Ciencia y Tecnología

Que los sonidos sean eternos

Una nueva iniciativa viene a confirmar el afán del ser humano de atesorar sus vivencias cotidianas, registrado por PLANETA VITAL hace tres años a partir de una librería de sonidos biológicos subacuáticos de las creaturas que habitan los océanos.

GLUBS – por Global Library of Underwater Biological Sounds– se llamaba aquel proyecto encargado de almacenar los parloteos de las orcas, el canto plañidero de las ballenas jorobadas y las endechas enamoradas de los pingüinos, para preservarlos de la amenaza que se cierne sobre la supervivencia misma de  numerosas especies.

Así, los terribles cambios sufridos por la biodiversidad en respuesta a la acción humana quedaban registrados en una suerte de librería de sonidos conocidos que permitiría identificar los aún ignorados mediante una base algorítmica de inteligencia artificial y monitorear su distribución geográfica con los aportes de aficionados en una aplicación de internet, para intercambiar los hallazgos individuales obtenidos con hidrófonos de bajo costo.

En Beijing arrancaba el proyecto de Colin Siyuan Chinnery, egresado de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres, nostálgico del timbal de los heladeros ambulantes, la zampoña de los amoladores y los pregones callejeros que evocaban su ciudad desaparecida con la renovación urbana, que convirtió su vivienda en un museo para almacenar más de tres décadas de grabaciones de los sonidos que acompañaron su infancia en la capital china.

Una multifacética investigación de los ecos de su niñez en uno de los 4.500 hutongs– callejones del casco antiguo, famosos por el silencio reinante en contraste con el bullicioso extramuros, demolidos para albergar las Olimpiadas de 2008.

Y, por supuesto, Ciudades y Memoria, una comunidad global constituida por el artista británico Stuart Fowke con dos mil registradores de ambiente, músicos, musicólogos y simples curiosos para reunir más de siete mil sonidos de 130 países  con el formidable objetivo de crear nuevas formas de escuchar que abran maneras originales de experimentar el mundo.

Y, lo más importante es que se halla a la disposición de cualquiera que aporte su contribución para diseñar un mapa universal; desde  la algarabía de la Gran Estación Central de Nueva York hasta las ritmos tradicionales de los pescadores de un lago kenyano, el zumbido de los centros de computación en Birmingham, los cantos espirituales en la ciudad de Taipei y los motores de los vaporettos venecianos, que después son reinterpretados o reconstruidos de la forma más aleatoria.

Cada cierto tiempo, inspirados en la novela Ciudades Invisibles de Italo Calvino, se añaden nuevos temas, como el patrocinado por los institutos Helmholtz y Alfred Wegener para registrar los sonidos del Círculo Polar, Protesta y Activismo Social, Sonidos Migratorios o Herencia Mundial  con sitios catalogados por la UNESCO.

Ni aun la pandemia fue capaz de interrumpir los  trabajos, al propiciar Sonidos del Confinamiento que distinguió con sorprendente profundidad y dramatismo los cambios societales experimentados por la humanidad en aquel año terrible.

Varsovia, septiembre de 2025.

 

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