personal de cualquiera. Información que incluso pueden ser compradas por los brokers de datos, lo que posibilita conocer las flaquezas y puntos vulnerables de cualquier usuario hasta límites que dan yuyu. Así, se dice, por ejemplo, que empresas proveedoras de conductores, a través de una aplicación tipo Uber o Cabify, podrían en un futuro adaptar el precio de sus servicios según la urgencia que tenga el usuario. También se ha visto que una compra en Amazon resulta más cara o barata dependiendo de si el cliente vive en un barrio acomodado o en uno popular. Igualmente una compra realizada desde un teléfono Apple puede diferir en precio de otra hecha desde un terminal más económico que use Android. ¿Precios a la carta? ¿Explotación de las necesidades de la gente? ¿Venta de datos para que nos convirtamos en prisioneros de nuestros puntos vulnerables? En el caso de Delta hay que decir que, al publicarse la noticia, su presidente rápidamente anunció que no utilizaría la información personal de sus clientes para fijar precios. Pero al mismo tiempo, en una reunión con inversores, explicó que a día de hoy el tres por ciento de las tarifas ya se calculan con IA y que su intención es llegar al veinte por ciento a finales de año, porque su objetivo es «tener un precio disponible para tal vuelo, tal hora y tal persona». Ahora que la tecnología permite a las empresas dichas arbitrariedades, ¿alguien se cree que no van a utilizarlas en su beneficio? No quiero arruinarles el día con jeremiadas agoreras, pero si Casandra estuviera aún por aquí advertiría que tenemos a las puertas un caballo de Troya bastante más letal que el concebido en su día por Ulises. Uno que va a condicionarnos la vida bastante más de lo que imaginábamos. Sé bien que a las ‘noticias Casandra’ nadie les hace caso, así ha sido siempre. Pero tampoco está de más conocer lo que ya está pasando para no caer al menos en aquello que decía Aldous Huxley, autor de Un mundo feliz, y otro gran profeta de nuestro tiempo: «No sabemos porque preferimos no saber».