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William R. Burnett, la trágica mano del destino

El autor norteamericano retrata en 'La jungla de asfalto' la ciudad como un escenario de alienación y corrupción donde el azar y la ambición devoran a sus habitantes

Fotograma de ‘La jungla de asfalto’, de John Houston

 

Empezaré este comentario con una afirmación que sorprenderá a muchos lectores, pero no a quienes hayan leído ‘La jungla de asfalto’. Publicada en 1949 y escrita por William R. Burnett, es una las mejores novelas del siglo XX. Los críticos han colocado la obra como uno de los máximos exponentes de la ‘crook story’, el género gansteril, pero la novela de Burnett es mucho más que eso.

Es un drama shakesperiano en el que sus protagonistas están movidos por una mano invisible que los lleva a un destino trágico. No hay que leer ‘La jungla de asfalto’ como un texto de entretenimiento que se ajusta a unos cánones convencionales, sino como una gran creación literaria de un autor de inmenso talento.

Desgraciada e injustamente para Burnett, la novela quedó en segundo plano tras la extraordinaria película de John Huston, estrenada en 1950, en la que brillan Sterling Hayden, Louis Calhern y Marilyn Monroe, que dan vida a los personajes del escritor, nacido en 1899 en Springfield (Ohio). El filme fue un enorme éxito de crítica que, por una parte, relanzó las ventas del libro, pero, por otra, contribuyó a su posterior oscurecimiento.

Burnett había estudiado periodismo y empezado a colaborar en publicaciones locales. En la década de los 20, fascinado por Al Capone, decidió emigrar a Chicago en la época de la ‘ley seca’ para observar el mundo de los gánsteres. La experiencia le sirvió para escribir su primer texto de ficción ‘Little Cesar’, bien acogido por la crítica y llevado al cine. Edward G. Robinson interpretó el papel de Rico Bandello, un secuaz de poca monta que se convierte en un jefe mafioso.

 

Novela coral, escrita con un ritmo trepidante, una trama muy bien construida y un manejo virtuoso del lenguaje

 

‘La jungla de asfalto’, escrita cuando tenía 49 años y colaboraba ya como guionista con los grandes directores de Hollywood, narra la historia de una banda que planea el atraco de Pelletier, una joyería en una ciudad del Medio Oeste, con un botín de un millón de dólares. Los protagonistas de la trama son los delincuentes que llevan a cabo el golpe. El cerebro es Erwin Riemenschneider, un alemán que acaba de salir de prisión, que planea meticulosamente todos los pasos del asalto a la joyería y selecciona a sus colaboradores. Entre ellos, están Charles Cobby, que explota un garito de apuestas, Louis Bellini, un virtuoso revientacajas retirado, y Dix Handley, un matón que añora volver a su Kentucky natal.

Todos ellos son engañados por Alonzo Emmerich, un abogado sin escrúpulos que pretende quedarse con el botín. Vemos que los protagonistas de la trama son delincuentes a los que la mala suerte jugará una mala pasada porque el atraco se complica cuando se dispara una alarma de forma accidental.

«Los planes han de ser ejecutados no por máquinas engrasadas y sin alma, sino por hombres que tienen que ser los mejores y los más hábiles. Pero todos están sometidos a las imprevisibles emociones personales», piensa Riemenschneider tras ser detenido por una casualidad.

Sin tono épico

Resulta imposible interrumpir la lectura de esta novela coral, escrita con un ritmo trepidante, una trama muy bien construida y un manejo virtuoso del lenguaje. El vínculo que une a los protagonistas es su deseo de sobrevivir, de asegurarse un futuro que ligan al éxito de este golpe. Y lo único que les separa de conseguirlo es el azar, aquello que no puede ser previsto.

El título de la novela hace referencia a la jungla en la que se han convertido las grandes ciudades, escenario de la corrupción y la alienación del ser humano, atrapado en el anonimato y la explotación. Frente a ese mundo del asfalto, el tráfico y los rascacielos, el afán de Dix Handley es volver a la granja de su infancia. Cuando por fin lo logra, descubre que nada queda ya de su pasado.

«Impresiona mirar una ciudad como ésta. Uno se da cuenta de lo grande que es y de los miles de desheredados que luchan por su sustento. Y yo, que llevo el bolsillo lleno, me apuro porque voy a ganar en unos pocos días 20.000 dólares», reflexiona uno de los personajes sin ser consciente de que su ambición le llevará a la ruina. No hay nadie que pueda escapar a esa fatalidad que, al final, todos aceptan con resignación, conscientes de que no se puede luchar contra el destino.

Escrita después de la II Guerra Mundial, ‘La jungla de asfalto’ refleja la mutación de una delincuencia que pierde el tono épico del Chicago de las mafias para mudar en una actividad mercantil, llevada a cabo por hombres mediocres y agobiados. Una gran novela, en suma, que recrea unos tiempos y una forma de vivir en los que el sueño americano empezaba a convertirse en una pesadilla.

 

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