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Miyares: Una Bitácora cubana (CXX)

 

1 Ideales, valores y programas, no caudillos

Dagoberto Valdés, en nota reciente publicada en Reporte Católico Laico alerta sobre esa plaga siempre presente en nuestras sociedades, el liderazgo convertido en caudillismo. Dice muy bien Dagoberto:

“No vamos a negar el papel y la necesidad del liderazgo en todo proyecto familiar, eclesial, social, económico y político. Pero los cubanos ya tenemos sobrada experiencia, a lo largo de toda nuestra historia, acerca del grave error de poner todas nuestras esperanzas en caudillos, en líderes populistas, en mesías iluminados”.

Se queja el autor, con razón, de que los cubanos -como casi todos los latinoamericanos y caribeños- nos preocupamos más en indagar, saber o pensar sobre quiénes podrían ser nuestros líderes, que en las instituciones, o el modelo de sociedad que se debe construir.

Más que analizar cuáles herramientas institucionales se necesitan, nos dedicamos a buscar un nuevo “salvador de la patria”.

Revisando someramente nuestra historia, ese ejercicio suicida ¿no ha sido suficiente con 60 años de castrismo? Afirma Dagoberto:

“Todos sabemos que en este mundo no hay hombre perfecto ni hay líderes mesiánicos. Entonces hay que saber elegir bien y para ello son indispensables las siguientes propuestas.

  1. En lugar de preguntarnos, en primer lugar, quién podría dirigir los destinos de la nación, o cualquier otro proyecto, debemos proponernos conocer, estudiar, criticar y debatir, acerca de los ideales, los valores y los programas que mejor servirían para reconstruir nuestro país.
  1. Ideales: Debemos preguntarnos qué ideales y principios necesita Cuba sobre los que debemos construir la nueva República. Y cuáles son los que proponen los líderes, partidos y proyectos de la sociedad civil. Sin ideales y sin principios fundacionales no se podrá construir una nueva sociedad. Los ideales y principios son los cimientos que sostendrán el edificio de la nueva sociedad. Estos ideales deben tener dos características: ser fieles a los ideales y principios de los padres fundadores de la nación cubana, especialmente, aquellos postulados por el proyecto de nación de Varela y Martí.

La otra característica es que debían ser ideales y principios basados en la primacía, la dignidad y los derechos humanos universales. Así lo expresa el Apóstol de Cuba:

“Si en las cosas de mi patria me fuera dado preferir un bien a todos los demás, un bien fundamental que de todos los del país fuera base y principio, y sin el que los demás bienes serían falaces e inseguros, ese sería el bien que yo prefiriera: yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”. (José Martí. Discurso “Con todos y para el bien de todos”. 26 de noviembre de 1891)

  1. Valores: Debemos preguntarnos por los valores que viven y proponen los líderes, partidos y movimientos de la sociedad civil para Cuba. Es imposible que se pueda construir una nueva República sin que sus columnas sean los valores humanos. Pero no valores teóricos, sino valores vividos y vividos coherentemente, hasta convertirse en virtudes.
  2. Programas: Esta es una de las propuestas más definitorias y trascendentales para garantizar un porvenir de libertad, progreso y fraternidad. Cuba necesita una política de programas, no de líderes mesiánicos. Al votar por un líder es estrictamente indispensable, primero, conocer y estudiar el programa de gobierno que propone para Cuba, prever todo para que lo que dijo que era “verde” no tenga entrañas “rojas”. Es necesario instaurar los mecanismos de evaluación y control sistemático y permanente para que los que dirigen se mantengan fieles y coherentes con su programa en su decir y en su actuar.
  3. Otra propuesta pertinente y sintomática es preguntarnos si los que consideramos líderes y posibles responsables de lo político tienen estas características personales:

– si consideran el ejercicio del poder como un servicio público.

– si son capaces de proponer soluciones coherentes y viables y no solo de criticar y atacar al adversario.

– si son capaces de trabajar en equipo, tienen poder de convocatoria, tienen vocación universal de inclusión, si no son sectarios y si saben coordinar proyectos, acciones y programas en lugar de hacerlo todo por sí mismos.

– si tienen sindéresis, es decir, si saben discernir ética y cívicamente. Si tienen capacidad natural para juzgar rectamente. Si tienen lo que Aristóteles llamó “prudencia política”, vale decir, capacidad para actuar con sabiduría y moderación, para encontrar el justo medio virtuoso entre los vicios extremos, es decir, no ser extremista.

– si tienen capacidad para interpretar los signos de los tiempos, hacer análisis objetivos de la realidad, hilvanar acontecimientos, hasta llegar a tener una visión global e integrada de la sociedad.

– si tienen vista larga, para otear el horizonte, para prever el futuro y para vislumbrar los escenarios que se avecinan. (…)

Cuba, los cubanos, no nos podemos dar el “lujo” de volver a fallar después de haber logrado el cambio verdadero hacia la libertad y la democracia. Porque el ejercicio de la democracia y de la libertad no se practica automáticamente, hay que aprender a vivirlas y a respetarlas en los demás”.

 

Cubanos en Angola respaldan decisiones del 8vo Congreso del PCC - Prensa  Latina

2-Soberanía selectiva: la política exterior de La Habana

Luis Cino, en Cubanet, toca otro tema conocido, sobre todo de la izquierda mundial, o en general de los regímenes autoritarios: “la soberanía” y la “no injerencia”; usados para justificar las intervenciones extranjeras -cuando les convienen o las realizan ellos; ya habrá maneras previstas de arreglar el “discurso oficial”.

El argumento es sencillo: invocar la paz, la soberanía nacional y la no injerencia extranjera en los «asuntos internos de otros países”.

El gallinero socialista de hoy se ha alborotado a raíz de la proximidad de fuerzas navales norteamericanas a las costas venezolanas.

El problema es el doble estándar socialista en el asunto. Nos dice el autor de la nota:

“Los castristas son minuciosos en la enumeración y condena de las intervenciones militares norteamericanas en otros países: las ocurridas a principios del siglo XX en Cuba, México, Nicaragua, Haití; el involucramiento de la CIA en los derrocamientos de Mossadegh en Irán (1953), de Jacobo Arbenz en Guatemala, (1954), en la expedición de la Bahía de Cochinos (1961); la guerra de Vietnam, la operación en Panamá (1989) para deponer y capturar a Manuel Noriega; las intervenciones en Kosovo, Afganistán, Iraq, Libia, en Siria para combatir a los terroristas del Daesh y el reciente ataque aéreo contra las instalaciones nucleares iraníes.

Sin embargo, jamás condenaron las invasiones soviéticas a Checoslovaquia y Afganistán. Las justificaron con el argumento de “la necesidad de defender la cohesión de la comunidad socialista”. Como hizo Fidel Castro en 1968, cuando se mostró como un peón del Kremlin al justificar y apoyar el aplastamiento de la Primavera de Praga por la Unión Soviética y sus satélites del Pacto de Varsovia, y solicitar que Moscú asumiera la defensa de Cuba, Vietnam y Corea del Norte.

“Luego de la disolución de la Unión Soviética, el régimen cubano se ha hecho cómplice de las tropelías internacionales de Rusia. No criticó las aventuras militares de Putin en Chechenia y Georgia ni la anexión de Crimea. Y peor aún, ha apoyado la agresión contra Ucrania, una guerra imperialista de manual, al extremo de hacerse hipócritamente de la vista gorda con el envío de mercenarios cubanos al frente de batalla ucraniano.

En Cuba, donde no se habla de la masacre de los terroristas de Hamas del 7 de octubre de 2024, no paran de condenar y calificar como genocidio la muerte de civiles en Gaza a causa de los ataques israelíes, pero jamás se han referido a los criminales bombardeos rusos contra las ciudades ucranianas donde han muerto centenares de civiles, incluidas decenas de niños. Tampoco han criticado el secuestro de miles de niños ucranianos por las tropas rusas, entre otros crímenes de guerra, por los que Vladimir Putin es reclamado por la Corte de Justicia Internacional.

En África fue la apoteosis del intervencionismo cubano en el exterior. Fue la oportunidad de Fidel Castro de jugar a la guerra desde su puesto de mando en La Habana. Entre 1975 y 1990, para apoyar al régimen marxista del Movimiento Popular de Liberación (MPLA), 350.000 soldados cubanos pasaron por Angola, un país once veces mayor que Cuba y a 11.000 kilómetros de distancia, Océano Atlántico de por medio. Adicionalmente, a fines de 1977, fueron enviados 17.000 soldados cubanos a Etiopía. Un empeño militar de tal envergadura, como jamás había sido emprendido más allá de sus fronteras por un país del Tercer Mundo, fue posible gracias al equipamiento logístico soviético. Moscú puso las armas y Cuba la carne de cañón. Por los miles de cubanos muertos, mutilados o que regresaron de la guerra con serios desequilibrios psíquicos, Angola fue el equivalente para Cuba de lo que fue Vietnam para los Estados Unidos o Afganistán para la Unión Soviética.

El régimen cubano dice estar contra el terrorismo, pero no disimula su simpatía por Hamás, Hezbolá, los hutíes y demás proxies de sus amigotes, los ayatolás iraníes, en su lucha contra Israel.

Es proverbial la hipocresía y doblez del castrismo, pero en ningún otro asunto es tan palpable y desfachatada como en su oportunista y marrullera política exterior”.

 

Cuba y Vietnam: Se abre una nueva Era en la cercanía mutua | Presidencia y  Gobierno de la República de Cuba

3 La vietnamización de Cuba

Alberto Méndez Castelló, en Cubanet, publica una interesante nota sobre los aparentes intentos de “vietnamizar” Cuba. O sea, la perversa combinación de un control férreo en lo político con libertad “aparente” en lo económico.

¿Recuerdan aquella frase del Che Guevara exigiendo la necesidad de construir “un, dos, tres Vietnam” en América Latina? No creo que el panorama de un capitalismo salvaje, controladas las relaciones sociales por el partido comunista, fuera precisamente lo que él tenía en mente en sus pesadillas -que no sueños- más enfebrecidas…

Lo cierto es que los intercambios no cesan, los viajes oficiales de Cuba hacia Vietnam y viceversa son cada semana más frecuentes. Y el beneficio para Díaz-Canel y su gente es contante y sonante: se calcula ya en $8 millones.

Nos dice el autor que

“No sabemos qué se ha pactado en secreto entre bambalinas, de forma pública y como ha sido noticia internacional, los comunistas vietnamitas y cubanos acordaron colaboración en materia jurídica, de defensa, ciberseguridad, biotecnología y en la agroindustria arrocera; a Vietnam le falta tierra de cultivo y Cuba tiene terrenos arables ociosos de sobra. (…)

Eufemísticamente llamadas “dictaduras del proletariado”, pero que en realidad son tiranías puras, prosaicas, Cuba y Vietnam tienen sistemas políticos análogos, gobernados por el Partido Comunista. Ciega, sí, confunde a algunos la economía de mercado vietnamita que trasluce un hálito de independencia ciudadana y empresarial, pero que en realidad no es más soltura que la suelta de animales cautivos en un zoológico diseñado como si fuera un bosque natural. Un remedo de libertad”.

¿Buscará Díaz-Canel replicar el “zoológico” vietnamita en Cuba? Me temo que el castrismo decidió, desde sus inicios, construir su particular forma de control ciudadano asfixiante, su “Vietnam a la cubana”:

La crisis actual, dominada por una espiral inflacionaria con la consabida depreciación de la moneda nacional, cimentó un poco más la vietnamización a la cubana con la construcción de las medianas, pequeñas y micro empresas (mipymes), no pocas nacidas bajo el signo de la corrupción marcada por el nepotismo y el cohecho, yendo o viniendo por dos carriles desde las bases socioeconómicas primarias hasta llegar a altos niveles de dirección política, empresarial y gubernamental, como es el caso del mismísimo vicepresidente del Consejo de Ministros y ministro de Economía y Planificación.

El concepto de vietnamización proviene del discurso dirigido a la nación por el presidente Richard Nixon el 3 de noviembre de 1969, cuando dijo: “En esta administración, estamos vietnamizando la búsqueda de la paz”; justificaba así la retirada de las tropas estadounidenses y el traspaso de todas las responsabilidades militares al gobierno de Vietnam del Sur. Aquella vez, con el término vietnamización, Nixon acuñó la primacía o prelación, entiéndase predilección, por una acción, un método, un territorio o una población”. (…)

La vietnamización de un territorio, según Umberto Eco, es el proceso de transformación social donde las minorías en auge rechazan la integración, constituyéndose en fuerzas autónomas, desafiantes de consensos básicos que posibilitaron lo que llamamos sociedad, generando una confrontación civil permanente por la ruptura de principios universalmente compartidos, lo que supone el regreso a la ciudad medieval, con una sociedad fragmentada en oficios, barrios o regiones anteriores a la era moderna, en una suerte de guerra de guerrillas permanente por la proliferación de micro sociedades en constante fricción por déficit de integración, valga decir, de consensos. Y algo así sufrimos en Cuba hace más de 60 años, desde 1959 y hasta el día de hoy, cuando los cubanos entramos en una confrontación civil, humana, permanente, y no como la guerra civil que hizo huir al dictador Fulgencio Batista, sino porque la dictadura castrocomunista rompió con principios universales, democráticos, llevando a Cuba a ser los cubanos lo que somos hoy por “vietnamización de un territorio” según el concepto de Umberto Eco, residentes de una “ciudad medieval”, sólo que no es metáfora lo de medieval por carencias ciertas de fuentes primarias de vida civilizada, sí, de electricidad, agua potable, medicinas y de derechos humanos todos. ¿No?

Concluyamos con esta pregunta, claramente válida, de Méndez Castelló:

Ahora surge una sospecha. ¿Intentará el régimen castrocomunista con la vietnamización de Cuba mostrar supuestos cambios para mantenerse en el poder? En realidad, tiene ya mucho tiempo en esa tarea…

Y, como bien destaca Efraín González en Cubanet (Del “cuento chino” a la fábula vietnamita), todas las reformas prometidas en el pasado han sido retrocesos, nunca avances. Y todas han intentado “jugar al capitalismo”, sin “renunciar al totalitarismo”.

Al final, promesas que no pasan de ser “cuentos chinos” (y vietnamitas..)

 

Grave denuncia contra la dictadura cubana: 60.000 presos son utilizados  como fuerza laboral esclava - Infobae

4-El régimen cubano usa a 60.000 presos para trabajos forzados en habanos y carbón

En nota publicada por ABC (España), de los periodistas Camila Acosta y Jaime Michavila, la ONG Prisoners Defenders denuncia las condiciones inhumanas a las que son sometidos los reos. Veamos extractos de esta información:

«Nos sueltan en el monte, solo con el machete para cortar el marabú; nos dicen que no podemos salir hasta que no terminemos los hornos de carbón y cumplamos con el plan (50 sacos al día), eso significa estar por lo menos una semana trabajando incansablemente, durmiendo en el piso, a la intemperie, pasando calor en el día y frío en las noches, casi sin comida, tomamos agua de un bebedero de vacas en una finca cercana. Si nos negamos o no cumplimos con la entrega, nos quitan el pase, la visita familiar o cualquier otro beneficio penitenciario», relata a ABC un recluso común en Cuba, bajo condición de anonimato para evitar represalias.

Según esta fuente, no percibe salario alguno, pero trabaja como esclavo durante casi todo el año. Junto a él, según afirmó, trabajan en la misma faena al menos otros cinco grupos de unos seis hombres cada uno.

La ONG Prisoners Defenders ha publicado el ‘Primer Informe Integral sobre el Trabajo Forzoso en las Prisiones de Cuba’, un documento que pone cifras a una de las prácticas más oscuras del régimen castrista: el uso sistemático de decenas de miles de reclusos como mano de obra esclava en sectores clave de la economía nacional, desde el carbón vegetal hasta los emblemáticos puros habanos.

El informe denuncia que al menos 60.000 presos, incluidos presos políticos, son forzados a trabajar bajo condiciones inhumanas, sin salario o con remuneraciones que podríamos calificar como irrisorias, además de estar sometidos a amenazas, represión y castigos en caso de negarse. La práctica, según la organización, no es un fenómeno aislado, sino un sistema económico estructurado que convierte a las cárceles cubanas en fábricas encubiertas.

Prisoners Defenders documenta, a partir de 53 testimonios directos y decenas de entrevistas, que los reclusos son empleados en labores agrícolas, de limpieza y construcción, pero también en industrias de exportación que generan millones de dólares para el Estado. El carbón vegetal de marabú es un ejemplo claro: en 2023 Cuba exportó 61,8 millones de dólares (52,5 millones de euros) de este producto a países como España, Portugal, Grecia, Italia y Turquía. Según el informe, esos cargamentos proceden en gran parte del trabajo de prisioneros, pagado a apenas unos céntimos por tonelada, mientras en Europa se revende como producto «ecológico» con márgenes de beneficio superiores al 99%. (…)

«Vi a una reclusa que se fracturó un pie y le dijeron que, si iba al médico, ya no podría salir de permiso, y ella no tenía opción, era madre de niños pequeños. La jefa del campamento le dijo entonces: ponte fomento y no digas nada», afirmó una de las fuentes.

Otro contó: «Como consecuencia del trabajo forzoso sin atención médica, se me provocó una sepsis por bacterias en manos y cuerpo». Y a raíz de esa experiencia, sufro de estrés postraumático hasta la fecha: caída del cabello, sudoración en las manos, ataques de pánico, ansiedad e insomnio».

Algo igualmente llamativo es la denuncia de que los famosos puros habanos, símbolo cultural de la isla y orgullo del castrismo, se elaboran también con mano de obra esclava, según el informe.

Según revela el informe, la producción carcelaria podría representar un porcentaje significativo, incluso mayoritario, de los más de 154 millones de puros vendidos por Cuba en 2024. Esto implicaría que una parte sustancial de los habanos que se fuman en Europa, donde España es líder en su consumo, han sido confeccionados por manos esclavas.

El informe concluye que Cuba viola de forma flagrante convenios internacionales de la OIT y tratados de derechos humanos suscritos por el propio Estado cubano. Prisoners Defenders exige una condena internacional, la prohibición de comerciar con productos elaborados bajo estas prácticas y la apertura del sistema penitenciario a inspecciones independientes.

Además, responsabiliza a países importadores como España, Portugal o Italia de beneficiarse indirectamente de la esclavitud penitenciaria al comercializar productos elaborados en estas condiciones”.

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Finalizamos así esta Bitácora, que nos trae muchos recuerdos: es la CXX, o sea ciento veinte meses en que se ha publicado, ya cumplidos. Diez años. Gracias a todos nuestros lectores, por su paciencia y constancia. Mucho ha pasado en ese tiempo, mucho pasará en el futuro, y somos optimistas; la economía, la sociedad, la historia, demuestran que el castrismo se agota más y más, incluso más allá de la inevitable biología. Seamos cada día más optimistas, y trabajemos sin descanso para lograr el cambio tan anhelado.

Marcelino Miyares, 23 de septiembre de 2025.

 

 

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