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Cede Hamás, gana Palestina

Son los países árabes de Oriente Próximo, empezando por la Autoridad Palestina de Cisjordania, los primeros interesados en extirpar el terrorismo patrocinado por Irán

Nueva configuración mundial: Europa reconoce a Palestina

 

Hecho a la medida de Israel como garantía de supervivencia del pueblo judío frente al antisemitismo islamista, el plan de paz de Donald Trump que el pasado viernes terminó por aceptar con matices Hamás representa, tras dos años de guerra y asedio, la única vía de escape posible para la organización terrorista, sin otro aliado ya que su odio. El martirio de Gaza, rehén y víctima de la irracionalidad de los encapuchados que aún la gobiernan, se puede y se debe atribuir a Israel, pero aún más a quienes la han consentido y prolongado a partir de una estrategia medieval de inmolación colectiva, imposible de concebir en el siglo XXI. El anuncio de la liberación de la veintena de secuestrados que aún mantiene con vida y la entrega de los cadáveres que conservaba como moneda de cambio no es más que el primer paso para una capitulación que la banda terrorista pretende ahora negociar para tratar de asegurar su permanencia en la misma Franja que ha sacrificado durante dos años de terror. No se lo va a permitir Israel, cuya existencia misma insiste en negar Hamás, pero tampoco los países árabes de Oriente Próximo, primeros interesados –empezando por la Autoridad Palestina de Cisjordania– en que el terrorismo patrocinado por Irán sea extirpado definitivamente de la zona.

Ha sido precisamente el consenso regional sobre la obligada desaparición de Hamás como actor político y militar el que va a cerrar las puertas a cualquier intento de salir indemne del túnel en el que la banda terrorista se había encerrado para torturar a sus rehenes y atormentar a aquellos que decía defender, «desde el río hasta el mar». El objetivo inmediato de esta operación multilateral es la eliminación de Hamás, pero el enemigo compartido sigue siendo Irán. Que una simple llamada telefónica, la de Benjamin Netanyahu desde la Casa Blanca, fuera suficiente para que Qatar pasara página sobre el ataque con misiles perpetrado en su territorio contra Hamás da cuenta del consenso existente sobre las prioridades de los actores que en segundo plano han librado esta guerra contra Teherán. Los ayatolás contestaron ayer al amago de claudicación de Hamás, hasta hace poco su protegido, cuando no su peón, con la ejecución de siete ‘terroristas’, termino que suele utilizar para referirse a los agentes que presuntamente trabajan a las órdenes de Israel. No tiene mayor margen de maniobra Irán para responder al desmantelamiento progresivo de la red terrorista con la que a cara descubierta operaba en este área: perdió el brazo armado de Hizbolá en el Líbano, asistió al desmantelamiento de sus franquicias en Siria e incluso fue advertida por Estados Unidos con un bombardeo –la operación Martillo de Medianoche, el pasado junio– que sirvió para identificar y amedrentar al verdadero enemigo a batir en la guerra que, en las carnes de Israel, Hamás declaró a Occidente el 7 de octubre de 2023.

Quienes desde el recrudecimiento de la ofensiva de Israel, cuyos atroces métodos bélicos tendrán que ser escrutados con el máximo rigor, izaron la bandera de Palestina como aparente gesto humanitario tienen a partir de ahora la oportunidad, y también la obligación ética, de ser coherentes con su activismo y respaldar un plan que, aún sembrado de incertidumbre y obstáculos, quizás insalvables de forma pacífica, no tiene otra finalidad que garantizar la paz en el conjunto de Oriente Próximo –no solo en Israel–, un área de la que para siempre ha de desaparecer la lacra del terrorismo alentado por Irán. Es lo que merece el pueblo palestino.

 

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