El desperdicio de la derecha
Tendrían que reflexionar si más que gobernar en conjunto como liberales todos, buscarán continuar sacándose los ojos por sus diferencias y convertir un próximo gobierno de derecha en un fracaso, situándose como opositores en vez de colaboradores.

Es de no creer cómo está enfrentando este sector las elecciones del próximo domingo 16. No había habido un momento histórico así para el pensamiento de derecha que, en vez de esconderse en las banderas de la desigualdad, el abuso, el fracaso del modelo neoliberal y el Estado como garantía de derechos sociales, encuentra el terreno fértil para sus ideas de seguridad y orden, el crecimiento económico como elemento indispensable para el bienestar y racionalizar el elefantástico aparato estatal. El programa de Gabriel Boric y su coalición de gobierno era mucho más extremo que lo que está proponiendo hoy la comunista Jeannette Jara, pero no por ello deja de ser una comunista que busca ser Presidenta con un traje de moderación más cercano a los temas de la derecha que de la izquierda (seguridad y crecimiento económico).
Es cierto que hay aún muchas interrogantes. Pero el voto obligatorio con inscripción automática hasta aquí ha favorecido más a la derecha desde que se inauguró con el plebiscito del 4-S en 2022. Una excepción fue el segundo proceso constitucional, pero ahí la derecha, muy en su ADN egoísta, se dividió. Las municipales del año pasado fueron las mejores de su historia. Siempre está la duda, sin embargo, si los 855 mil extranjeros, mayoritariamente inclinados a la derecha, votarán o no luego que el gobierno lograra introducir un desincentivo para que participen, dejando sin sanción que no voten.
Once encuestas, salvo una, dicen que el que pasará a segunda vuelta con la candidata única de la izquierda es José Antonio Kast, de Republicanos. Pero tres sondeos dejan abierta la competencia y un eventual empate con Evelyn Matthei, de Chile Vamos, y Johannes Kaiser, Nacional Libertario.
Aunque se ve difícil ese escenario, siempre puede haber sorpresas, como aspira a que ocurra la candidata de Chile Vamos que no se resigna a perder el trono que ocupó como favorita hasta mayo de este año. Pero se ve difícil y eventualmente está más cerca la posibilidad que salga cuarta. Kaiser pareciera creer que sí puede él desplazar a Kast, confiado en que venía en curva ascendente y Kast declinando hasta los 15 días anteriores a la elección, cuando comenzó la veda con las encuestas.
Pero aún si hubiera tiempo para que las dos curvas se crucen y pase arriba Kaiser, o bien sorprenda Matthei, que es la que tiene la coalición más sólida detrás, en cualquier escenario el triunfo está en la derecha.
¿Y a qué se dedican sus líderes en el último tramo? A olvidar para qué entraron a política y pensar sólo en sus propios posicionamientos. Se les olvida que la parte más importante viene con la segunda vuelta y, superada la valla, cuando a uno de ellos le toque gobernar. Se han dedicado a diseminar advertencias de exclusiones y a poner condiciones, salvo en el caso de Kast, quien con mayor certeza de ganar, ha dicho todo lo contrario, que la emergencia de que vive Chile por un mal gobierno los requiere a todos. Pero antes tampoco fue así y las descalificaciones de sus seguidores a la “derechita cobarde” calaron hondo.
No era necesario el video rapero de Matthei donde frente al extremo de la candidata comunista (si el PC no es extremo, no sé qué es) sitúa a Kast y aparece ella como la moderada al centro. Es probable que más que quitarle votos al republicano, en tiempos de polarización pierda unos cuantos. La excusa de diferenciarse en primera vuelta, porque la derecha la convirtió en primaria, no basta para justificar esa descalificación. Tampoco se hace un bien la candidata negándose con todo tipo de excusas a anticipar su apoyo en segunda vuelta a Kast o Kaiser.
Así mismo parece haber perdido de vista el objetivo final Kaiser con su jefe de campaña afirmando que para la segunda vuelta “nosotros los necesitamos a todos, porque al frente tenemos un rival que es más importante que nuestro propio ego y nuestras diferencias, que es el comunismo”. Muy claro, pero acto seguido, Cristián Labbé sostiene que, de llegar a La Moneda, no llevaría ni a Demócratas, ni a Amarillos y tampoco a Evópoli, que forma parte de Chile Vamos. Menos aporta el propio Kaiser afirmando que de pasar al balotaje no negociará “lo que está en nuestro programa de gobierno”, mencionando una serie de propuestas. Está dispuesto a que gane la candidata comunista, antes que “defraudar esa confianza en segunda vuelta para satisfacer a personas que no han votado por mí”.
Es patético verlos repartiéndose el pastel antes de obtenerlo y dejando las migas a los ciudadanos que han confiado que ellos, más que la izquierda, pueden sacar adelante al país, después de estos años donde el desorden se volvió delincuencia y crimen organizado y los ataques a la institucionalidad, consagraron la mediocridad económica. Discursos excluyentes, como el que tradicionalmente ha tenido también Evópoli, tampoco contribuyen.
Mientras se miran el ombligo tirándose dardos para diferenciarse como “derecha entreguista” y “extrema derecha”, al frente, el comando de Jara busca ampliarse a la ex Concertación, si queda algo de ella sin rendirse a la extrema izquierda, incorporando a Carolina Tohá, y buscando alianzas con los pocos alcaldes exitosos del Frente Amplio, como el de Maipú.
Sería bueno que los tres candidatos se encierren en una pieza y no salgan de ella mientras no logren coincidir en qué quieren para Chile. Y dejen en la pieza sus diferencias por ser uno liberal tradicional, el otro conservador y el tercero, liberal libertario. Tendrían que reflexionar si más que gobernar en conjunto como liberales todos, buscarán continuar sacándose los ojos por sus diferencias y convertir un próximo gobierno de derecha en un fracaso, situándose como opositores en vez de colaboradores. Ese será el camino más rápido para que los próximos cuatro años sean irrelevantes para remontar la decadencia y el péndulo vuelva a la izquierda que es probable vuelva a ser una oposición despiadada.
