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La recta final de las elecciones

Chile puede estar a las puertas de una de las elecciones más importantes de su historia. El 16 de noviembre, la suerte sí estará echada, en uno de los días más relevantes de la democracia chilena desde 1988 en adelante.

 

Al publicarse esta columna, quedan solo dos semanas para las elecciones presidenciales y parlamentarias de este 2025. Ya no está autorizado difundir encuestas en la forma habitual; los candidatos hacen sus últimos esfuerzos; la ciudadanía se acerca a la decisión final; los análisis y predicciones se multiplican, mientras se acerca la hora de la verdad. Lentamente comienza a apagarse un largo proceso político, para dar paso a la voz de los ciudadanos: de esta manera, Chile tendrá pronto –con toda seguridad en segunda vuelta– un nuevo Presidente de la República, así como habrá una nueva conformación del Senado y de la Cámara de Diputados.

Los estudios de opinión han sido bastante consistentes. Un análisis de Cadem –con resultados muy similares a su última encuesta del 26 de octubre– señala que “el promedio de todas las encuestas” demuestra que Jeannette Jara aparece encabezando los sondeos para la primera vuelta (con el 27%); José Antonio Kast aparece segundo (23%), si bien ha tenido una baja en los números; en el tercer lugar se encuentran Evelyn Matthei (14%) y Johannes Kaiser (13%), con la candidata estabilizada en sus apoyos y con el líder nacional libertario experimentando un alza sostenida. Franco Parisi está en el quinto lugar (9%) y tras él aparece Harold Mayne-Nicholls (3%), mientras muy abajo, con el 1%, están Marco Enríquez-Ominami y Eduardo Artés (el primero con una ostensible baja respecto de sus anteriores incursiones presidenciales). El único estudio de opinión que en sus resultados aparece distanciado del resto es el que ha presentado La Cosa Nostra.

El debate de televisión del pasado domingo 26 de octubre llamó la atención por su falta de emoción, impacto o creatividad, especialmente de parte de los candidatos que no aparecen en los dos primeros lugares. En septiembre la situación fue distinta, considerando que la presentación de Kaiser lo convirtió en el claro triunfador de la jornada. No ocurrió lo mismo en esta oportunidad, donde pudimos apreciar un programa más bien plano, sin nadie que destacara especialmente y con un foro que difícilmente ha movido la aguja, como se dice. Claramente hubo actitudes conservadoras de parte de los candidatos, que asumieron pocos riesgos y donde destacó la repetición de ideas que han estado presentes en la campaña, con escasas sorpresas o intervenciones destacadas.

Las encuestas deben ser relativizadas, pero es necesario reconocer que ellas entregan información importante y que debemos considerar. Me parece que la clave está en observar el conjunto de estudios y no solo uno de ellos, para poder apreciar si se repiten resultados y hay coherencia en la información, si hay tendencias a las que sea necesario poner atención, y que contribuyen a evaluar el proceso y las campañas. Adicionalmente, es preciso revisar la evolución en el tiempo, que permite no quedarse simplemente con la foto del momento, sino con el comportamiento de la opinión pública en un plazo más largo. A todo ello debemos añadir un último factor: es preciso observar las encuestas en sus diferentes resultados y perspectivas, y no solo en aquel aspecto que sea favorable a los intereses o posiciones del respectivo candidato o partido. Por ejemplo, un estudio puede mostrar que un candidato es el más preparado en un determinado tema, pero a la vez puede tener un apoyo bajo como opción presidencial: un análisis serio exige considerar ambos aspectos y no solo aquel que es más conveniente. Y así con otros temas.

La suerte no está echada, aunque la mayoría de los analistas y encuestas llegan a la misma conclusión: pasarían a segunda vuelta la candidata Jeannette Jara, militante del Partido Comunista y líder de una coalición amplia de izquierda, que representa la continuidad de la actual administración del presidente Gabriel Boric, y José Antonio Kast, del Partido Republicano y que es una alternativa opositora al gobierno. Los análisis sobre las elecciones parlamentarias permanecen más abiertos, considerando que todavía hay muchos indecisos o personas que no se manifiestan, y que además la elección está notoriamente presidencializada. Es preciso tener en cuenta que muchas personas definen su voto en los últimos días, poco antes de votar, lo que hace que la incertidumbre se mantenga.

En la recta final los candidatos deben tomar algunas definiciones claves y realizar sus esfuerzos finales. Varios de ellos –en lo personal pienso que todos– deben arriesgar algo más. Primero, es necesario reiterar algunas ideas y mensajes centrales de su programa de gobierno, especialmente aquellos que despiertan mayor interés en la sociedad. Segundo, es preciso evitar cometer errores, que podrían generar noticias negativas o producir una baja en el apoyo. Tercero, los abanderados deben tratar de mostrar alguna sorpresa que pueda fortalecer su opción, como podría ser alguna iniciativa novedosa o conseguir un apoyo relevante. Finalmente, siempre existe la posibilidad de atacar a un adversario, aprovechar algún error o un mal momento de las otras alternativas políticas.

¿Quién debe celebrar el próximo 16 de noviembre? ¿Quién se puede sentir ganador y quién, por el contrario, será derrotado? Es importante poner esto sobre la mesa. Varios candidatos han asegurado que pasarán a la segunda vuelta, que las encuestas no muestran toda la realidad, que ellos tienen otras más favorables o que hay votos no considerados en los estudios que han aparecido. Por lo mismo, en este tema la situación es muy clara: podrán festejar las dos candidaturas que pasen a la definición del 14 de diciembre, mientras tendrán que lamentar o dar explicaciones los que queden en el camino. Por cierto, se pueden añadir algunas cosas: quien obtenga la primera mayoría tendrá más razones para estar feliz, pero eso no garantiza la victoria para la segunda vuelta. En segundo lugar, habrá celebraciones parlamentarias: de los partidos que obtengan los mejores porcentajes y de los candidatos que sean elegidos. En el primer caso la forma de medir es muy simple: por porcentaje de la colectividad (en sí misma y comparada con la elección anterior de diputados) y por número de escaños (en este caso en ambas cámaras, también en cantidad y medida respecto de la actual representación parlamentaria). Habrá partidos que subirán su representación y otros sufrirá una baja de votos o tendrá menos diputados y senadores desde el próximo 11 de marzo de 2026.

Chile puede estar a las puertas de una de las elecciones más importantes de su historia. En una columna más adelante explicaremos por qué. Por mientras, se puede decir que las elecciones han entrado en la zona de definiciones, aunque todavía puede haber cambios. El 16 de noviembre, la suerte sí estará echada, en uno de los días más relevantes de la democracia chilena desde 1988 en adelante.

 

Académico Universidad de Tarapacá y coautor de Historia de Chile 1960-2010 (Universidad San Sebastián)

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